I
Desde hace
años venimos alertando un grupo de venezolanos sobre la
amenaza que existe sobre la integridad territorial
venezolana. Mientras tanto el régimen para darse una
cobertura anti imperialista coloca el énfasis en una
posible invasión de Estados Unidos, para lo cual se ha
adquirido armamento en cantidades abismales y se ha
introducido la teoría de la guerra asimétrica en la cual,
por cierto, las FARC de Colombia pasarían a jugar un papel
estratégico.
Pero en la
vida real las amenazas más peligrosas tienen su origen en
las impugnaciones de Barbados y el resto de Países-Islas
del Caribe Oriental que se inicia con el desconocimiento
de la Delimitación de aguas marinas y submarinas entre
Trinidad-Tobago y Venezuela, la última gestión de ese
excelente negociador que se llamó Isidro Morales Paúl. En
esa Delimitación se sentaban las bases para en una
negociación con Guyana abrir por completo la fachada
Atlántica a nuestro país. Se comienzan a mezclar varias
situaciones pero todas dirigidas a un mismo fin: dañar la
integridad territorial venezolana. Veamos.
Se agrupa
todo el Caribe Oriental contra el papel del Archipiélago
de Isla de Aves que sirvió de base a la Delimitación con
Estados Unidos (Puerto Rico). Primero plantearon que Isla
de Aves no era Isla sino un peñazco, roca, que no generaba
mar territorial. Ante el silencio de la Cancillería
venezolana dan un paso adelante y ahora quieren desconocer
la soberanía de Venezuela sobre dicho Archipiélago y
llegan a la osadía de que no tomaran como punto de
referencia para cualquier delimitación con Venezuela a
dicho Archipiélago. Todas estas objeciones las cursaban en
Naciones Unidas. Y el silencio de la Cancillería
venezolana los estimulaba a dar estos movimientos pocos
amistosos hacia nuestro país.
II
Pero entra
en juego el tema Guyana y la reclamación venezolana. Una
declaración dentro de la órbita infantil anti Estados
Unidos condujo a Chávez a declarar que dicha reclamación
se había activado por Betancourt en la Conferencia
Panamericana celebrada al calor del asesinato de Gaitán y
el Bogotazo, por “órdenes del Imperio”. Por supuesto los
guyaneses ni corto ni perezosos comenzaron a declarar que
no había base para dicha reclamación, que eran “la misma
cosa” ambos gobiernos, que con la creación de UNASUR
(Guyana forma parte de este agrupamiento) se habían
cancelado las disputas territoriales. Y eso lo declaraban,
en una escalada perfectamente organizada, primero el
Embajador de Guayana en Venezuela, después la Cancilleres
a una visita a nuestro país y finalmente el Presidente de
la República Guyanesa. El silencio de lo que queda de
Cancillería y del Presidente eran nuevos estímulos para
nuestros vecinos surorientales.
Ante tales
agresiones, desconsiderada y ahistóricas la respuesta del
gobierno “soberano” fue el silencio. Con respecto a
Guyana, comencemos por precisar que ese laudo (1899) desde
el principio lo declaramos írrito. Y luego se supo cómo
había sido esa negociación entre los Imperios Británicos -
Rusos. Venezuela nunca tuvo participación en esas
negociaciones.
A partir
del planteamiento de Betancourt se comenzó por reconocer
que el despojo lo había realizado el “imperialismo
británico” y que al lograr Guayana su independencia se
había creado una nueva situación que los negociadores
venezolanos tomaban muy en consideración.
Caldera I
elabora el Protocolo de Puerto España y allí figuran dos
expresiones que queremos destacar. La primera, que la
negociación debería ser pacífica. La segunda, ésta debía
tener un sentido práctico. Esto último significaba que no
podíamos aspirar a la “devolución de todo el territorio en
reclamación” ya que ello equivaldría a desmembrar la
República Cooperativa de Guyana.
Cheddy
Jagan y su esposa, -ambos rigieron los destinos de
Guayana-, entendieron perfectamente la modalidad
venezolana.
A Venezuela
le interesaba determinar su fachada atlántica y había
conversaciones, y casi un acuerdo, de una determinada
participación en las riquezas existentes en el territorio
en reclamación. Soy testigo de excepción, porque siendo
Carlos Andrés Presidente y yo Secretario General del MAS,
conocí la propuesta al igual que los otros dirigentes de
los demás partidos. Teníamos ante Guayana, y en lo
fundamental en política exterior, una política de Estado
con apoyo nacional. Nos pasó cuando en el siglo XIX se
rechazó el Tratado Pombo-Michelena y ello nos costó la
pérdida de La Guajira.
III
Venezuela
debe rechazar con seriedad y firmeza, sin payasadas, estas
amenazas provenientes ahora de todo el CARICON, que no se
introducía de lleno en estos problemas. Y tener presente
que la “compra de apoyos” mediante dádivas no garantiza
ningún voto, ningún respaldo. Hay otros intereses en
juego. Y Venezuela tiene que jugar el suyo.
Para el
Coronel Alberto Contramaestre en su enjundioso estudio
sobre el Archipiélago Los Monjes estampa estos criterios:
“El
Archipiélago Los Monjes e Isla de Aves han tenido
relevante importancia en la delimitación y extensión del
espacio marítimo del Estado venezolano en el Mar Caribe,
el primero en lo que se refiere a delimitaciones en el
sector occidental y la segunda en lo que atañe a los
sectores central y oriental.”