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¿Qué piensan los nuevos líderes?
por Luis DE LION

domingo, 20 junio 2004


A medida que se ha ido agravando la crisis de gobernabilidad, igualmente se han ido degradando las propuestas, se han acrecentado los extremismos y sus respectivas formas de violencia antidemocrática; en consecuencia - paradójica e insoportablemente para muchos - se hace hoy más que nunca necesario hacer política; y me refiero a la política como el arte  de reflexionar y debatir el mejor uso que se le debe dar a las inmensas riquezas de un país, así como su justa y equitativa repartición, otorgándole a todos por igual las mismas oportunidades. 

La persistente crisis de nuestra clase política, junto a la rochela e irresponsabilidad del grueso del electorado, nos fueron conduciendo hasta el borde del abismo. Si bien, no somos un pueblo suicida, no nos queda otra que despertar y dejar atrás esa apatía política, para inmediatamente comenzar a mirar cuales son los líderes emergentes, cómo se compone la nueva clase política y lo más importante, cuál es su mensaje.  

Personalmente, de las nuevas generaciones de políticos espero – en un primer tiempo - una mayor comunicación, junto a una mejor transmisión de ideas y pensamientos. Por ahora, solo se perciben posturas ante hechos específicos derivados del diario combate contra el nefasto régimen de Hugo Chávez, quien a su vez, no solo representa a una nueva generación política, sino que llegó al poder en hombros de muchos treintañeros dizque brillantes. 


Así las cosas, ha llegado el momento para osar, inventar y proponer, abandonando la insoportable pereza intelectual de la cual no logran – o no quieren – zafarse los partidos tradicionales, es urgente hacerlo antes que estos retomen el poder solo por la nostalgia de un electorado que perdió toda esperanza y que a su vez se siente temeroso y desorientado ante el futuro.  

Pero por lo pronto, la nuevas generaciones políticas se le están presentando a los venezolanos como unas simples maquinas de producir candidatos presidenciales.  Es necesario que los nuevos políticos - chavistas y de oposición - planteen cual es su visión del mundo, su doctrina, su proyecto, su programa.  

No basta, con tan solo esgrimir títulos obtenidos en las autoproclamadas catedrales académicas vernáculas; que sin mayor probidad se erigen como cunas de excelencia automática, ni por fugaces experiencias en alguna de nuestras poco competitivas empresas privadas nacionales, no se trata de un casting curricular.  

Es preferible interrogar a los líderes emergentes, y saber qué piensan respecto a temas tales como: educación, juventud, ecología, aborto, mundialización, igualdad de sexos, drogas, política petrolera, política exterior venezolana, entre otros. Cual será el rol o la presencia del Estado en la Venezuela del futuro, la modernización del aparato del Estado; cual integración económica, MERCOSUR, Pacto Andino, o todo lo contrario; la lucha contra la pobreza y el desempleo, el acceso a los bienes esenciales para la mayoría de la población, mantener o no, la gratuidad de los principales servicios públicos (educación, salud, justicia, seguridad); la defensa de nuestras fronteras, en particular ante la amenaza guerrillera y del narcotráfico. Saber si están dispuestos a tomar como medida primaria el establecer la equidad, buscando eliminar la pobreza en cualquiera de sus formas; reformando los mecanismos de formación de riqueza que hasta ahora venían funcionando, por una mejor repartición de la riqueza no solo a partir del empresariado nacional, sino de las propias empresas del Estado, en particular PDVSA. 

Lo antes dicho es igualmente valedero para la llamada sociedad civil, la cual a través de un emergente y significativo numero de asambleas de ciudadanos, junto a otras ONG, se aprestan a formar parte del fenómeno de la democratización de la política, es decir, que el arte y el oficio de la política dejó de ser un asunto reservado solo a ciertos elegidos, a una élite, a un cogollo. Lo que no tiene cabida en éste movimiento es el hipócrita discurso de la antipolítica, pero ese es otro tema. 

La nueva generación de políticos debe abandonar la pose y la sondeodependencia y asumir el momento histórico con coraje; se hace urgente, el explicarle a la gente que existen alternativas, que tenemos el derecho a tener ambiciones y que nuestro destino como nación está en nuestras manos. Que se puede dejar atrás la violencia, la corrupción terminal, el populismo, el caudillismo y el vedetismo.  Imprima el artículo Subir Página