Estamos en presencia de una falsa interpretación de la
realidad nacional e internacional. Quieren encubrir su
fracaso de casi once años de gobierno con el nombre de
periodo de transición del “capitalismo al socialismo”. Si
se dan unas becas, unos beneficios sociales, se construyen
unas casas, “eso es socialismo”. Y, además, lo hace
Chávez. En tal dirección se aplica el “librito”
dogmáticamente: en este periodo se exacerba la lucha de
clases, la lucha es de ricos contra pobres. Vencer la
resistencia de “las clases enemigas reclama la dictadura,
la coacción. Marx escribió que en el periodo de transición
entre el socialismo y el comunismo media la dictadura del
proletariado. Las correcciones históricas de nada sirven.
En medio de estas construcciones que fracasaron
rotundamente donde quiera se le haya aplicado Stalin
estableció la figura del “enemigo del pueblo” y a partir
de allí la más feroz represión y el entronizamiento de una
camarillla burocrática-militar-policial que a nombre del
“proletariado” ejerció un feroz totalitarismo. Chávez ha
creado lo de “los apátridas, pitiyaquis, agentes de la CIA
y demás etcéteras para tratar de imponerle a una mayoría
sus minoritarias políticas. Y se lanza por el despeñadero
de querer elaborar una nueva legislación que “sustituya a
la burguesa” llevándose en los cachos a la Constitución.
Chávez piensa acabar de “raíz” con el capitalismo y
destruye el aparato productivo y convierte a Venezuela en
un gran importador y en casi cero exportador, salvo
hidrocarburos, elevando la dependencia del país hacia este
producto con sus alzas y sus bajas.
Esta pugnacidad permanente, el desprecio a las críticas y
a todo cuanto expresen disidencia contribuye a fanatizar a
una audiencia. Y no existe ser más ridículo que un
fanático que sólo ve una pequeña parte de la realidad. No
hay debate, no hay diálogo ni nada que se le parezca. Es
dividir al país: los que están conmigo y los que están
contra mí. Y son incapaces de observar los cambios que se
producen en su entorno. Es una “nimiedad” lo que acontece
en Guayana, en petróleo, en electricidad, en la costa
oriental del Lago, en la sociedad entera. “El socialismo”
es destruir empresas, negarles reivindicaciones a los
trabajadores, incluidas aquellas conquistadas a lo largo
de muchos años de combate. Es suprimir libertades. Es toda
una involución histórica.
Estas orientaciones son minoritarias. Se formó una
mayoría, cada vez más sólida, en su contra. El país
reclama otro rumbo a tono con el progreso, quiere paz,
convivencia, tranquilidad. Lo cual no está reñido con
justicia social. Esta mayoría reclama una dirección
política democrática lo más amplia posible para derrotar
estas políticas. Y triunfará.