Es imposible hacer un debate
tranquilo que consulte soluciones acordes con las
dificultades que se originan con motivo de la crisis
financiera y económica que sacude al mundo y que su
profundidad no permite que ningún país resulte inmune. En
el caso de Venezuela, sólo a un autócrata se le ocurre
decir que “estamos blindados” o que no importa que el
barril de petróleo descienda a “cero”. Es tan fuerte la
crisis que tales frases dejadas de la realidad han tenido
que ser rectificadas.
La economía no responde
acertadamente mediante impulsos ni gestos autoritarios
militaristas. No es un cuartel. Los procederes de Chávez a
este respecto conduce inevitablemente a la destrucción del
aparato productivo. Si entráramos a examinar las propias
cifras del Banco Central o las que se manejan en el mundo
empresarial arribaremos a cifras abismales entre lo que
producía Venezuela en 1998 y la actualidad. En
cualesquiera esfera de la industria manufacturera (textil,
calzado, construcción de viviendas: o en los rubros
agropecuarios (azúcar, arroz, algodón, ganadería, leche,
pollos, huevos, para citar algunos) los resultados indican
la destrucción del aparato productivo hasta el punto que
nada tenemos que exportar y que somos una economía de
puertos.
Pero si a esto agregamos una
visión atrasada que nos remite al conuco y al trueque, a
rutas de la empanada y gallineros verticales, a los fundos
zamoranos y a los saraos, todo ello basado en un estatismo
salvaje que congela los salarios y los contratos
colectivos de los trabajadores que se guía por un
desarrollo endógeno, que se coloca de espaldas a la
globalización y de cómo insertarnos en ella y se desprecia
categorías como las del beneficio, la competitividad y la
productividad, por ejemplo.
La economía no responde
tampoco a retrecherías de mandón tales como “te expropio y
te pago con papeles” pasando por encima de la propia
legislación sobre la materia. Sólo la ignorancia más
supina y la ausencia de capacidad para gobernar pueden
influir en actitudes como éstas.
Hay propuestas, voy a
referirme a una de ellas: las que ha anunciado en
reiterados escritos y declaraciones el doctor Maza Zavala.
La necesidad y urgencia de concertar entre gobierno,
empresarios nacionales y trabajadores. Porque es ridículo,
para decir lo menos, que un gobierno que se llama
“socialista” trate a los trabajadores con tanto desprecio
como éste. No habrá salidas sólo activando al
Estado-productor. Eso fracasó y volverá a fracasar.
¿Quiénes se atreven en el seno del gobierno a disentir de
un autócrata que sólo busca aplausos cautivos en cámaras
televisivas? Mientras tanto el país al garete. Hay fuerzas
para detener tan errado camino. Deben actuar
mancomunadamente.