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Aceptar disidentes
por Rafael Poleo
viernes, 5 diciembre 2008


       A La Oposición vista como una comunidad –así se siente ella- no le queda otro camino que acoger la disidencia chavista. Las razones para ello son muchas y en cambio la razón para lo contrario es una sola: esa ciega mezquindad de los dirigentes que sacrifican el cambio político en beneficio de sus intereses sectoriales y personales.

 

       Las elecciones del 23N deberían bastar como lección que destruya esta sorda resistencia a la admisión de los disidentes. El Nuevo País publicó el miércoles un análisis numérico de los resultados municipales, en el cual se demuestra que el voto opositor (oposición más disidentes), fue con frecuencia mayor que el oficialista, pero se frustró por la división entre opositores viejos y opositores nuevos llegados por la vía de la disidencia. El vaticinio pre-electoral de este cronista sobre la paridad que debió darse entre alcaldías oficialistas y opositoras se basó en el supuesto de que el voto anti-fascista iría unido. Sobre-estimamos la generosidad y el criterio, por no decir la responsabilidad, de los dirigentes de oposición.

 

       La misma estrechez determinó derrotas de la Oposición en gobernaciones donde tuvo mayoría, como Bolívar, Guárico y Barinas. En Bolívar no estamos claros sobre quién debió apoyar a quién, pero vale la pena informar que a los dos opositores “el otro” les ofreció la Secretaría General de Gobierno y varias direcciones. Ninguno la aceptó. Los dos se sentían sobrados y por ahí perdieron. En Guárico, la Oposición se empeñó en Reynaldo Armas despreciando la certeza numérica de derrotar al Régimen si aceptaban las ofertas –bien generosas por cierto- de Manuit, la candidata no-oficialista que tenía más chance. En Barinas, el opositor Rafael Simón Jiménez ha escrito y publicado que por solicitud de AD que le transmitió Omar Barboza, presidente de Un Nuevo Tiempo, mantuvo su opción como candidato de la Oposición. AD y UNT prefirieron que el chavismo siguiera feudalizando a Barinas antes que apoyar al disidente. Frustraron la decisión de la mayoría ciudadana, pero están felices porque eliminaron a un competidor -Reyes. También dice Jiménez que el disidente Reyes rechazó todo apoyo. Pero eso fue al principio. En la semana final, cuando el peso del Estado y la presencia pertinaz de Chávez en Barinas le aguaron la sopa, Reyes se manifestó dispuesto a ceder, y esta vez fue la Oposición quien prefirió verlo derrotado.

 

       La conclusión de todo esto –sin necesidad de relatar aspectos más escabrosos del problema-, es que la opinión pública opositora debe estar tan pendiente de las mezquindades de sus dirigentes como de las fechorías del Gobierno. Después de todo, los ciudadanos tenemos derecho a meternos en la vida de nuestras instituciones y velar por su salud.

 

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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