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¿Qué está amenazado, el clima o la libertad? (I)
por Rafael Rincón-Urdaneta
viernes, 23 agosto 2008


Ésta es la interrogante que, en tono provocador, ha formulado al mundo el presidente de la República Checa Václav Klaus. Para responder a ella, Klaus ha publicado en 2007 un libro titulado Modrá, nikoli zelená planeta. Co je ohroženo: klima, nebo svoboda?. En diciembre de ese mismo año, el texto fue traducido al alemán bajo el título Blauer Planet in grünen Fesseln. Was ist bedroht: Klima oder Freiheit? (Planeta azul con cadenas verdes: ¿Qué está amenazado, el clima o la libertad?) y hasta hoy ya circulan, además de la checa, las versiones rusa, holandesa e inglesa.

Mi propósito es presentar, en dos entregas, algunas de mis coincidencias con las inquietudes "políticamente incorrectas“ de Klaus, a propósito de la manera en que la causa ambientalista, al menos en ciertos casos, ha venido traduciendo sus preocupaciones y propuestas en un conjunto de ideas y creencias irrefutables y, por lo tanto, perniciosas. En esta primera parte, postulo que la causa ambientalista, si desea ser útil a la humanidad, debe comprender que existe una inevitable tensión entre la consecución de objetivos económicos y la conservación del medio ambiente. Siendo ineludible esta situación y absurdo el intento de frenar el desarrollo, hay dos caminos para enfrentarla: proponer soluciones inteligentes y planes flexibles y ajustables o convertir la causa ambientalista en una suerte de religión política no disponible para el cuestionamiento y la transacción. En este último caso, la libertad de las personas parece correr grave peligro.

En muchas compañías, y especialmente en aquellas cuyas actividades implican riesgos para la integridad física de las personas y para el medio ambiente, la relación entre el Departamento de Seguridad Industrial, Higiene y Ambiente (SHA) y el Departamento de Operaciones y Producción (OP) casi nunca es buena. De hecho, es habitualmente bastante mala y en ocasiones realmente inaguantable. Durante mis años de trabajo en la sección de SHA de una operadora alemana transnacional de exploración y explotación petrolera, pude constatar que la tensión interna entre el objetivo de producción y el de control de calidad de SHA es, no sólo muy fuerte, sino también inevitable. Y así debe ser.

Este mismo conflicto de intereses fundamentales, pero a escala diferente, se da también entre la propia empresa, por una parte, y las autoridades ambientales y la comunidad por la otra. Es decir, se produce otra tensión, esta vez entre los objetivos económicos de la compañía y el respeto a las leyes y a los principios éticos de conservación del medio ambiente.

Ahora bien, es infructuoso intentar escapar de este enredo y, de hecho, las mejores compañías lo enfrentan con gran habilidad. Una transacción exitosa entre ambos propósitos, en apariencia excluyentes, es perfectamente factible con una visión responsable y madura acerca del impacto de la actividad humana sobre su entorno natural y de las formas en que éste puede ser amortiguado, así como reparados los inevitables daños. Algunas ideas clave para poner los pies sobre la tierra respecto de esta cuestión son las siguientes:

?     El ser humano tiende a buscar su propio bienestar y el del grupo al cual pertenece, dando así sentido a su existencia. El bienestar humano no es fácilmente medible y su significado depende, tanto del contexto socio - cultural, como de las convicciones, deseos, talentos y proyectos de cada individuo. Pero aún así, el bienestar suele estar asociado, de una u otra manera, al enriquecimiento material y espiritual del hombre, en cuantía y calidad variables.

?     El enriquecimiento material y espiritual referido se busca mediante el ordenamiento, la disposición, la organización y el control de recursos y actividades para alcanzar determinados objetivos, que pueden ir desde la satisfacción de las más elementales necesidades biológicas hasta aquellas que están más allá de la mera supervivencia.

?     Los recursos disponibles (tiempo, materias primas, fuerza de trabajo, entre otros) deben ser administrados con cautela porque suelen ser – por no decir que siempre son – agotables. Los recursos naturales, en algunos casos abundantes y en otros muy limitados, además de materia prima y energía para la producción de los más variados bienes y servicios, son parte del ambiente que rodea y nutre la vida del hombre.

?     Cualquier actividad humana, irremediablemente y en mayor o menor medida, produce efectos positivos y negativos sobre el entorno natural. Estos efectos son evaluados de distinta manera por los afectados, quienes emplean parámetros moldeados por la cultura, las creencias y las ideologías. Pero más allá de ello, la gestión humana para la consecución de los objetivos que se plantean los individuos, las organizaciones y los países incluye, cada vez con mayor frecuencia y éxito, el cuidado de las fuentes proveedoras de recursos.

?     Una gestión carente de consideraciones para la preservación de tales fuentes e indiferente ante la salud de las personas es, lisa y llanamente, impresentable. Pero aún la mejor de ellas es incapaz de evitar absolutamente el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente, por muy básicas e inocentes que éstas sean. Así, los esfuerzos deben estar orientados a tratar de reducir los riesgos y reparar aquellos daños que no han podido ser soslayados.

?     Toda gestión humana tiene costos; cuesta el maltrato del medio ambiente y cuesta su cuidado. Y estos costos no son simplemente monetarios. De manera que debe el hombre ocuparse de encontrar un equilibrio inteligente entre cuánto se invierte y cuánto se deja de ganar con el objeto de reducir los riesgos y efectos negativos de la actividad humana, por una parte, y las probabilidades y magnitudes de los eventuales daños, por la otra. De esta forma, aunque nunca es demasiado fácil, es viable la obtención de beneficios aceptables a un costo aceptable en un proceso susceptible de ajustes y reajustes, posibles gracias a su flexibilidad, a la experiencia ganada y la creatividad humana.

Estas ideas elementales son válidas para los individuos, las empresas, los países, la civilización humana. Así las cosas, tanto la actividad empresarial como la causa por la preservación del medio ambiente deben ser sostenidas y dirigidas con un enorme sentido de la responsabilidad. Ni las improvisaciones ni el fanatismo tienen cabida en esto.

En cuanto a la causa ambientalista, sus promotores deben observar con extrema atención todos y cada uno de los puntos anteriores y asumir con madurez su participación en el debate político, pues cada propuesta y cada acción tendrán consecuencias sobre los espacios públicos y privados; sobre personas y organizaciones con diferentes necesidades, proyectos y creencias. Y por ello las posibles soluciones deben ser planteadas inteligentemente. Las cuestiones ambientales, por su estrecha relación con las ciencias naturales, no pueden quedar a merced del fanatismo ni ser reducidas a eslóganes simples.

En el debate político - ambientalista las convicciones ideológicas tienen bastante menos utilidad que los hechos concretos. En los asuntos ambientales están involucradas las estadísticas, la física, la química, la biología, las matemáticas. Del uso de los datos científicos en el discurso político y de las acciones resultantes dependen decisiones importantes para la sociedad. Y una buena parte de los datos científicos relevantes corresponden a predicciones hechas sobre la base de modelos diversos, cada cual con debilidades y fortalezas y ninguno con garantía de infalibilidad. Este hecho no es trivial, pues la precisión de las predicciones sólo puede comprobarse en el futuro y las decisiones de hoy están sujetas a la probabilidad de ocurrencia de ciertos eventos. Y si la subestimación del impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente es peligrosa, sucede exactamente lo mismo con la sobreestimación. El discurso y el accionar político ambientalista, si es dogmático e irresponsable, si se asume a sí mismo como incuestionable, puede resultar en serias restricciones a la libertad y en un gran estorbo para el desarrollo socio – económico. Esta es una de las preocupaciones de Klaus y es lo que veremos en la próxima parte.

rincon.i.urdaneta@gmail.com

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