Inicio | Editor | Contáctenos 
 

Derechito al desastre
por Rafael Poleo
viernes, 6 julio 2007


A veces al cronista no le queda otra que ser definitivamente pesado. Hugo es uno que debe odiarme por esta semanal reláfica de sus disparates y fracasos. Pero, ¿qué hace uno, si no hay aciertos y éxitos que reportar? Menos mal que en esto me siento bien acompañado. Lo estoy públicamente por algunas eminencias del régimen. Así por Maza Zavala, maestro indiscutido de la Economía y de las Finanzas, quien, sin dirigirse particularmente a nadie, cada tanto dice cómo deberían hacerse las cosas, siempre distinto a como las hace Hugo. Y por Müller Rojas, pulido general y viejo profesor de Ciencias Políticas con antigua posición revolucionaria, sólo que metida en la ortodoxia de la estrategia y la táctica como la enseñan los grandes autores, no improvisada en estado de frustración y arrechera. Y por la llamada Fosforito, porque la percibo auténtica en su posición -lástima que a veces la exprese de modo inadecuado, pero esas son licencias permitidas a las mujeres. Y por la señora Ron, la que da aires populares a un ilustre apellido guariqueño, y a quien se le ve la intuición de que por este camino todo se irá al mismísimo.

Otros callan y esperan. Apuesto doble contra sencillo que Baduel y Diosdado, rivales naturales a quienes Hugo contrapone, no están de acuerdo con una estrategia que lleva a una serie interminable de derrotas. Espiguemos las del momento: 1º: Fracaso general en el costoso esfuerzo por alinear a Latinoamérica contra Estados Unidos. Se comieron y se bebieron nuestros petrodólares y ahora ni siquiera nos dejan entrar en Mercosur. Pero, ¿cómo iban a permitirlo? La palabra lo dice: Mercado del Sur. Algo concebido para comprar y vender, no para hacer la guerra. Mercosur es para ir juntos a las negociaciones con el Imperio, que existe y es maluco, el único que tiene billete para comprar lo que aquí produzcamos. 2º: Fracaso total en el costoso esfuerzo de sobornar a la Unión Europea y a Rusia dándoles contratos y comprándoles cuanto coroto inútil le susurran a Hugo los traficantes que llevan su 15%. Hechos los negocios que iban a hacer, los europeos llaman al pobre Hugo “el teniente coronel golpista” y ya no lo reciben. En cuanto al fiasco ruso, Hugo debería colgar por las mochilas a los asesores que no le explicaron las poderosas razones de seguridad que Rusia tiene para temer a un Islam con poder nuclear. Pero es que ese muchacho ya entró en la fase de la fatiga nerviosa en la cual no se escucha sino a quien dice lo que uno quiere oír. Es un enfermo terminal que desconfía de los doctores -como serían Maza Zavala y Müller-, y cree en brujos que le ofrecen la esperanza de un milagro para salvar un proyecto que se hunde cual submarino ruso.

Otro panorama quisiera dibujar este cronista, a quien con tal de que el país salga adelante no le importa quién sea el conductor en tanto no sea uno de los anteriores personajes, causantes de esta vaina. Por algo cuando las nubes de tormenta empezaban a poblar el horizonte fundamos un periódico llamado “El Nuevo País”, manera de repudiar al viejo, todos los días en todo el país si “El Nacional” no nos queda mal en la distribución. Pero es que Hugo es un “pitcher” a quien los bateadores contrarios la bola se la ven del tamaño de un melón. Como político es un intuitivo notable y cómo “showman” domina la TV como nadie lo había hecho desde Renny Otolina. Pero como estadista es un aficionado a quien una vuelta de chipola llevó a jugar en las mayores. Él puede humillarnos como le dé la gana a quienes le decimos la verdad, condenarnos al exilio y hasta meternos presos. Para eso tiene los fusiles de Baduel y la impudicia de Isaías. Los desarmados, humillados y ofendidos, sólo podemos repetir lo que el tribuno griego le dijo al general furioso: “Pega, pero escucha”.

Hay quien cree que será eterno éste castigo a la frivolidad de los electores que en 1998 votaron por un teniente coronel raspado en el curso de Estado Mayor cuyo único antecedente era el de haberse acordado, explícita o implícitamente, con un generalato que quería menear la mata a ver qué caía de ella. La visión pesimista se basa en los precios del petróleo, único asiento del régimen. Esa es una apresurada percepción, muy a la venezolana, que no mira sino los ingresos sin reparar en los egresos. “A matto grosso”, los ingresos de este año serán unos 44 mil millones de dólares, y las importaciones 40 mil. Nos quedan 4 mil millones y eso Fidel se lo traga en una sentada. Por eso Raúl habla con los gringos por debajo de cuerda y se prepara a chinificar Cuba: socialismo pa’dentro y capitalismo pa’fuera, porque el chorro venezolano va a menguar.

Ante la estrechez de divisas la desconfianza cunde. Bonos venezolanos que estaban a 125 hoy se cotizan a 107, y van pa’bajo. (Ojo, Hugo: ¡Si haces “default” te caes!). El desequilibrio viene del año pasado. Por eso nos comimos la mitad de las reservas en divisas y nos estamos comiendo la otra mitad. Después vendrá un recorte en las importaciones que se les antojen suntuarias. (En Cuba son lujo hasta las pantaletas de poliéster. Salvo cuando trabajan de putas, las cubanas las llevan más o menos de caqui, cual pasaba en la Europa Oriental antes de la caída de la URSS. Veremos si las admiradas revolucionarias que mencioné al principio se sacrifican por la causa). Simultáneamente, el mayor Vielma Mora deberá apretar las clavijas tributarias. No sé cómo harán para que no suban los precios si suben los impuestos. Pregúntenle al brujo Giordani, porque el doctor Maza Zavala ha advertido que eso es inflación segura. Maza está preocupado por la caída de la producción interna, que obliga a aumentar las importaciones y se lleva los dólares. Las invasiones de tierras han liquidado la producción de alimentos. A los ocupantes les dan un pedazo de tierra y diez vacas. Se comen cinco vacas, venden las otras cinco y se van pal carajo. Igual con la caña. El Gobierno le pasa tractor a los cañaverales y reparte ese esterero. El rebaño nacional se ha reducido y nos estamos comiendo los vientres y los mautes. Los centrales están apagados. Conseguimos azúcar donde podemos, porque en el mercado mundial escasea -y pensar que exportábamos. Por eso no hay carne ni azúcar. Maza se queja de la producción asfixiada. La persiguen como a delito. El viejo doctor debe recordar que los adecos del 45 nos pusieron a comer bistés importados que parecían suela de alpargata y azúcar negra, como ahora. Aunque no lo dice, Maza debe saber que aquí casi no quedan animales en edad de matadero, que Colombia no nos vende más ganado para preservar sus rebaños ante un mercado mundial cada día más hambriento y estamos importando diez mil reses semanales del Brasil. Entonces, Hugo, ¿te la vas a dar de arrecho con la derecha brasileña, única que te manda ganado porque Uruguay y Argentina no quieren venderte, pues mandan su producción al mercado estadounidense para no perder sus cupos? ¡Ay, Hugo..! ¡Cómo ignoras esas difíciles ciencias que deben saber los nautas! (Así decía Job Pim).

Con Carlos Andrés Pérez pasó eso. Iba al abismo y los dirigentes adecos de los años noventa no se atrevían a decírselo. A mí, que me atreví, me asaltaron el hogar y una jueza adeca que por algo todavía está encumbrada sentenció que había sido yo mismo. ¿Serán los bolivarianos tan cobardes para no sentar a Hugo y mostrarle los hechos objetivos que anuncian un fracaso en el curso y de paso está arruinando la república? ¿Será que todos los venezolanos somos así, como los dirigentes adecos que sabían que Pérez estaba creando las condiciones para esto que ha pasado y ninguno tuvo la dignidad de decírselo?

Después dicen que no merecemos esto que nos pasa.

 *

  Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.