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Imparable el precio del petróleo
por Rafael Poleo
jueves, 26 junio 2008


La reunión de productores de petróleo con la cual Arabia Saudita supuestamente trató de tranquilizar el mercado petrolero, ha tenido un efecto contraproducente. No podía ser de otro modo. Arabia Saudita lo sabía, pero quiso ser cortés con Occidente.

Cualquier aumento es irrisorio frente al alza intajable del consumo. Nadie podrá evitar que cada chino y cada indio –o indú- quiera un carro si cada americano de Oklahoma tiene tres. Además, la venta de esos carros es lo que mueve el empleo y el consumo; o sea, la economía. Los mercados lo entendieron así, y por eso al día siguiente de anunciarse tal aumento de la oferta los precios en vez de bajar subieron.

Por supuesto que Arabia Saudita conoce la verdad: el petróleo se está acabando, físicamente. No importa las cifras de reservas y producción que se exhiban. Llegó el momento previsto por la Agencia Mundial de la Energía en un informe discreto sobre el cual escribimos un péndulo hace cuatro o cinco años. Según ese informe, para el año 2010 el petróleo será insuficiente para mantener en movimiento la maquinaria del mundo industrializado.

Independientemente de que no sea un país democrático –no tiene que serlo, puesto que es islámico y el islamismo es teocrático-, Alá bendijo a la Arabia Saudita no tanto con petróleo cuanto con una clase dirigente preparada y responsable. En medio del desierto han desarrollado una economía diversificada y proporcionado a su pueblo un bienestar fundamentado, estable. Las de la Península Arábiga son naciones civilizadas según el hermoso patrón árabe, que no es el de la destructiva Hezbolla amada por Hugo. Dan trabajo bien remunerado y seguridad social y personal no sólo a su pueblo, sino a quienes de todo el mundo van a trabajar allí, desde expertos petroleros venezolanos expulsados por la fauna que infectó PDVSA hasta obreros llegados de todos los rincones de Asia y África. Bien diferente a los países petroleros salvajes, como Nigeria y Venezuela, a los cuales caudillejos de correspondiente condición han hecho perder la oportunidad que evidentemente no merecían.

Venezuela, nación cuyos habitantes creen que los políticos inmorales, las reinas de belleza y los tenientes coroneles raspados en el Curso de Estado Mayor tienen la sabiduría necesaria para gobernar, conserva la protección divina, no obstante sus modestísimos merecimientos. Es el caso que justo cuando el petróleo se está acabando, Venezuela vive bajo un régimen que, gracias a su ignorancia en esta y otras materias, no sabe extraer petróleo. Es así como éste commodity cada vez más precioso y preciado, permanece en el vientre de la Tierra. Allí estará cuando la pesadilla pase y el sol brille de nuevo. En esas reservas, en el gas del cual nuestra costa está preñada, y en la orimulsión –salvada también por la providencial ignorancia-, estará el financiamiento para construir una nación justa y soberana en este campamento minero que nos legaron los libertadores. Alá nos dé vida para verlo.
 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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