Si, en vez de ser modestamente
política y económica, esta crónica tuviera la dignidad de la
nota astrológica, comenzaría diciendo que los astros han
entrado en conjunción retrógrada –desfavorable, adversa-
para el presidente Chávez. En su manera sincretista, mi
abuela barloventeña diría que "Tiene el santo volteao". En
cuanto al cronista mismo, se limita a repetir dos apotegmas
más o menos de su cosecha: "En Venezuela no hay buenos ni
malos gobiernos, sino malos y buenos precios del petróleo" y
"A los gobiernos no los tumban, sino que se caen".
Estas dos sentencias son tan discutibles como cualquier otra
generalización y unas veces serán menos certeras que otras.
Pero hasta cierto super-gerente experto en auxilios
bancarios que alguna vez hizo mofa de ellas, debe admitir su
utilidad a la hora de analizar el cuadro venezolano.
Sin abandonar este orden de ideas cabe señalar que en estos
días Chávez salió con un par de disparates propios de quien
pretende ser estadista sin saber sacar cuentas. Por ahí dijo
que no permitirá que el precio del petróleo baje a 6
dólares, como le bajó al último gobierno democrático. Esta
gaffe tiene varias facetas. Por una parte, respalda la tesis
de que los precios del petróleo son determinantes para la
calificación de un gobierno y decisivos a la hora de medir
su estabilidad. La corredera de Chávez porque el precio ha
bajado a 40 alivia de culpa a la administración anterior,
que según él confiesa lo tuvo 7 veces más bajo. También
agrava la culpa suya, que llegó a tenerlo 20 veces más alto
y no fue capaz de hacer obra importante sino que más bien
deterioró los activos nacionales y dobló el monto de la
deuda. Él mismo se encargó de reforzar la auto-imputación
cuando en otra perorata reprochó a la democracia haber
gastado 250 mil millones de dólares en sus cuarenta años. La
cifra no es exacta pero lo grave es que en su queso mental a
Hugo se le olvida que en su década aciaga se ha dilapidado y
pillado más de tres veces eso (850 mil millones). Pretensión
mayor es la de influir en los precios del petróleo, cuando
esa influencia depende de la capacidad de producción, y la
capacidad de Venezuela se ha reducido a un sexto de la de
Arabia Saudita, por mencionar sólo al mayor de los panas que
Estados Unidos tiene en la OPEP.
Superado este intermedio de bodega, volvamos a lo que dicen
los astros. En el campo internacional, Hugo hace boxeo de
sombra desde que a un blanco fijo como era el tarado Bush le
substituyó ese negrito de Chicago con filo de navaja
barbera. Además de servirle de contrafigura favorable, Bush
mantenía con Chávez el pacto tácito de los negocios
petroleros, merecedores de una crónica aparte. O sea, que el
pleito entre ellos era puro saludo a la bandera. En cambio,
el negrito Obama tiene otros intereses. Lo suyo es sacudirse
la dependencia energética, estrategia aconsejada, entre
otros factores, por la fragilidad política del proveedor
venezolano. O sea, que la reducción de nuestro mercado
natural será parte de la herencia funesta que nos dejarán
estos años de locura. En cuanto a las intenciones del
negrito fino sobre América Latina, no pueden ser más claras.
De Hugo dice que es un perturbador insoportable, mientras
invita a Lula a la Casa Blanca ofreciendo abrirle las
puertas de una globalización que para Brasil es tan
favorable como inconveniente para Venezuela, dicho sea
hablando de dinero. Pronto veremos cuánto valen tanto los
gestos amables del astuto portugués como la cordialidad
zamarra del paisa Uribe. Porque los amigos de Hugo lo son
como el ratón del queso. Lula y Uribe cuidan balanzas
comerciales donde venden a Venezuela cinco veces lo que le
compran. Con el nuevo cuadro financiero, la amistad de
Nicaragua, Ecuador y Bolivia se nos vuelve incosteable. La
identificación con Irán nos enajena la confianza de Europa.
Rusia nos quiere mientras nuestras compras de armamento sean
lo que son: mayores que los cacareados regalos bélicos de
Estados Unidos a Colombia, un poco para combatir el
narcotráfico y un mucho para prevenir la penetración
chavista a través de la guerrilla fraterna. Pero lo más
doloroso es lo de Raúl Castro, apoderando a Lula para que le
arregle la vaina con el negrito fino. Cada uno tiene su
Diosdado.
La escasez de dólares acelera el tiempo histórico. Hay que
tomar el poder total antes de que el hambre encoja la
voluntad revolucionaria. Tibisí acata y cumple las
instrucciones, dictadas en la plaza pública, para montar un
referendo que a Hugo le quede como sus trajes de Scutaro.
(Escríbame una pregunta que no la entienda ni el presidente
de la Academia de la Lengua. Prohíbale a esos carajos que
usen las palabras "reelección indefinida". Estire la hora de
votación hasta que los escuálidos, que son más flojos que un
balde e'chicha, tiren la toalla y nos dejen solos en las
mesas).
Se acabaron los miramientos. Lina Ron amedrenta estudiantes
alzados en la que pudiera ser su última misión antes de que
le llegue la Noche de los Cuchillos Largos. La vapuleada
comandanta, cuyos días de todos modos están contados, se
vuelve muy útil en los días que vienen, porque actúa sobre
los dos temores de Hugo Chávez. El temor inmediato es que la
Oposición consiga como testigos de mesa suficientes
ciudadanos con carácter para quedarse en las mesas de
votación hasta que los números estén en el CNE y las urnas
sean contabilizadas y cerradas. El temor mediato es que los
estudiante sigan en la calle y la gente se les vaya sumando.
Con el debido respeto, los militares han hecho saber que su
entrenamiento es para destruir el enemigo externo y no para
mancharse el uniforme con la sangre de sus compatriotas. Los
generales no tienen mucho problema, porque ellos ya se van y
en Florida el clima es como el de Venezuela. Pero a los
cuadros medios les preocupa que los dejen aquí asumiendo la
responsabilidad de una tragedia histórica.
Esto es suficiente para que no duerma quien de por sí tiene
mal sueño. Café y cigarro. Cigarro y café. Ya no hay tiempo
para trotar. El cuello ahoga. (¿Ustedes creen que es fácil
hablar durante siete horas sin pararse ni a mear? Menos mal
que el remedio de Evo es como mano e' santo.). Nadie quiere
prestarnos un centavo mientras los papeles brasileños suben
de precio porque ahora el petróleo se lo van a comprar a
Lula. "¡Petrobras pa' to' el mundo!", gritan en los mercados
financieros. Hasta Alí Rodríguez se lleva sus insultos, una
vez porque no me lo dijiste y la otra porque lo dijiste
delante de la gente. Adan reclama que a Diosdado le dieron
el lomito de Infraestructura. (¿Qué querías que hiciera?
¿Qué lo dejara irse para el partido, para que con ese
realero que tiene se lo coja y me pase lo que a Mussolini,
que quien lo botó del PSUV fue el propio Consejo Fascista?
Por cierto, Yesi, ¿Ravel está claro en que a Poleo no me lo
dejen ir más al Ciudadano? ¡Cuidao con vainas! ¿Qué? ¿Qué el
pueblo quiere pan? ¿Cómo fue que dijo María Antonieta? ¡Dénle
casabe, coño!)
* |
Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta |