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La peligrosa estrategia de Isaías
por Rafael Poleo
martes, 22 abril 2008


     No hace falta descender hasta los textos orientalistas de autoayuda a los cuales Isaías Rodríguez se muestra adicto, para saber que un náufrago ha de abrazarse al madero más consistente que halle a mano. Rodríguez no pudo encontrar un madero más sólido que el propio Chávez, a quien se aferra con energía proporcional a la fuerza de las olas.

 

      La estrategia del ex Fiscal General es la de crear una identificación tan completa como le sea posible entre su persona y la del Presidente de la República. Así, lo que le manche a él manchará al Presidente. Esto le garantizará la solidaridad automática del universo chavista, supondrá la obligación en que todo jefe chavista o funcionario público estará de defenderlo, inhibirá tanto a quienes se atreven a meterse con él mas no con Chávez como a los chavistas de corrientes adversas a la suya (aquellos a quienes el fiscal Anderson quería pasar por su máquina de contar billetes).

 

     En este sentido, para Rodríguez significa una ayuda la declaración de Hernando Contreras, Fiscal Nacional de Competencia Plena con quien su relación era “no buena, excelente” (Isaías Rodríguez a “El Nacional” del 12/4/8). Tanto, que le encomendó el Caso Anderson. Contreras denunció formalmente en carta a la actual Fiscal General, Luisa Ortega Díaz (17/3/8),  que “la responsabilidad sobre el cambio de las entrevistas rendidas por el testigo Giovanny Vásquez de Armas en la investigación penal relativa al homicidio del ex Fiscal Danilo Anderson  recaía directamente en la persona del entonces Fiscal General de la República, Julián Isaías Rodríguez, quien alegaba luego de leerlas,  que éstas debían ‘ser consultadas con el Alto Gobierno ya que esa investigación era un problema de Estado’, posteriormente nos reunía a los fiscales comisionados y nos decía que debíamos quitar a tal o cual persona o colocar el nombre de otra… ”.

 

     En estos días se han publicado expresiones de Chávez advirtiendo que en este país hay un solo jefe –él. Así que nadie  puede dudar que “Alto Gobierno” quiere decir Chávez. En efecto, ¿a quién más podía consultar nada menos que el Fiscal General de la República, cuya autonomía y estabilidad se presume en cualquier país civilizado? No al Vicepresidente, cargo que ya Rodríguez había ocupado y superado. Al Presidente propio, quien así quedó señalado como verdadero autor de la farsa del “testigo estrella”.

 

      El Presidente de la República queda señalado en declaración formal del Fiscal de Competencia Plena a quien el Fiscal General encomendó la elaboración del expediente. (Esto, de paso, explica que la Fiscala General trate de ignorar la existencia de tan enorme y calificada denuncia: ¡Ese sí que es un problema de Estado!). Ahora… En sana lógica y en la medida en que esa virtud exista hoy en Venezuela, no hay razones para suponer que el presidente Chávez fuera consultado sobre el Adefesio Anderson. Suponerlo sería avalar los rumores de que ese fue un crimen endógeno, consecuencia de la lucha a cuchillo entre los poderosos grupos económicos que se han creado en las entrañas del chavismo. Sólo así podría el presidente ocuparse paso a paso de lo que, a fin de cuentas, hubiera pasado como un crimen, crimen espectacular, pero un crimen más. Repito: No hay razones para pensar que tales consultas del Fiscal General al Presidente fueran ciertas.

 

     Por supuesto, el éxito de esa aventurada suposición lesiva al Presidente corresponde a la estrategia de Rodríguez para escapar al juicio no sólo de la opinión pública y la Historia, donde ya está condenado, sino de los tribunales comunes. Son aplastantes los argumentos que le inculpan como autor de una farsa concebible sólo en las trágicas condiciones éticas que vive la República. El marco, obra también del ex Fiscal, según el cual todo cuanto se ha sabido es una conspiración de la CIA, en nada disminuye su culpa, y aún la agrava, por lo menos ante Chávez, a quien la torpeza de Rodríguez habría colocado en situación de vulnerabilidad frente a las maquinaciones de El Imperio -que existe, y es maluco. Si no se hubiese montado esa farsa, o se la hubiese montado bien, no estaría Chávez en la apretura que Isaías describe en “Últimas Noticias” de antier viernes 18 de abril. Allí el cuitado describe todo lo que El Imperio hace para tumbar a Chávez. En primer lugar, “revolver (no ‘resolver’, N. del R.) el Caso Anderson”. Luego, en orden descendente de importancia, el desabastecimiento, el aislamiento internacional, el boicot de los servicios públicos y privados, el estrangulamiento de la economía…  (Alguien diría que el posicionamiento internacional de Chávez lo escogió él solito –aunque de verdad parece que lo hubiera hecho su peor enemigo-, que el desabastecimiento lo provoca la persecución contra los productores agrícolas y lo mitigan las importaciones provenientes del Imperio. Pero esa es otra historia).

 

     Aparte de identificar su suerte con la de Chávez, lo cual a Chávez no debe hacerle muy feliz, Isaías resbala en un lambedero de contradicciones que harían recomendable para él replegarse en cauteloso silencio. Él mismo está levantando el expediente en su contra, con tan escaso tino como levantó el del Caso Anderson –Contreras dixit. El viernes pasado declaró a “Últimas Noticias” que a Giovanny lo conoció por encimita, cuando un coronel llegado de Colombia se lo trajo a las 9 de la noche. Más que una entrevista fue un contacto, dice. Ni siquiera se siente seguro de que sea colombiano, salvo por su acento. Sugiere que lo vio esa noche y nunca más. Desvía toda responsabilidad hacia el lado delgado de la soga: los fiscales –ya se olía Hernando Contreras que eso iba a pasar, y por eso picó adelante con la denuncia que la Fiscala ignora.

 

     ¿El Isaías Rodríguez que esto dice será el mismo Fiscal General de la República que el 13/11/05 declaró a “Últimas Noticias” lo que a continuación transcribo?: 

 

     (Periodista): ¿Cómo verificaron que (Giovanny Vásquez) no era un farsante?

     (Isaías): De varias formas. Primero lo interrogo tres horas yo solo y tengo la impresión de que está diciendo verdades; no todas, pero está diciendo verdades. Hay una cantidad de elementos de la investigación que yo manejo, y él los señala de una manera ordenada, sin duda.

     (Periodista): ¿No se paseó por la posibilidad de que fuese un actor, que le estuviesen tendiendo una trampa?

     (Isaías): Me paseé por todas, incluso una más grave: “Me lo están mandado los autores del asesinato para confundirme y llevarme a un terreno más fácil para ellos defenderse”.

     (Periodista): ¿Y qué hizo para concluir que no era así?

     (Isaías): Primero, el interrogatorio. Ahí llego a la conclusión de que no sólo tiene verdades, sino vivencias. Me di cuenta de que ha vivido lo que está diciendo. Tú lo percibes por el gesto, los ojos, el dolor, la tristeza, la rabia, la angustia.” 

 

     Tras esta descripción de una intimidad tan intensa que hasta le permite palpar el alma de su interrogado, Isaías cuenta cómo reunió a los fiscales, les relató su vivencia y éstos quedaron convencidos de que había evidencias para meter preso a medio mundo.

 

     Isaías, Isaías y sólo Isaías. ¿Con qué derecho mete a Hugo en esta vaina?

 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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