A
Pérez Alfonso le gustaba citar una frase del filósofo
francés Voltaire. Decía: “El pueblo que no sabe a dónde va
hace menos equivocaciones si sabe dónde ha estado”. Es
oportuna para el momento.
Señalábamos en el comentario
anterior rasgos de cómo Chávez ha fracasado como
gobernante y como administrador de la Hacienda Pública.
Con el “montón” de recursos que ha manejado su obra es una
de las más mediocres que se puede registrar a lo largo de
su casi década en el poder.
Una economía literalmente
destruida. Una visión atrasada que retrotrae a Venezuela
al siglo XIX. Y, lo que es peor, haber dividido al pías
entre “buenos” y ”malos”, entre “patriotas” y “apàtridas”.
Hoy esa dolarización se está derrumbando. Cada día se
profundiza la relación entre quienes queremos vivir en
democracia, con respeto a la disidencia y con justicia
social y quiénes se enfilan hacia un autoritarismo
militarista cada vez con mayores signos de que no es lo
que reclama Venezuela.
Es necesario decirle
enfáticamente a Chávez: respeta los resultados electorales
del 2D. Hay que detener esta prepotencia que por encima de
todo continúa con un proyecto que fue desestimado en un
proceso electoral. Es una grosería que se siga, por
ejemplo, en la fuerza armada con el “patria, socialismo o
muerte”. Son bofetadas que se le dà a la mayoría de
venezolanos y venezolanas que rechazaron en forma enfática
un modelo a la cubana que hoy, 50 años después, se
encuentra en revisión ante el hecho de ese “hombre nuevo”
prometido no aparece por ninguna parte y cuando la
exigencia es mejorar las condiciones de vida de un pueblo
sufrido a lo largo de ese período.
Por supuesto Chávez se vale de
la situación que vive la disidencia. El “carnaval
electoral”, Rosales dixit, le impide observar lo que está
sucediendo en sus narices. No se dan cuenta, todos los
partidos, la difícil situación que confrontan, ni como
aumenta el desprestigio por esas actitudes desenfrenadas
de candidaturitis.
Son tantos los problemas que
abruman. El acelerado crecimiento del costo de la vida, en
especial los alimentos, la inseguridad, la corrupción que
desborda al propio régimen, la carencia de justicia,. Pare
usted de contar.
Es la hora de llamar a la
reconciliación de los venezolanos y venezolanas; es la
hora de establecer diálogos no sólo entre la disidencia
sino con factores del propio chavismo.
Las elecciones de noviembre
son una gran oportunidad de asestar una nueva derrota al
autócrata. Pero para ello es indispensable concertarse,
presentar candidaturas que le digan algo a la región y al
municipio y propuestas viables.
Este es el momento de
fabricar, de construir, esa perspectiva. No es fácil.