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Venezuela fuera de juego
por Rafael Poleo
lunes, 12 marzo 2007


Cuando supo la caída de Puerto Cabello, el general Miranda dijo: “La république est blessée au coeur”. Solamente su idioma adoptivo, la lengua universal de los humanistas de su tiempo, era eficaz para expresar la magnitud de la desgracia: la república estaba herida en el corazón.

La alianza estratégica de Estados Unidos y Brasil hiere en el corazón a Venezuela, comprometiendo seriamente nuestra posibilidad de construir un país civilizado en este campamento minero que nos legaron los libertadores. No podemos culpar a nadie. Todo es producto de nuestra torpeza, de nuestra irracionalidad, de nuestro barato ideologismo –a veces neo-liberal y a veces socialista sin llegar a ser cosa alguna.

Lo del estanol es cierto, y funciona, como suelen funcionar los planes concebidos en los países donde los dirigentes piensan con la cabeza, obviedad que no todo el mundo cumple. El Brasil, gobernado por una casta de origen portugués –es decir, disciplinada, trabajadora y tenaz-, ya mueve con etanol casi un 80% de su parque automotriz. Estados Unidos hará lo mismo y el resto del mundo le seguirá. No será alcohol producido con caña y maíz que faltarían para la alimentación, sino nuevas variedades cerealeras creadas al efecto por una cosa que llaman tecnología, despreciada en países enamorados de la pobreza.

Era ingenuo pensar que Estados organizados, independientes de la voluntad de revolucionarios sin preparación para el manejo de su destino, se someterían a la voluntad de Venezuela sólo porque aquí hay petróleo y allá no. Brasil es desde hace tiempo un país hecho y derecho. En cuanto a Estados Unidos, es la única potencia real del planeta y lo será por algunas generaciones más, porque los imperios caen, pero a velocidad imperceptible salvo cuando lo leemos en los textos de Historia. Mientras nuestro presidente recorría el mundo repartiendo los recursos de la república como quien reparte caramelos en Carnaval y nuestra improvisada diplomacia pagaba a los malentretenidos de por ahí para que armaran manifestaciones inocuas, el gran país del Norte y el gran país del Sur armaban una alianza que deja a todos con los ojos claros y sin vista.

La pretensión de ocultar el sol con un dedo montando espectáculos patéticos como el de nuestro presidente en Buenos Aires, añade un tono trágico a esta dolorosa desigualdad aptitudinal ya no entre los gobernantes de Estados Unidos y Venezuela, sino entre éstos y los del Brasil, país que al abrirse el mercado americano se va “por el pico e’la botella”, como decían nuestros mayores en el Llano. Ese mercado americano es lo determinante en la economía mudial. Si Estados Unidos obstruye el ingreso de manufacturas baratas de China y productos sofisticados de Europa, el yuan y el euro se van a la porra. Estados Unidos no lo hace porque la interdependencia de la economía mundial es una realidad más alla de las ideologías, cosa que no pretendo explicar a nuestros gobernantes ni creo que ellos estén en disposición de considerar.

Herida en el corazón la V República, llega el momento en que diga, siempre a contracorreinte, que no soy anti-chavista. Esta no es la única oportundad que hemos perdido. Antes desperdiciamos las del auge petrolero que coincidió con los gobiernos de Pérez I y Herrera. En aquellos casos no hubo quien se los dijera con viril claridad a los presidentes –salvo excepciones como la de Pérez Alfonzo. ¿Habrá en el chavismo alguien con personalidad para decirle al Presidente que está equivocado, a ver si todavía tenemos tiempo de salvar esta república herida en el corazón?

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  Artículo publicado originalmente en el diario El Nuevo País


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