Isaías
Rodríguez le ha hecho al régimen un daño irreversible con su
testigo de mirada profunda. Ese daño no podrán repararlo las
nuevas fábulas que ese testigo cuente en las declaraciones
que promete hacer mañana martes. Diga lo que diga, no
podemos creerle. Ni siquiera si dice lo que parece obvio:
que Isaías montó el esperpento.
Las investigaciones de la periodista María Angélica Correa
dejaron claro que Giovanny Vásquez no pudo haber estado en
las reuniones conspirativas donde afirmó haber visto a
personalidades como Nelson Mezerane, Patricia Poleo y un
viejito vestido de gris con un gran crucifijo en el pecho
-manera de describir, sin mencionarlo, al cardenal Castillo
Lara. Para la fecha atribuida a esas reuniones, el testigo
cuya mirada convenció al Fiscal General estaba preso por
falsear declaraciones ante tribunales, bien lejos de los
lugares donde dijo haber presenciado las míticas reuniones
conspirativas.
Isaías Rodríguez ha tenido que aceptar que su testigo es un
farsante. Considera posible que se lo infiltraran para
desorientarlo en las investigaciones. Ésa es un confesión de
incapacidad. Ni para juez ni para fiscal, ni para
responsabilidad distinta de la novela y el cuento, sirve una
persona que eleva a la categoría de evidencia las palabras
de un declarante cuya única garantía de veracidad es la
profundidad de su mirada. Poco después de iniciado el
esperpento, Isaías le declaró a Ernesto Villegas, de Últimas
Noticias, que él creía en ese testigo porque se veía que
había sufrido mucho. El periodista no pudo retener la
observación de que todo eso era bien subjetivo. Isaías
reforzó sus razones de credibilidad invocando la ya
antológica profundidad de la mirada. Esas declaraciones
indicaron, ya entonces, que el pobre Isaías o estaba
seriamente dañado en su estructura psíquica o era incapaz
hasta de montar una farsa siquiera coherente. Y, digo yo,
¿por qué entonces el presidente Chávez no le dio al absurdo
Fiscal una sabia indicación del tipo “Por qué no te callas”?
Por allí vienen las sospechas de que, como ahora dice el
testigo, todo se manejó desde el Alto Gobierno.
Mientras tanto, algunos periodistas, o por lo menos la
precitada Correa, han seguido en contacto con Giovanny
Vásquez. A todos les ha dicho cosas que Isaías preferiría no
se supieran. Claro que pudo haber mentido en esas
conversaciones con periodistas. ¿Quién puede saber cuándo
miente un sujeto diagnosticado como mitómano compulsivo
-otra certificación lograda por Correa? Para saber si
Giovanny dice la verdad, la actual Fiscal tendría que llamar
al único giovanólogo conque cuenta el régimen, quien es
precisamente Isaías Rodríguez. Una sesión de miradas
profundas le bastará para saber si esta vez el farsante dice
la verdad.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |