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La oferta de Hugo I
por Rafael Poleo
viernes, 9 enero 2009


         Como a ciertas pinturas, para mirar bien a Venezuela es necesario retroceder unos pasos. De ese modo, tomando un poco de distancia, se aprecia mejor el absurdo de este país donde (Oscar Yanes dixit) las cucarachas vuelan.

 

         Lo más desconcertante que apreciará este observador colocado a la debida distancia, es que los habitantes de este país dedican toda su atención, todo su esfuerzo y todos sus recursos –intelectuales y económicos- a decidir si un mozo  que en los últimos diez años ha demostrado su incapacidad como administrador público y conductor político, debe gobernarle tres años más o más bien hacerlo, con poderes omnímodos, mientras Dios lo conserve con vida. Para garantizar a los ciudadanos la prolongación indefinida de los bienes derivados de este tipo de gobierno, al joven incompetente se le otorgará de hecho la facultad de elegir sucesor.

 

         La confusión del observador será mayor cuando se dé cuenta de que entre lo discutido no se incluye la naturaleza del régimen que el incapaz quiere imponer. Tampoco las características tanto de ese régimen como del propio sujeto propuesto para establecer, en este tiempo de repúblicas o en todo caso de monarquías donde el rey reina pero no gobierna, una monarquía absoluta y hereditaria que ni la del Rey Sol.

 

Sobre la naturaleza y características del régimen propuesto no hay misterio alguno. Durante los últimos diez años, el aspirante a rey dedicó a explicarlo el 63% de sus horas hábiles, encadenando para ello a la radio y la televisión, y gozando además de la difusión impresa en diarios, revistas e internet. Para facilitar la comprensión de su propósito ha mostrado el modelo a seguir, ejemplo conocido por todos: el de una isla vecina, llamada Cuba, donde Fidel Castro, a quien el monarca aquí propuesto tiene por modelo, ha gobernado los últimos cincuenta años con un cuidado tal que, ya anciano, toma la paternal previsión de ungir como sucesor a un hermano suyo, modo de evitar disputas sucesorales entre sus hijos carnales y políticos.

 

 El éxito y aceptación del régimen tomado por modelo puede medirse por cartabones tan objetivos como el de que cada uno de sus habitantes tiene derecho a comerse mensualmente diez huevos (uno cada 3 días), 450 gramos de las partes más sabrosas del pollo (pata, pescuezo y alas, nada de los insípidos muslo y pechuga), 450 gramos de pescado con cabeza (cabeza del pescado, no del ciudadano) y 225 gramos de unas deliciosas piltrafas de carne de origen desconocido a las cuales se denomina con el misterioso nombre de "substituto de picadillo". Nótese la eliminación de las mortales carnes rojas y del cerdo condenado hasta en el Antiguo Testamento. Para evitar excesos dañinos a la salud, el abastecimiento de estos artículos tiene convenientes intermitencias, pero al ciudadano se le ahorran viajes inútiles a la carnicería por el revolucionario procedimiento de anunciar a las puertas del abasto la llegada del producto o su ausencia: "Llegó el pollo", "No hay pescado",  "Esperamos S.P. (substituto de picadillo) para mañana".    

 

Como en tales condiciones la gente enferma poco, los expendios de medicina son reducidos en número y surtido. Claro que si a alguien le duele la cabeza podrá comprar analgésicos pastilla por pastilla. Dos pastillitas compradas con receta médica cuestan lo que en España una caja de ellas. Problema, el de que faltan médicos, pues están por Venezuela y otros países del entorno, cobrando en dólares que el Estado cubano les retiene. Privilegiados son quienes tienen dólares obtenidos en la prostitución y sus derivados. Pueden comprar en las farmacias dentro de los hoteles turísticos. Y los funcionarios del Gobierno y del partido. La televisión española filmó el momento en que una farmacia fue desalojada para que miembros de la policía política entraran a comprar sin testigos.  

 

Nada de eso importa. Los efectos saludables de la dieta han hecho de los cubanos la gente más saludable del planeta después de los vietnamitas, quienes casi no comen otra cosa que arroz. Pero Cuba aspira a conquistar también en eso el primer lugar, mediante lo que algunos expertos llaman atletismo forzado. Es que a Fidel se le ocurre lo que no se le ocurre a más nadie. El complicado sistema de transporte por autobuses y trenes subterráneos, que hace del tránsito un caos en ciudades administradas con menor sabiduría, ha sido prácticamente eliminado en Cuba. El transporte urbano se realiza en bicicleta o "a piesmente" -las "guaguas" van quedando para turistas. Capítulo especial merece la presencia de "bici-taxis", transporte urbano de tracción humana copiado de los sufridos  "coolíes" que arrastraban o arrastran carretas ligeras en los países más pobres del Asia. La movilización interurbana y suburbana la cumplen camiones de volteo que facilitan la subida y bajada –sobre todo la bajada- de los pasajeros. Así, cada cubano es un atleta que se alimenta frugalmente y hace ejercicio sin darse cuenta, reduciendo de manera drástica los índices de colesterol que diezman la población en naciones no tan bien gobernadas.

 

Una ventaja adicional del estilo de vida antes descrito, es el incremento de los ingresos en divisas gracias a lo que se ha convertido en la tercera fuente de ingresos del país, después de la remesas enviadas por los exiliados en Estados Unidos y los cuantiosos aportes del fraterno gobierno venezolano. Esa tercera fuente de ingresos, ya internacionalmente prestigiada, es el activo tráfico de vaginas, penes y recursos afines para clientes sofisticados - la confidencialidad casi suiza de este negocio aconseja mencionar estos productos solamente en privado. Cabe señalar que esa actividad en Cuba se realiza según la libertad de comercio propia del liberalismo más decantado, lo cual debería ser suficiente para silenciar cualquier acusación de estatismo centralizado. Los mencionados "commoditys" cubanos tienen, como queda dicho, prestigio internacional, debido a la calidad natural del producto local y el adiestramiento dictado por instructores(as) de Europa Oriental.       

 

Así como los problemas del colesterol se eliminaron imposibilitando los excesos de la gula y la inactividad, los problemas financieros que hoy sacuden al mundo capitalista son deliciosamente desconocidos por los cubanos, gracias a que allí la actividad financiera simplemente no existe. Sus preocupaciones las asumen los sacrificados servidores del Estado en su nivel más alto, a quienes, comenzando por la pareja fraternal,  se conoce entre los más activos y diestros inversionistas en la banca internacional. 

 

         La estabilidad política está garantizada en el modelo propuesto por Hugo I. Para ganar tiempo, en Venezuela se ha adelantado la instalación de un sistema policial manejado por expertos cubanos. En sus expertas manos  se han puesto la intervención telefónica y la instrucción de los cuerpos policiales. Los adocenados comisarios venezolanos son substituidos por policías cubanos formados en el molde y estilo de la antigua KGB soviética. Podemos aspirar, en dos o tres años, a un régimen policial tan eficaz como el que hoy rige en Cuba. 

 

         Infortunadamente, el joven que aspira a la corona en Venezuela no tuvo la lucidez de su maestro cubano cuando éste, apenas tomar el poder, resolvió de raíz el endémico problema militar que secularmente ha perturbado la vida política de las naciones latinoamericanas. Fidel cortó por lo sano fusilando a los miembros de la oficialidad militar que no escaparon con Batista. Pero eso hay que hacerlo en los primeros meses. Todavía bisoño, el venezolano se dejó distraer por un bellaco llamado Luis Miquilena, que lo metió en el carril de elecciones y acuerdos con otros factores de poder. Y mire que Fidel bastante se lo dijo: "Tienes que botar a ese viejo, porque no te va a dejar hacer lo que tenemos pensado". Por no fusilar a gente como el general Rincón,  el Chafi (Chávez y Fidel) pasó aquel sofocón del 11 de Abril, cuando el Alto Mando Militar le pidió a Chávez aquella renuncia "la cual aceptó". Después se ha entrado en ese calvario de no saber si el general que está guindado de la izquierda merece tanta confianza como el que le jala la derecha. De donde se ha caído en esto de no confiar ni en el uno ni en el otro, sino en todo lo contrario. Menos mal que se le ocurrió la Misión Gaviota, nombre tomado del grupo de empresas que en Cuba maneja el turismo, para usufructo del generalato preclaro.

 

         ¿Elecciones? Muy fácil. Una sola lista, la del partido de gobierno, modo que la gente no se enrede con ese poco de caras y nombres que en el mundo democrático dificultan el sagrado ejercicio del voto. Y una sola televisora, y nada más dos periódicos -"Gramma" y "Revolución", y para los muchachos "Juventud Rebelde"... ma non tropo. Internet, limitada, filtrada y vigilada. Celulares, pinchados y sólo de uso interno, ahora accesibles por el módico equivalente de 6 meses de sueldo. Lecturas, el variadísimo y actualísimo repertorio del marxismo.

         Esa es la oferta del aspirante a Hugo I. ¿Acaso tiene usted algo en contrario?

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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