El debate planteado por la
obsesión de poder de Chávez trasciende lo referente a una
enmienda a la Constitución y se remite a si Venezuela está
en capacidad de vivir en democracia a partir del
cumplimiento de la Constitución Nacional. En los últimos
procesos electorales se ha evidenciado que los venezolanos
queremos poner fin a la confrontación, a los odios, en una
palabra deseamos vivir en paz y con pleno reconocimiento a
la pluralidad. Nada más lejos de la realidad que esa
pretensión de hablar de un país rojo-rojito. Eso solo está
en la mente de un autócrata que se cree dueño de
Venezuela, que reproduce los signos peores del siglo XIX.
Muñoz Tebar en 1865 escribió
un opúsculo titulado Autoritarismo y Personalismo,.
Valdría la pena su reproducción. En él destaca el
predominio de éstas actitudes en aquellos períodos. Muñoz
Tebar fue un funcionario muy importante. Se le considera
el creador del Ministerio de Obras Públicas y de otras
funciones ejecutivas. Se debatía sobre el culto a la
personalidad, el gendarme necesario, el hombre
providencial. Argumentos de Vallenilla Lanz en su obra
Cesarismo Democrático se encuentran en la obra que
mencionamos.
No es, pues, una afirmación
improvisada la que señala que estamos en presencia de una
involución histórica y que se trata de retrotraernos al
siglo XIX en pleno inicio del siglo XXI. Es volver a la
época de los caudillos militares que reformaban la
Constitución a su capricho y antojo para perpetuarse en el
poder. Es, como enfatizaba Simón Bolívar, nuestro
Libertador, en el Congreso de Angostura, abrir las puertas
a la usurpación y a la tiranía cuando se perpetúa una
persona en el poder ya que se acostumbra a gobernar y el
pueblo a obedecerlo.
El debate entraña si estamos
en capacidad de construir la República Civil, democrática,
o mantenernos bajo la égida de un caudillo militar. Este
ciclo que vivimos desde 1830 hasta el presente debe ser
cerrado. Venezuela debe entrar al mundo civilizado donde
se dirimen las diferencias no a base de insultos,
agresiones y descalificaciones y se respetan los
resultados del único método escogido hasta hoy como es el
del ejercicio del sufragio. Un sufragio donde el abuso del
poder no se practique por una de las partes y se aplaste
con la bota militar la posibilidad de contender en
igualdad de oportunidades. Quisiéramos ver a Chávez
compitiendo sin apelar a todos los recursos del Estado.
En fin, el debate tiene
cuestiones de fondo, fundamentales, y entre ellas el
postulado escrito entre los principios fundamentales de la
Constitución: Venezuela es y será para siempre una
República Democrática.