Si
algo serio hay en el mundo, ese algo es la
guerra; acto
esencialmente riesgoso y costoso del que sale mejor parado
quien menos pierde y quien mayores beneficios obtiene. Y aún
el mejor parado habrá sacrificado vidas y recursos
materiales en el enfrentamiento, sin contar las secuelas
psicológicas, sociales y morales que abultan los costos,
tanto de la tropa como de la
población civil. A la honorable
Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de
Chile debo mis modestos conocimientos sobre el tema. Hoy
comparto algunos con Uds.
I
A propósito
de la guerra, títulos y autores hay muchos recomendables,
pero a Carl von Clausewitz no se le olvida ni por accidente.
Sus producciones intelectuales – y esto vale para un sinfín
de obras sobre asuntos políticos y estratégicos – no son
recetarios dogmáticos ni compilaciones rígidas de reglas y
principios, cuyo estricto seguimiento supone garantía de
victoria. La guerra es un fenómeno sociopolítico de tremenda
complejidad, en el que intervienen factores que, por su
naturaleza, no pueden ser empleados en cálculos matemáticos.
Fue Sun Tzu, si mal no recuerdo,
quien
dijo: "Así como el agua carece de una forma constante, no
hay en la guerra condiciones permanentes”.
Coincidente con esta idea, Carl
von Clausewitz no pretendió decirles al soldado y al
conductor de la guerra “qué hacer en caso de”, sino
ofrecerles ideas y puntos de referencia que enriquezcan su
capacidad crítica y analítica
para enfrentar
las situaciones específicas.
II
Entre las
ideas de Carl von Clausewitz, autor de Vom Kriege (De
la Guerra) y famoso por aquello de que "la guerra es la
continuación de la política con otros medios", destacaremos
algunas que bien vale considerar por estos días de extraña
euforia belicista.
Un primer
planteamiento es que el Objetivo Político de Guerra
es rector y determina, tanto la aceptabilidad de la guerra
como las acciones que se emprenderán. Se va a la guerra por
algo justo y “que valga la pena” para el conductor, para el
soldado y para la sociedad en general. El fin político de la
guerra es lo que guía y define el esfuerzo político.
Un segundo
planteamiento es que el Conductor Político ha
de verificar que las acciones a ejecutarse durante la guerra
no tengan demasiadas repercusiones negativas sobre el
interés nacional. Se deberá evaluar con sumo cuidado cuáles
serán las posibles consecuencias ¿Qué está en juego? ¿Cuáles
serán los efectos sobre la economía? ¿Habrá alimentos?
¿Cuántas personas pueden perder la vida o sus empleos y
propiedades? ¿Cuáles serán las consecuencias sociales? ¿Qué
territorios, instalaciones estratégicas o ciudades están
comprometidas y/o pueden ser afectadas? ¿Qué riesgo existe
de perder algún territorio? ¿Qué efecto tendrá la guerra
sobre la imagen del país y sobre las relaciones con otros
países? En fin, mil interrogantes.
Un tercer
planteamiento es la relación armónica que debe darse entre
tres elementos clave, si es que se pretende contar con
posibilidades reales de triunfo en un conflicto armado.
El primer
elemento está asociado al odio, a la enemistad y a la
violencia primitiva. Es el elemento pasional de la guerra
encarnado en el pueblo. En el pueblo debe
existir un gran odio por el enemigo y una absoluta
disposición para comprometerse en un 100% con acciones que
lo aplasten y destruyan. Si el pueblo va a poner la sangre,
no valen las medias tintas. Y, además, ha de estar dispuesto
a emprender cuanto sea preciso para alcanzar los objetivos
definidos por el gobierno. El pueblo es el motor de la
guerra.
El segundo
elemento está asociado con el juego del azar y las
probabilidades, que hacen de la guerra una cuestión
profesional y técnica. Las Fuerzas Armadas –
jefe militar y soldado bajo su mando - deben contar con las
competencias profesionales y la capacidad tecnológica para
enfrentar al enemigo, así como han de estar comprometidas
con la empresa bélica y con los objetivos políticos hasta
las últimas consecuencias.
Por último,
tenemos el elemento asociado a la razón, a la inteligencia.
La guerra, como instrumento de la política, compete al
conductor político, quien debe tener la voluntad
de ir a la guerra y contar con la inteligencia, con la
serenidad, y con las competencias político – estratégicas
para someter al enemigo y conseguir el objetivo político
definido.
Los
elementos explicados – que constituyen la Trinidad de
Carl von Clausewitz - adoptarán diferentes
magnitudes en cada caso, definiéndose así la particular
naturaleza de cada guerra, que podrá incluso variar durante
su transcurso. Como estas variables están presentes en
cualquier guerra, no pueden ser ignoradas en un análisis
serio… a menos que se resuelva confiar en la suerte, en la
estupidez del enemigo y en la misericordia del Altísimo. La
falla de uno, dos o de los tres elementos supone la
reducción de las posibilidades de victoria. Y aunque hay
otras variables supremamente importantes - la tecnología, la
economía, la geografía, entre otras - que deben ser
atendidas sin falta, su carácter eventual nos permite
excluirlas de un modelo general.
III
La función
principal de un gobierno que se enfrenta a un conflicto es
buscar todas las vías posibles de solución pacífica. Pero
una vez que se resuelve ir a la guerra, se inicia un proceso
en el que se va dificultando progresivamente la marcha en
reversa. Por ello no deben lanzarse amenazas que no puedan
ser cumplidas; algo cercano a aquello de que la espada
sólo se desenvaina si se va a manchar con sangre… con la
sangre del otro.
Con los
tambores de guerra ya sonando, el gobierno debe trabajar
sobre cuatro campos de acción: En el campo interno,
se prepara al pueblo para soportar los sacrificios y dar la
sangre que demandará el sostenimiento del esfuerzo bélico.
En el campo externo o diplomático, se procura
ampliar el margen de libertad de acción (se buscan apoyos y
se neutralizan actores) y así asumir y mantener la
iniciativa. En el campo económico, se inician
acciones para apoyar la empresa bélica y las condiciones de
vida y de producción del país. Por último, en el campo
bélico, se actúa coercitivamente contra las fuerzas
enemigas hasta lograr someterlas.
Ahora bien,
la guerra, en tanto acto político, está sometida a
consideraciones políticas. Lo militar no debe prevalecer
jamás sobre político y debe, más bien, producirse una
exitosa armonización de los elementos de la Trinidad. Pero
de no ser así, y si no se está pensando en el suicidio
colectivo, hay decisiones que deben ser tomadas. Veamos tres
ejemplos:
1.
Si el gobierno
tiene la voluntad de ir a la guerra y cuenta con el apoyo
del pueblo, pero sus fuerzas armadas no tienen la capacidad
tecnológica y las competencias profesionales para buscar una
solución militar, se debe lograr un acuerdo político.
2.
Si el pueblo está
dispuesto a asumir el sacrificio - está comprometido con el
objetivo político y desea ir a la guerra - y si las fuerzas
armadas cuentan con la capacidad tecnológica y las
competencias profesionales, pero el gobierno se muestra
ambiguo, blando y errático en el manejo de la situación,
hay que cambiar al gobierno.
3.
Si el gobierno
tiene la voluntad de ir a la guerra, las fuerzas armadas
tienen las capacidades tecnológicas y las competencias
profesionales para buscar una solución militar, pero el
pueblo se muestra indiferente al problema - no está
dispuesto a ofrecer los sacrificios y la sangre que la
empresa bélica demanda y no apoya lo resuelto por el
gobierno - hay que desistir del objetivo y buscar un
acuerdo político.
Como lo
expuesto no constituye una receta rígida y dada la
complejidad de la guerra como fenómeno, es imperativo un
análisis muy serio de las situaciones de conflicto, en el
que la cordura y la sensatez no deberán faltar.
IV
Ni a los
soldados se les levanta del cajón con los honores post
mortem, ni a los civiles muertos y heridos les reconforta
demasiado el agradecimiento de la Patria. Además, las
monedas – léase “presupuesto de defensa” - no están como
para botarlas en chifladuras suicidas. La guerra es para
tomarla en serio.-
Nota
final: Vaya el más sincero
agradecimiento a la
Academia Nacional de Estudios Políticos
y Estratégicos de Chile (ANEPE)
por sus valiosas enseñanzas. Y, para este tema en especial
que es la estrategia, mi reconocimiento al amigo y Profesor
Karl Sievers.
ralle1975@hotmail.com