El cine de horror ha sido
siempre un género muy popular del cine norteamericano, por proveer
un efectivo vehículo escapista y sustos fáciles a un público que
sublima así sus temores en la cómoda y segura penumbra de una sala
de cine. Pero cada cierto tiempo, esa industria necesita hacer una
reedición de sus monstruos preferidos, para adaptarlos a los
gustos de la nueva generación. Así sucedió con la espectacular
producción Van Helsing, que incorpora las últimas técnicas
de animación computarizada para ofrecer una versión moderna y muy
completa de la vasta mitología del cine horrorífico.
La Universal, especialista en este género,
decidió invertir nada menos que $ 160 millones para repotenciar
los personajes emblemáticos del horror y así evitar que fueran
olvidados. Al parecer, el intento dio sus frutos holgadamente,
pues en apenas dos meses, Van Helsing había recaudado unos
$ 260 millones, cifra que irá creciendo a medida que se exhiba en
el resto del mundo y se reciban royalties por la retransmisión en
la tv satelital, sin contar los ingresos por la usual
comercialización de afiches, juguetes y video-juegos.
Monstruos
como Frankenstein, Drácula, el Hombre Lobo y La
Momia, producto de la inventiva Mary Shelley, Bram Stoker y
otros, habían sido explotados hasta la saciedad por el cine. Los
estudios Universal los ha aprovechado desde los años 30, cuando
aparecieron las primeras versiones con Boris Karloff, Bela
Lugosi y Lon Chaney, reeditados en los años 60 por
Christopher Lee y Peter Cushing. El tema de los
vampiros fue tratado incluso por directores imaginativos como
Roman Polanski (La danza de los vampiros, 1967), y hace
diez años por Neil Jordan en Entrevista con el vampiro,
una costosa producción prestigiada por actores de la talla de
Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas. El
director-actor Kenneth Branagh también incursionó en el
tema, tratando de ser fiel a la novela de Mary Shelley,
interpretando al Dr. Frankenstein mientras Robert De Niro
caracterizó a su monstruo. Tampoco podemos olvidar las parodias
hechas a fines de los 40 por la pareja de comediantes Abbott y
Costello, y luego la longeva serie televisiva de Los
Munsters en los 60, con la talentosa Yvonne de Carlo,
pasando por la excelente parodia de Mel Brooks, El joven
Frankenstein, (1974) con Gene Wilder, Peter Boyle y
Marty Feldman, para terminar con una serie juvenil muy vista
en la actualidad, Buffy la Cazavampiros, que se transmite
desde 1997 por el canal Fox.
No contento
con usar a tres figuras como Frankenstein, Drácula y El
Hombre-Lobo, el director inglés Stephen Sommers incluyó en
Van Helsing a otra figura terrorífica de la literatura y
el cine, como lo es el irascible Mr. Hyde, de la novela de Robert
Louis Stevenson, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, colocando a los
diversos personajes en conflicto entre sí, como se había hecho
anteriormente con algunos de ellos en otros filmes poco
memorables. Sólo le faltó la Momia egipcia, pero Sommers no quiso
incluirla ya que había explotado este tétrico personaje
suficientemente en dos de sus éxitos anteriores, La momia y
El regreso de la Momia, donde trabajó nuestra Patricia
Velásquez. La trama de Van Helsing gira alrededor de
los esfuerzos de un “Cazador de Vampiros”, Gabriel Van Helsing,
contratado por el Vaticano, que trata de frustrar el intento del
Conde Drácula para obtener el secreto de la vida descubierto por
el Dr. Frankenstein, y así asegurar su descendencia en vista de
que sus pálidas novias son incapaces de darle vástagos.
No hay duda que es una
trama descabellada y fantasiosa, típica de este género, el cual
parece tener adeptos en cada nueva generación, a juzgar por la
nutrida asistencia al estreno de Van Helsing. En el papel
del cazavampiros, se contrató a una luminaria del momento, el
actor australiano Hugh Jackman, quien ya estaba entrenado
en papeles similares por su interpretación de Wolverine en los dos
episodios de la fantasía de ciencia-ficción, X-Men, ambos
filmados en años recientes en estudios canadienses. Jackman
aparece con un sombrero de ala ancha, al estilo de Indiana Jones,
con toda la intención de evocar esa popular serie y parecerse a un
nuevo Harrison Ford.
((En una estrategia de
marketing digna de un blockbuster, la Universal invirtió
unos $40 millones -adicionales al costo de producción- para
financiar una publicidad avasallante en todos los medios,
especialmente en la televisión, donde abundan los videoclips sobre
Van Helsing. El resultado de este costoso esfuerzo ha sido
un espectáculo muy variado, con vampiros y monstruos voladores,
horripilantes combates y frenéticas persecuciones, tenebrosos
castillos y laboratorios, además de recreaciones impresionantes de
Transilvana, Londres, Roma y París de fines del siglo XIX, cuando
supuestamente suceden esos hechos. ))
((Como beneficio
adicional, el fastuoso castillo de Drácula, el laboratorio de
Frankenstein y la pequeña aldea decimonónica –construidos por los
productores en las afueras de Praga- quedaron para ser explotados
como atracciones turísticas en la República Checa, al estilo de
Disney World, escenarios que serán guardados intactos en espera de
la segunda parte de Van Helsing y de una proyectada serie
televisiva, más lujosa y realista que la actual Buffy, la
Cazavampiros.))
Sin embargo, la crítica ha
estado bastante dividida en cuanto a la evaluación general de la
costosa obra, pues mientras algunos la han alabado por su
inventiva, realismo y dinamismo, otros la han criticado por ser
demasiado efectista y movida, distrayendo de la ingenua y
tranquila fascinación que ejercían las primeras obras con Karloff,
Lugosi y Chaney, cuyos personajes de horror eran más creíbles –aún
con su copioso maquillaje- reflejando mejor la atmósfera y la
peripecia del bizarro mundo relatado en los textos originales.