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Pulso mortal entre Chávez y militares
por Rafael Poleo
domingo, 22 julio 2007


Chávez ha comenzado la ofensiva final para implantar en Venezuela un régimen comunista. Esta decisión la ha tomado a pesar de que los factores le son ahora mismo adversos. Casi es el peor momento para un intento de esa naturaleza. Pero Chávez sabe que dentro de unos meses las condiciones le serán aún menos favorables.

Las perspectivas financieras son dramáticas. Son las que provocaron la caída de Perón y Pérez Jiménez en los años cincuenta. El derroche, el desorden y la corrupción han vaciado las arcas. La industria petrolera está casi colapsada por efecto de una gerencia incompetente y corrompida. El déficit presupuestario es creciente, incontenible e inmanejable. Eso basta para determinar la caída de cualquier gobierno, mucho más de uno que depende de la corrupción a todos los niveles, incluído el de las clases más humildes que reciben subsidio directo y periódico en efectivo. Dentro de poco no habrá sino dinero inorgánico, vacío, sin valor, que entregar a las misiones.

El cuadro internacional es desastroso. No quedan apoyos sino de países menesterosos, política y militarmente insignificantes, como Cuba, Nicaragua y Bolivia. Ecuador y la Argentina se nos apartan en la medida en que nos sospechan sin dinero. El resto del continente está antagonizado. Las grandes potencias quieren que Chávez salga. Estados Unidos, obviamente. Pero también El Vaticano y la Unión Europea. Rusia y China estirarán las relaciones mientras puedan vender algo, pero nos dejarán en la hora final. Putin ya ve que no habrá con qué comprarle submarinos. China nos vende lo que puede, como los inadecuados taladros petroleros que estallaron en Oriente, incidente por el cual no podremos cumplir el compromiso con Japón, que ya pagó un petróleo que no podemos entregarle porque no lo producimos. Queda el fundamentalismo islámico. Pero, ¿en qué medida nos conviene indentificarnos con una ideología terrorista en la cual el resto del mundo, incluído China y Rusia, ven la mayor de las amenazas?

Para enfrentar este cuadro trágico, Chávez tratará de unir al país en torno a un enemigo común: los Estados Unidos. Militarizará ese antagonismo para sancionar como traidor a la patria a quien tenga objeciones. Habrá caza de brujas, especialmente entre los militares. Paralelamente acelera la estructuración de milicias como alternativa a un estamento militar que le es claramente adverso. Esa estructuración de la fuerza alternativa es desembozada. Más aún, se la utiliza como instrumento disuasivo. El artículo de Lina Ron en “El Nuevo País” describiendo el crecimiento de estos irregulares fue una importante pieza táctica preparada en un laboratorio de alto nivel.

El enfrentamiento entre Chávez y los militares no llegará a choques armados. Si acaso habrá algún incidente. Es una guerra de posiciones en la cual vencerá quien más rápida y sólidamente ocupe los puntos clave que dan el control de la Fuerza Armada –de los cuales el ministerio de la Defensa no es el más importante. La alta oficialidad se expresó a través de Baduel en el discurso donde rechazó absolutamente el proyecto de Chávez en lo político, lo económico y lo social. El nuevo ministro, por el contrario, exigió prepararse para el choque contra los Estados Unidos. Esta presunción de una invasión americana justificaría la substitución de la Fuerza Armada regular, incapaz de enfrentar a los yanquis, por unas fuerzas irregulares que luchen contra el invasor mediante francotiradores, guerrilla y terrorismo. Müller Rojas lo dijo. Irak es el modelo.

Por último en escalafón más no en importancia están los cuadros medios, especialmente los tenientes coroneles que comandan los batallones. Cuando fueron designados hace un año, Patricia Poleo publicó con anticipación quiénes serían los nuevos comandantes. No se equivocó en uno solo, a pesar de que terminó la lista observando que a esos jóvenes oficiales Chávez no los conocía. Quienes los conocen son Diosdado Cabello y Ronald Blanco La Cruz, militares gobernadores de Miranda y Táchira respectivamente, a quienes se atribuye una postura más parecida a la de Baduel que a la de Chávez; es decir, ese cambio social profundo en democracia y libertad que José Vicente Ranbgel dijo al lanzar su programa y Baduel elogió en la demolición del modelo castro-comunista con que se despidió del Ministerio de la Defensa.

A grandes rasgos, el cuadro es muy desfavorable para Chávez. No sería extraño que niegue haber dicho todo lo que ha dicho y haber hecho todo lo que ha hecho. Su cerebro, Fidel Castro, conoce perfectamente la recomendación de Lenín: dar un paso atrás para luego dar dos hacia delante.

De cualquier modo, en este pulso los venezolanos nos estamos jugando la felicidad o el horror.

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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