No
hace falta descender hasta los textos orientalistas de
autoayuda a los cuales Isaías Rodríguez se muestra adicto,
para saber que un náufrago ha de abrazarse al madero más
consistente que halle a mano. Rodríguez no pudo encontrar un
madero más sólido que el propio Chávez, a quien se aferra
con energía proporcional a la fuerza de las olas.
La
estrategia del ex Fiscal General es la de crear una
identificación tan completa como le sea posible entre su
persona y la del Presidente de la República. Así, lo que le
manche a él manchará al Presidente. Esto le garantizará la
solidaridad automática del universo chavista, supondrá la
obligación en que todo jefe chavista o funcionario público
estará de defenderlo, inhibirá tanto a quienes se atreven a
meterse con él mas no con Chávez como a los chavistas de
corrientes adversas a la suya (aquellos a quienes el fiscal
Anderson quería pasar por su máquina de contar billetes).
En este
sentido, para Rodríguez significa una ayuda la declaración
de Hernando Contreras, Fiscal Nacional de Competencia Plena
con quien su relación era “no buena, excelente” (Isaías
Rodríguez a “El Nacional” del 12/4/8). Tanto, que le
encomendó el Caso Anderson. Contreras denunció formalmente
en carta a la actual Fiscal General, Luisa Ortega Díaz
(17/3/8), que “la responsabilidad sobre el cambio de las
entrevistas rendidas por el testigo Giovanny Vásquez de
Armas en la investigación penal relativa al homicidio del ex
Fiscal Danilo Anderson recaía directamente en la persona
del entonces Fiscal General de la República, Julián Isaías
Rodríguez, quien alegaba luego de leerlas, que éstas debían
‘ser consultadas con el Alto Gobierno ya que esa
investigación era un problema de Estado’, posteriormente nos
reunía a los fiscales comisionados y nos decía que debíamos
quitar a tal o cual persona o colocar el nombre de otra… ”.
En estos
días se han publicado expresiones de Chávez advirtiendo que
en este país hay un solo jefe –él. Así que nadie puede
dudar que “Alto Gobierno” quiere decir Chávez. En efecto, ¿a
quién más podía consultar nada menos que el Fiscal General
de la República, cuya autonomía y estabilidad se presume en
cualquier país civilizado? No al Vicepresidente, cargo que
ya Rodríguez había ocupado y superado. Al Presidente propio,
quien así quedó señalado como verdadero autor de la farsa
del “testigo estrella”.
El
Presidente de la República queda señalado en declaración
formal del Fiscal de Competencia Plena a quien el Fiscal
General encomendó la elaboración del expediente. (Esto, de
paso, explica que la Fiscala General trate de ignorar la
existencia de tan enorme y calificada denuncia: ¡Ese sí que
es un problema de Estado!). Ahora… En sana lógica y en la
medida en que esa virtud exista hoy en Venezuela, no hay
razones para suponer que el presidente Chávez fuera
consultado sobre el Adefesio Anderson. Suponerlo sería
avalar los rumores de que ese fue un crimen endógeno,
consecuencia de la lucha a cuchillo entre los poderosos
grupos económicos que se han creado en las entrañas del
chavismo. Sólo así podría el presidente ocuparse paso a paso
de lo que, a fin de cuentas, hubiera pasado como un crimen,
crimen espectacular, pero un crimen más. Repito: No hay
razones para pensar que tales consultas del Fiscal General
al Presidente fueran ciertas.
Por
supuesto, el éxito de esa aventurada suposición lesiva al
Presidente corresponde a la estrategia de Rodríguez para
escapar al juicio no sólo de la opinión pública y la
Historia, donde ya está condenado, sino de los tribunales
comunes. Son aplastantes los argumentos que le inculpan como
autor de una farsa concebible sólo en las trágicas
condiciones éticas que vive la República. El marco, obra
también del ex Fiscal, según el cual todo cuanto se ha
sabido es una conspiración de la CIA, en nada disminuye su
culpa, y aún la agrava, por lo menos ante Chávez, a quien la
torpeza de Rodríguez habría colocado en situación de
vulnerabilidad frente a las maquinaciones de El Imperio -que
existe, y es maluco. Si no se hubiese montado esa farsa, o
se la hubiese montado bien, no estaría Chávez en la apretura
que Isaías describe en “Últimas Noticias” de antier viernes
18 de abril. Allí el cuitado describe todo lo que El Imperio
hace para tumbar a Chávez. En primer lugar, “revolver (no
‘resolver’, N. del R.) el Caso Anderson”. Luego, en orden
descendente de importancia, el desabastecimiento, el
aislamiento internacional, el boicot de los servicios
públicos y privados, el estrangulamiento de la economía…
(Alguien diría que el posicionamiento internacional de
Chávez lo escogió él solito –aunque de verdad parece que lo
hubiera hecho su peor enemigo-, que el desabastecimiento lo
provoca la persecución contra los productores agrícolas y lo
mitigan las importaciones provenientes del Imperio. Pero esa
es otra historia).
Aparte de
identificar su suerte con la de Chávez, lo cual a Chávez no
debe hacerle muy feliz, Isaías resbala en un lambedero de
contradicciones que harían recomendable para él replegarse
en cauteloso silencio. Él mismo está levantando el
expediente en su contra, con tan escaso tino como levantó el
del Caso Anderson –Contreras dixit. El viernes pasado
declaró a “Últimas Noticias” que a Giovanny lo conoció por
encimita, cuando un coronel llegado de Colombia se lo trajo
a las 9 de la noche. Más que una entrevista fue un contacto,
dice. Ni siquiera se siente seguro de que sea colombiano,
salvo por su acento. Sugiere que lo vio esa noche y nunca
más. Desvía toda responsabilidad hacia el lado delgado de la
soga: los fiscales –ya se olía Hernando Contreras que eso
iba a pasar, y por eso picó adelante con la denuncia que la
Fiscala ignora.
¿El Isaías
Rodríguez que esto dice será el mismo Fiscal General de la
República que el 13/11/05 declaró a “Últimas Noticias” lo
que a continuación transcribo?:
(Periodista):
¿Cómo verificaron que (Giovanny Vásquez) no era un farsante?
(Isaías):
De varias formas. Primero lo interrogo tres horas yo solo y
tengo la impresión de que está diciendo verdades; no todas,
pero está diciendo verdades. Hay una cantidad de elementos
de la investigación que yo manejo, y él los señala de una
manera ordenada, sin duda.
(Periodista):
¿No se paseó por la posibilidad de que fuese un actor, que
le estuviesen tendiendo una trampa?
(Isaías):
Me paseé por todas, incluso una más grave: “Me lo están
mandado los autores del asesinato para confundirme y
llevarme a un terreno más fácil para ellos defenderse”.
(Periodista):
¿Y qué hizo para concluir que no era así?
(Isaías):
Primero, el interrogatorio. Ahí llego a la conclusión de que
no sólo tiene verdades, sino vivencias. Me di cuenta de que
ha vivido lo que está diciendo. Tú lo percibes por el gesto,
los ojos, el dolor, la tristeza, la rabia, la angustia.”
Tras esta
descripción de una intimidad tan intensa que hasta le
permite palpar el alma de su interrogado, Isaías cuenta cómo
reunió a los fiscales, les relató su vivencia y éstos
quedaron convencidos de que había evidencias para meter
preso a medio mundo.
Isaías,
Isaías y sólo Isaías. ¿Con qué derecho mete a Hugo en esta
vaina?
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |