¿Sucesión constitucional? ¿Golpe
de Estado? Si es que nos interesa comprender y juzgar lo
ocurrido en Honduras en su justa dimensión, lo menos
aconsejable es reducir lo acontecido a tecnicismos y
formalidades legales sobre la forma como fue destituido el
presidente y/o a una cuestión de política doméstica
hondureña. Sólo conseguiríamos opacar hechos políticos
inmensamente relevantes.
La remoción de Manuel Zelaya de su cargo no puede ser
entendida, y menos aún resuelta, con explicaciones
superficiales y soluciones puramente jurídicas, pues no es
sencillamente el producto de disputas internas ni, como han
denunciado el afectado y sus aliados, el resultado de una
conspiración de las oligarquías en complicidad con los
militares. La salida forzada de Zelaya del poder, sea cual
sea la opinión que de nosotros merezca, es una reacción no
sorpresiva de rechazo al chavismo y una muestra más de cómo
Caracas aparece como factor externo con influencia y
consecuencias en la política doméstica de los países del
hemisferio.
El Proyecto Bolivariano de Hugo Chávez es, ya lo hemos
explicado enanteriores notas, de alcance hemisférico –
global y conjuga, entre sus ideas orientadoras y fuentes de
inspiración, desde el marxismo hasta el indigenismo, pasando
por el leninismo, el bolivarianismo, el altermundialismo y
hasta teología de la liberación. La Revolución Bolivariana,
desde su arribo al poder, ha sentado las bases ideológicas y
jurídicas para alcanzar su gran objetivo estratégico, que es
la realización de la Patria Grande o Confederación
Bolivariana de Repúblicas Latinoamericanas y Caribeñas,
unión socialista y antiimperialista a la que deberán
adherirse todas y cada una de las naciones que habitan
“desde el Río Grande hasta la Patagonia”.
A lo largo de la última década, el Estado venezolano ha
trabajado metódica e incansablemente para la construcción
del Bloque Grannacional socialista, como también es conocida
la confederación en cuestión. Para ello, ha diseñado
Miraflores (el Palacio de Gobierno venezolano) un esquema
integracionista llamado Alternativa Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA), que hace pocos días fue
rebautizado como Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América.
Este ambicioso y faraónico proyecto demanda la firme
influencia revolucionaria y bolivariana allende las
fronteras venezolanas, en cada país cuya conquista sea
considerada un objetivo de la política exterior chavista. Es
por ello que el Estado venezolano, poseedor de ingentes
cantidades de petrodólares y conducido por quien ha resuelto
ser el Líder del mencionado bloque socialista, se ha
comprometido con el mandato revolucionario de promover el
complejo ideológico bolivariano y expandir el dominio
delSocialismo del Siglo XXI como nuevo modelo político para
la futura unión “que Bolívar soñó”.
Los pilares del Socialismo del Siglo XXI son, básicamente,
dos: la democracia directa o participativa y la economía
socialista. Apenas ayer, en entrevista para CNN con Claudia
Palacios, dijo clara y enfáticamente Zelaya que su consulta
(llamada luego “encuesta” para tratar de sobrevivir a los
ataques jurídicos) apuntaba hacia la instalación
constitucional en Honduras de la democracia participativa
(plebiscitaria, no representativa). Así, lo que Zelaya
hacía, aún con toda la institucionalidad y las leyes
hondureñas en contra, era dar el primer paso conducente a un
proceso constituyente que derogara la Carta Magna del país y
que pusiera en su lugar otra ajustada alSocialismo del Siglo
XXI. Recordemos que la Honduras de Zelaya se adhirió
formalmente al ALBA – y en consecuencia al Socialismo del
Siglo XXI - el día 25 de agosto de 2008.
En un escenario interno tremendamente desfavorable para
Zelaya, quien visiblemente apenas si lograba sostenerse en
el poder, los países miembros del ALBA hicieron el pasado 24
de junio una declaración de “respaldo al proceso de consulta
popular por iniciativa del Presidente Manuel Zelaya y del
Gobierno del Poder Ciudadano”. Aunado a ello, según dan
cuenta las noticias, los sectores políticos hondureños
contrarios al depuesto gobernante (entre estos su propio
partido liberal, que ha considerado el giro de Zelaya hacia
el chavismo como una traición) denunciaron la llegada de
aviones venezolanos con material y personal de apoyo para
llevar a cabo el plan que las instituciones hondureñas
habían declarado inconstitucional y, por ende, ilegal.
Como se ve, los sucesos acaecidos en Honduras durante las
últimas horas no pueden ser limitados al análisis jurídico.
Y tanto el gobernante depuesto como el recién juramentado
tienen muy serios problemas que encarar. Micheletti deberá
enfrentar ahora a la comunidad internacional y tratar de
explicarle su versión sobre la situación, cosa que no será
demasiado simple, aún cuando ha declarado tener a
disposición a un equipo de ex cancilleres y ex presidentes
que trabajan arduamente en la ofensiva diplomática. Por su
parte y hasta ahora, Zelaya ha recibido el apoyo
internacional, pero al parecer no tiene mucho que hacer
dentro de Honduras, con un piso político que se hizo polvo
bajo sus pies.
Finalmente, y llámese golpe de Estado o sucesión
constitucional, hemos sido testigos de un caso más en que el
factor chavista tiene efectos en la política interna de un
país latinoamericano. Tan determinante ha sido el rol
protagónico de Caracas, que con nombre y apellido se ha
denunciado en Honduras al Presidente venezolano. Chávez, por
su lado, ha jurado derrocar a Micheletti, enfrentándolo
desde fuera y desde dentro, y ha anunciado actuar
militarmente enviando tropas a Honduras para hacer la
guerra. Micheletti, ya investido como Presidente, ha
respondido a las amenazas diciendo que el Ejército de
Honduras está preparado.
Muy probablemente las cosas no escalen hasta los niveles más
peligrosos, pero no cabe la menor duda de que la ruptura
regional en modelos y visiones irreconciliables no es una
fantasía, sino una realidad.
rincon.i.urdaneta@gmail.com