El
CNE ha procedido de urgencia para impedir que se revele el
secreto peor guardado en América y sus alrededores. Este
secreto a voces es que el Gobierno está perdiendo por un
margen amplísimo las elecciones del próximo domingo. La
tendencia dice que ese margen adverso le crecerá de aquí al
2 de diciembre.
La orden de silencio impartida por el organismo, que según
Manuel Rosales es “una misma cosa que el Gobierno”, intenta
bloquear la estampida no sólo electoral sino física de los
jerarcas que ya tienen vistos los sótanos de exilio donde
irán a disfrutar sus ahorritos. Pero lo más importante es
darle al aparato montado para el fraude (palabras de Escarrá)
tiempo y sosiego para cumplir la tarea para la cual fue
creado.
Merece elogio la precisión conque la presidenta del CSE bajó
la guillotina justo después de que el Gobierno divulgó como
actual una encuesta realizada hace dos meses, cuando el SÍ
iba adelante. Hablado que hubo el dueño del micrófono, queda
cerrado el derecho de palabra sobre el tema de los
porcentajes. Así se cancela el comentario de que hace unas
semanas las líneas se cruzaron, el No pasó al SÍ y, como la
tendencia se mantiene, la tijera está cada día más abierta.
Abiertota.
El mayor afluente del río negativo son los abstencionistas
que deciden votar, tendencia que se vuelve catarata. En
cambio, el SÍ no crece, porque sus partidarios se
manifestaron desde el principio, mientras el grueso del NO
-casi la mitad de los electores- estaba agazapado en la
abstención. En los últimos días éstos han decidido votar,
gracias a la promesa de que Escarrá estará en la calle y
Rosales se aconsejará mejor. También pesa el eficaz
activismo de Podemos, que dará el triunfo al NO en Sucre y
Aragua, y el doble juego de algunos gobernadores y alcaldes,
como el guariqueño Manuit y otros caudillejos chavistas cuya
autonomía Hugo resiente.
La mayoría no votará NO contando conque la cuenten, sino
conque esta vez sus líderes no los mandarán a dormir. Les
entusiasma no tanto depositar un voto de incierto destino,
cuanto protestar por eso. Esta efervescencia al aire libre
condiciona la conducta de un Gobierno que en la calle tiene
su peor enemigo.
¿Cuál puede ser esa conducta de un régimen prematuramente
decrépito que necesita disimular ante el mundo esa
precariedad? No podrá anunciar su derrota, pero tampoco
voltear los números como según la voz del pueblo hizo otras
veces. Allí entra en juego la imaginación de los expertos
cubanos que piensan por el PUSV. No se puede voltear un
resultado tipo 60-40. La masa no está para bollos, cual lo
demuestra el estallido en el centro del país, del cual lo
más grave es que tomó por sorpresa a los servicios de
inteligencia. En estas condiciones, lo prudente es dejar un
margen mínimo. Este margen será a favor del SÍ caso de que
la Oposición se apendejice -a lo cual es proclive-, o del NO
si ésta se comporta como debe. Caso de que les convenga
dejarle un 3% de ventaja al NO, darán otra muestra de su
histórica vocación democrática. Caso de que le den esa
ventaja al SÍ, dirán que con tan poco margen no se sienten
autorizados para cambiar la naturaleza de la sociedad
venezolana, dejándolo para mejor ocasión.
Otra opción tienen: la de que, en vista de que el país está
revuelto, las elecciones se dejan para después, lo cual
sería motivo de otra crónica.
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |