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Realidades visibles,
iniciativas necesarias.

por Julio Palma

lunes, 20 septiembre 2004


         La desafortunada situación política del país invita a profundas reflexiones, pero sobre todo a ideas, planes y acciones. Ante todo hay que reconocer las realidades, bastante evidentes a más de un mes del fraudulento plebiscito del 15A, de otro modo no se podrá diseñar estrategias para mejorar dicha situación y seguiremos dando cabezazos contra una pared bastante dura, algo que reflejaría un masoquismo de nuestra dirigencia y sociedad en vista de la escasas perspectivas de éxito del camino actual.  

     La primera realidad visible es que el grupo opositor no es monolítico como el oficialista, sino que –por la misma variedad de los integrantes de la CD- está compuesta de partidos y organizaciones con distintas percepciones de la situación, con cada agrupación pensando primero en  favorecer sus propios intereses. El resto es pura retórica politiquera, típica de nuestra tendencia inmadura a ignorar la realidad y a tener actitudes ingenuas, quizás para esconder alguna inconsciente sensación de inferioridad. Así las cosas, será difícil luchar contra un sector que dispone de casi todo el poder y sus recursos, a menos que haya una consolidación de partidos y una dirigencia unificada con un líder visible. Esto significa, en la práctica que tendrían que desaparecer los partidos minúsculos que integran la CD para dar lugar a un solo partido de oposición, o a lo sumo dos: uno de centro-izquierda (AD, MAS, etc.) y otro de centro-derecha (PJ, COPEI, etc.), que acuerden un programa mínimo y una alianza electoral para esta contienda.  Este esquema de dos partidos opositores sería incluso preferible después, para no quedar en la misma  polarización extrema que existe hoy, con los partidos centristas coincidiendo luego en determinados puntos y discrepando en otros, uno de ellos sería el fiel de la balanza, para no provocar una indeseable inmovilización o confrontación. Es obvio que habría una resistencia a desaparecer y aceptar otros líderes, pero dada la actual circunstancia y el fracaso experimentado hasta el presente, la racionalización de partidos se impone como una necesidad impostergable, a menos que quieran seguir siendo dominados por el sector oficialista.

         Una segunda realidad es que, si sigue la tendencia visible en estos momentos, -con una división casi pareja sobre la abstención y la participación en la regionales- se presentará el peor escenario posible a fines de octubre, o sea que la oposición llevará sólo una fracción de sus partidarios a votar, perdiendo seguramente en la elección  todas las gobernaciones y alcaldías que tenía antes de esos comicios. Esto es tan obvio que extraña que no haya habido una reacción ante este probable hecho y no se haya diseñado una estrategia acorde con esta debilidad. Con un sector que tiene una posición tentativa y ambigua respecto a esas elecciones, hay una confusión mayúscula en la mente de los votantes que se oponen al gobierno, justamente lo que quería el lado oficialista para relegitimar sus mandatarios regionales y locales, y arrebatarle los cargos que actualmente conserva la oposición. Por esto, se impone una definición clara de la actitud opositora para que pueda haber un apoyo total equiparable al que se demostró el 15A, o incluso mucho mayor, para que esos comicios se conviertan en un SEGUNDO REFERENDO REVOCATORIO y sean la prueba fehaciente del fraude electrónico perpetrado el 15A. Si está claro que las condiciones seguirán iguales a las de esa infausta fecha, sin posibilidad de abrir las cajas al final para hacer un escrutinio manual, es evidente que no se puede ir a las elecciones, pues se validaría un triunfo  seguro del oficialismo y su posterior hegemonía. Pero si hay un acuerdo firme sobre exigir el escrutinio manual, entonces habrá que ir con todos los hierros para propinarle nuevamente una paliza al sector oficialista. Este es un reto importante e inaplazable de la oposición, al cual debe dársele  la máxima prioridad y atención, preferiblemente antes de que termine septiembre, para tener un mes completo de campaña, aunque al final se ordene la abstención completa si no hay garantías al menos para permitir revisar las cajas del voto manual. Esto puede hacerse incluso mientras se prueba definitivamente el fraude a instancias nacionales e internacionales.

         La tercera realidad que habría que reconocer es que la dirigencia opositora actual ha sido demasiado desorientada, sin estar a la altura de las circunstancias. Este mea culpa ya se ha asomado en diferentes artículos de opinión, pero no basta la admisión sino que habría que proceder de inmediato a la conformación de nuevos cuadros directivos, que inspiren más confianza que la vieja guardia, sin que ésta desaparezca sino que aporte su experiencia y consejo en momentos difíciles, como un equipo asesor. Ya han aparecido algunos dirigentes jóvenes con capacidad y coraje para liderar esta nueva etapa de confrontación y debería dejársele esos espacios a la nueva generación. Unas primarias o unas encuestas objetivas ayudarían a despejar el panorama para otorgarles rápidamente cierta legitimidad y liderazgo.  Además de esa dirigencia joven, con caras nuevas, sería conveniente formar un “bloque femenino de protesta”, sector donde incluso se ha notado mayor unidad de propósito y acción, ya que muchos estamos convencidos que este bloque podría lograr más que la dirigencia masculina en manifestaciones de calle, en vista de la ventaja y motivación que tienen como madres y esposas, y en razón de su sexo, siempre más respetado en una sociedad latina. Lamento admitirlo, pero los hombres hemos sido más perezosos en realizar las ciertas tareas opositoras y no hemos tenido el mismo coraje y constancia que han demostrado nuestras gallardas y sacrificadas féminas, que son las que más siente y sufren la actual inestabilidad. Debemos convencernos que para cambiar la situación, se necesitará de una participación mayoritaria y activa de jóvenes y mujeres.   

         Otra triste realidad es que los grupos opositores tienen poco poder real, con la AN, el TSJ y la FAN apoyando al régimen, más ahora con el supuesto “triunfo” del NO en el RRP, por más fraudulento que haya sido. Se impone la penetración a esos espacios de poder para tratar de revertir esa situación. La gente que integra esos entes seguramente son familiares o amigos de opositores, por lo que habrá que utilizar esas relaciones en una campaña de convencimiento para tratar de cambiar la actitud  de parlamentarios, magistrados y militares para que dejen de apoyar incondicionalmente a un régimen ilegítimo. Es importante darse cuenta que con algunos de esos funcionarios que cambien de bando, o que al menos se muestren neutrales para que cumplan su función imparcialmente, podría cambiar radicalmente la situación de desventaja actual opositora, y otro gallo cantaría. Por ejemplo con un puñado de parlamentarios neutrales u opositores, se frenaría la aprobación de leyes nocivas para el país, y con un TSJ más equilibrado se podría lograr un juicio más imparcial sobre importantes decisiones, como la impugnación del RRP o juicios justos a políticos opositores. Obviamente esta campaña debería hacerse a bajo perfil, o incluso calladamente, para no crear suspicacias y reacciones desfavorables que podrían incluso empeorar nuestra situación, ya que el oficialismo podría hacer lo mismo para captar líderes opositores. Debemos dejar de anunciar todo lo que pensamos hacer, sea para lograr protagonismo o para recibir publicidad gratuita, pues esta es una actividad típica al estilo de una resistencia activa.

         Se ha acusado a la oposición de no tener un plan alterno en caso de las cosas vayan mal. Es hora de tenerlo pero no de divulgarlo, pensando en que el oficialismo no tiene escrúpulos para utilizar todos los recursos del poder y cualquier trampa –legal o ilegal- que tenga a la mano, ya que la justicia no funciona en el país o está controlada por el Poder Ejecutivo. Así, es hora de ser menos ingenuos y más previsivos ante las batallas que se avecinan, a las cuales habrá que ir con la confianza de que nos asiste la razón y la moral, y que triunfa no sólo el que planifica y persevera, sino el que actúa con suficiente flexibilidad para ajustarse a la compleja y cambiante situación política. Esto implica también tratar de penetrar mucho más en los sectores populares para concientizarlos sobre las ventajes del proyecto opositor, dado que es más realista y factible a largo plazo al estar liderado por los más preparados, de modo que tiene más probabilidades de resultar en un mayor bienestar para todos, y especialmente para dichos sectores.    

          Con estos análisis realistas y sus respectivas iniciativas, probablemente no se resolverán todas las facetas de la crisis en que está sumergida la oposición después del chasco del 15A, pero al menos ésta participará en la confrontación que se avecina con más confianza y entusiasmo. En fin, necesitamos: reconocer las realidades, cimentar la unidad, designar un nuevo liderazgo, captar recursos valiosos, penetrar en los sectores populares y tener planes de contingencia inteligentes y ocultos, de otro modo el 31-O será otra triste debacle que nos dará pesadillas por mucho tiempo. Mejor prevenir que lamentar, pero sin demoras, pues el tiempo apremia.

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