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Días de insomnio
por Rafael Poleo
viernes, 6 febrero 2009


Si, en vez de ser modestamente política y económica, esta crónica tuviera la dignidad de la nota astrológica, comenzaría diciendo que los astros han entrado en conjunción retrógrada –desfavorable, adversa- para el presidente Chávez. En su manera sincretista, mi abuela barloventeña diría que "Tiene el santo volteao". En cuanto al cronista mismo, se limita a repetir dos apotegmas más o menos de su cosecha: "En Venezuela no hay buenos ni malos gobiernos, sino malos y buenos precios del petróleo" y "A los gobiernos no los tumban, sino que se caen".

Estas dos sentencias son tan discutibles como cualquier otra generalización y unas veces serán menos certeras que otras. Pero hasta cierto super-gerente experto en auxilios bancarios que alguna vez hizo mofa de ellas, debe admitir su utilidad a la hora de analizar el cuadro venezolano.

Sin abandonar este orden de ideas cabe señalar que en estos días Chávez salió con un par de disparates propios de quien pretende ser estadista sin saber sacar cuentas. Por ahí dijo que no permitirá que el precio del petróleo baje a 6 dólares, como le bajó al último gobierno democrático. Esta gaffe tiene varias facetas. Por una parte, respalda la tesis de que los precios del petróleo son determinantes para la calificación de un gobierno y decisivos a la hora de medir su estabilidad. La corredera de Chávez porque el precio ha bajado a 40 alivia de culpa a la administración anterior, que según él confiesa lo tuvo 7 veces más bajo. También agrava la culpa suya, que llegó a tenerlo 20 veces más alto y no fue capaz de hacer obra importante sino que más bien deterioró los activos nacionales y dobló el monto de la deuda. Él mismo se encargó de reforzar la auto-imputación cuando en otra perorata reprochó a la democracia haber gastado 250 mil millones de dólares en sus cuarenta años. La cifra no es exacta pero lo grave es que en su queso mental a Hugo se le olvida que en su década aciaga se ha dilapidado y pillado más de tres veces eso (850 mil millones). Pretensión mayor es la de influir en los precios del petróleo, cuando esa influencia depende de la capacidad de producción, y la capacidad de Venezuela se ha reducido a un sexto de la de Arabia Saudita, por mencionar sólo al mayor de los panas que Estados Unidos tiene en la OPEP.

Superado este intermedio de bodega, volvamos a lo que dicen los astros. En el campo internacional, Hugo hace boxeo de sombra desde que a un blanco fijo como era el tarado Bush le substituyó ese negrito de Chicago con filo de navaja barbera. Además de servirle de contrafigura favorable, Bush mantenía con Chávez el pacto tácito de los negocios petroleros, merecedores de una crónica aparte. O sea, que el pleito entre ellos era puro saludo a la bandera. En cambio, el negrito Obama tiene otros intereses. Lo suyo es sacudirse la dependencia energética, estrategia aconsejada, entre otros factores, por la fragilidad política del proveedor venezolano. O sea, que la reducción de nuestro mercado natural será parte de la herencia funesta que nos dejarán estos años de locura. En cuanto a las intenciones del negrito fino sobre América Latina, no pueden ser más claras. De Hugo dice que es un perturbador insoportable, mientras invita a Lula a la Casa Blanca ofreciendo abrirle las puertas de una globalización que para Brasil es tan favorable como inconveniente para Venezuela, dicho sea hablando de dinero. Pronto veremos cuánto valen tanto los gestos amables del astuto portugués como la cordialidad zamarra del paisa Uribe. Porque los amigos de Hugo lo son como el ratón del queso. Lula y Uribe cuidan balanzas comerciales donde venden a Venezuela cinco veces lo que le compran. Con el nuevo cuadro financiero, la amistad de Nicaragua, Ecuador y Bolivia se nos vuelve incosteable. La identificación con Irán nos enajena la confianza de Europa. Rusia nos quiere mientras nuestras compras de armamento sean lo que son: mayores que los cacareados regalos bélicos de Estados Unidos a Colombia, un poco para combatir el narcotráfico y un mucho para prevenir la penetración chavista a través de la guerrilla fraterna. Pero lo más doloroso es lo de Raúl Castro, apoderando a Lula para que le arregle la vaina con el negrito fino. Cada uno tiene su Diosdado.

La escasez de dólares acelera el tiempo histórico. Hay que tomar el poder total antes de que el hambre encoja la voluntad revolucionaria. Tibisí acata y cumple las instrucciones, dictadas en la plaza pública, para montar un referendo que a Hugo le quede como sus trajes de Scutaro. (Escríbame una pregunta que no la entienda ni el presidente de la Academia de la Lengua. Prohíbale a esos carajos que usen las palabras "reelección indefinida". Estire la hora de votación hasta que los escuálidos, que son más flojos que un balde e'chicha, tiren la toalla y nos dejen solos en las mesas).

Se acabaron los miramientos. Lina Ron amedrenta estudiantes alzados en la que pudiera ser su última misión antes de que le llegue la Noche de los Cuchillos Largos. La vapuleada comandanta, cuyos días de todos modos están contados, se vuelve muy útil en los días que vienen, porque actúa sobre los dos temores de Hugo Chávez. El temor inmediato es que la Oposición consiga como testigos de mesa suficientes ciudadanos con carácter para quedarse en las mesas de votación hasta que los números estén en el CNE y las urnas sean contabilizadas y cerradas. El temor mediato es que los estudiante sigan en la calle y la gente se les vaya sumando. Con el debido respeto, los militares han hecho saber que su entrenamiento es para destruir el enemigo externo y no para mancharse el uniforme con la sangre de sus compatriotas. Los generales no tienen mucho problema, porque ellos ya se van y en Florida el clima es como el de Venezuela. Pero a los cuadros medios les preocupa que los dejen aquí asumiendo la responsabilidad de una tragedia histórica.

Esto es suficiente para que no duerma quien de por sí tiene mal sueño. Café y cigarro. Cigarro y café. Ya no hay tiempo para trotar. El cuello ahoga. (¿Ustedes creen que es fácil hablar durante siete horas sin pararse ni a mear? Menos mal que el remedio de Evo es como mano e' santo.). Nadie quiere prestarnos un centavo mientras los papeles brasileños suben de precio porque ahora el petróleo se lo van a comprar a Lula. "¡Petrobras pa' to' el mundo!", gritan en los mercados financieros. Hasta Alí Rodríguez se lleva sus insultos, una vez porque no me lo dijiste y la otra porque lo dijiste delante de la gente. Adan reclama que a Diosdado le dieron el lomito de Infraestructura. (¿Qué querías que hiciera? ¿Qué lo dejara irse para el partido, para que con ese realero que tiene se lo coja y me pase lo que a Mussolini, que quien lo botó del PSUV fue el propio Consejo Fascista? Por cierto, Yesi, ¿Ravel está claro en que a Poleo no me lo dejen ir más al Ciudadano? ¡Cuidao con vainas! ¿Qué? ¿Qué el pueblo quiere pan? ¿Cómo fue que dijo María Antonieta? ¡Dénle casabe, coño!)
 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


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