Chávez
busca, todos los días, pretextos para suspender, aplazar a
su conveniencia, las elecciones de noviembre del presente
año. Desesperadamente pretende polarizar dicho evento. Lo
último que acaba de decir es que la consulta electoral que
involucra a 335 alcaldías y 24 entidades federales tienen
una conexión inequívoca con lo nacional, lo regional y lo
local, e incluso con lo internacional. El está consciente
lo que significaría victorias de quienes exigen que se
respeten los resultados electorales del 2 de diciembre y
la Constitución Nacional de 1999, ratificada ese 2 de
diciembre, y los que quieran acompañarlo en la aventura
que implica seguir llamando Estado socialista lo que es un
capitalismo de Estado: así como denominar a las Fuerzas
Armadas Nacionales Fuerza Bolivariana o romper lo que
establecen los artículos 4 y 6 de la Constitución que a la
letra dicen:
“La República Bolivariana de
Venezuela es un Estado federal descentralizado en los
términos consagrados en esta Constitución y se rige por
los principios de integridad territorial, cooperación,
solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad” (art. 4)
“El gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que
la componen es y será para siempre democrático,
participativo, electivo, descentralizado, alternativo,
responsable, pluralista y de mandatos revocables” (art. 6)
La conducta del gobierno al insistir en que es un Estado
socialista, una economía socialista, una fuerza armada
bolivariana: con medidas centralistas que le restan
decenas de millones de dólares a las regiones y
localidades, nada tiene que ver con los postulados
constitucionales citados.
La lucha está planteada en
términos muy claros; respeto a los resultados del 3D y a
la Constitución de 1999.
La lucha por la
descentralización es en la práctica la que reclama más
dinero para las regiones, derrotar el centralismo
autocrático y militarista para que los gobiernos
regionales y locales en coordinación con el gobierno
nacional, puedan atender los problemas diarios de la
gente: salud, educación, vialidad, empleo, seguridad,
vivienda; estimulo a la inversión tanto estadal como
privada y generar empleo en la lucha contra la pobreza.
El centralismo es nefasto. Es
atraso. Es antidemocrático.
En esta dirección se requiere
de un gran acuerdo nacional en torno a la Constitución y a
los resultados del 2D. En él cabemos todos. Sin
exclusiones.