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El CNE paró las encuestas
por Rafael Poleo
martes, 27 noviembre 2007


El CNE ha procedido de urgencia para impedir que se revele el secreto peor guardado en América y sus alrededores. Este secreto a voces es que el Gobierno está perdiendo por un margen amplísimo las elecciones del próximo domingo. La tendencia dice que ese margen adverso le crecerá de aquí al 2 de diciembre.

La orden de silencio impartida por el organismo, que según Manuel Rosales es “una misma cosa que el Gobierno”, intenta bloquear la estampida no sólo electoral sino física de los jerarcas que ya tienen vistos los sótanos de exilio donde irán a disfrutar sus ahorritos. Pero lo más importante es darle al aparato montado para el fraude (palabras de Escarrá) tiempo y sosiego para cumplir la tarea para la cual fue creado.

Merece elogio la precisión conque la presidenta del CSE bajó la guillotina justo después de que el Gobierno divulgó como actual una encuesta realizada hace dos meses, cuando el SÍ iba adelante. Hablado que hubo el dueño del micrófono, queda cerrado el derecho de palabra sobre el tema de los porcentajes. Así se cancela el comentario de que hace unas semanas las líneas se cruzaron, el No pasó al SÍ y, como la tendencia se mantiene, la tijera está cada día más abierta. Abiertota.

El mayor afluente del río negativo son los abstencionistas que deciden votar, tendencia que se vuelve catarata. En cambio, el SÍ no crece, porque sus partidarios se manifestaron desde el principio, mientras el grueso del NO -casi la mitad de los electores- estaba agazapado en la abstención. En los últimos días éstos han decidido votar, gracias a la promesa de que Escarrá estará en la calle y Rosales se aconsejará mejor. También pesa el eficaz activismo de Podemos, que dará el triunfo al NO en Sucre y Aragua, y el doble juego de algunos gobernadores y alcaldes, como el guariqueño Manuit y otros caudillejos chavistas cuya autonomía Hugo resiente.

La mayoría no votará NO contando conque la cuenten, sino conque esta vez sus líderes no los mandarán a dormir. Les entusiasma no tanto depositar un voto de incierto destino, cuanto protestar por eso. Esta efervescencia al aire libre condiciona la conducta de un Gobierno que en la calle tiene su peor enemigo.

¿Cuál puede ser esa conducta de un régimen prematuramente decrépito que necesita disimular ante el mundo esa precariedad? No podrá anunciar su derrota, pero tampoco voltear los números como según la voz del pueblo hizo otras veces. Allí entra en juego la imaginación de los expertos cubanos que piensan por el PUSV. No se puede voltear un resultado tipo 60-40. La masa no está para bollos, cual lo demuestra el estallido en el centro del país, del cual lo más grave es que tomó por sorpresa a los servicios de inteligencia. En estas condiciones, lo prudente es dejar un margen mínimo. Este margen será a favor del SÍ caso de que la Oposición se apendejice -a lo cual es proclive-, o del NO si ésta se comporta como debe. Caso de que les convenga dejarle un 3% de ventaja al NO, darán otra muestra de su histórica vocación democrática. Caso de que le den esa ventaja al SÍ, dirán que con tan poco margen no se sienten autorizados para cambiar la naturaleza de la sociedad venezolana, dejándolo para mejor ocasión.

Otra opción tienen: la de que, en vista de que el país está revuelto, las elecciones se dejan para después, lo cual sería motivo de otra crónica.

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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