Temor en USA al poder Gay
por Ted Córdova-Claure
jueves, 13 mayo 2004

Una declaración atribuida al alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg de que apoya el cambio en la legislación para legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo, le ha dado un nuevo impulso al debate nacional sobre matrimonios entre homosexuales y lesbianas.

¿Podrán los homosexuales tener mucho poder político en EE.UU.? ¿Existe realmente un “poder gay? Hay quienes creen que incluso ha llegado a los umbrales de la Casa Blanca.

Ese es el nuevo fantasma que está rondando a la sociedad más poderosa y pluricultural del mundo, pero también la más paranoica, y como se está demostrando en el problema de Irak, proclive al sadismo.

Y, una vez más, la principal expresión de una actitud paranoica está en el propio presidente Bush, que quiere hacer una reforma constitucional para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Además, sabe que el fantasma del poder gay prácticamente deambula por los pasillos vecinos a la Oficina Oval, encarnado en la hija del vicepresidente Cheney, que es una declarada lesbiana.

Mary Cheney, que también es activista del movimiento gay, está recibiendo miles de e-mails, en un clamoroso pedido para intervenir contra la enmienda constitucional que declare ilegal el matrimonio entre personas del mismo sexo.

“El matrimonio entre un hombre y una mujer es la institución secular de la civilización y no podemos permitir que dicha institución, principio esencial de la familia, sea cuestionada”, dijo Bush, en una intervención electoralista destinada a captar la simpatía de vastos sectores religiosos que no miran con buenos ojos ese y otros avances del movimiento gay.

Algunos grupos religiosos, de las variadas sectas protestantes, que suelen ser tan fundamentalistas como ciertos sectores islámicos, están alarmados por la fortaleza que demuestra el movimiento gay, es decir, la creciente comunidad de homosexuales y lesbianas en diversos estratos, militares y civiles, de la muchedumbre solitaria en la sociedad norteamericana.

Ciertos predicadores, virtualmente integristas, como el influyente frenético pastor Pat Robertson, temen que el movimiento gay tome eventualmente el poder político de la nación.

El tema se ha desatado como un asunto de debate político y por lo tanto electoral.

Es muy difícil que la Constitución, que ha sido objeto de solo 14 enmiendas en 200 años, pueda ser reformada para reafirmar que solo es válido el matrimonio entre un hombre y una mujer, argumento que requerirá dos tercios de la votación del Congreso Federal y la aprobación de las Asambleas Legislativas en 50 estados. De hecho, en algunos, como Massachussets, el matrimonio entre parejas gay es legal, en otros, como California, se practica de facto, como la reciente oleada de matrimonios entre personas del mismo sexo en San Francisco. 

El principal y más reciente motivo de alarma ha sido la proliferación de matrimonios entre parejas donde los contrayentes son del mismo sexo.

Es una gravitación de la dinámica de constante evolución de la sociedad norteamericana, ampliamente multicultural y anárquicamente polifacética además, el “estilo de vida” y la privacidad son derechos virtualmente sagrados del individualismo norteamericano.

Por lo que es difícil pensar en que Bush tendrá éxito en su intento de reformar la constitución laica y masónica por un precepto básicamente religioso.

La presencia del poder gay, llega hasta los umbrales de la Casa Blanca, hasta la figura del propio vicepresidente Dick Cheney, cuya hija es admitidamente lesbiana y activista en los derechos de las mujeres gay.

No es solo eso. Existe en el partido republicano, que gobierna, una especie de club nada secreto, “the log cabin republicans”, que son unos 10 mil militantes, los denominados “gay conservatives Imprima el artículo Subir Página