Venezuela se debate entre
democracia, libertad y justicia social o autoritarismo,
personalismo, autocratismo militarista. No otra cosa es la
visión de país que nos quiere imponer Chávez, agravada por
su obsesión de poder reflejada en la forma como quiere
burlarse de los resultados del 2D del 2007 y escamotear
los resultados del 23N del 2008.
Lo que pretende Chávez es
inconstitucional, no sólo porque como reza el artículo 345
no se puede insistir durante un mismo período
constitucional con una reforma (la enmienda es reiterativa
de la reelección) que haya sido negada mayoritariamente
por el pueblo donde reside la soberanía (Art. 5 de la CN)
sino porque se niegan principios fundamentales de la Carta
Magna entre los cuales se encuentra la alternabilidad
expresamente establecida en el Art. 6 de la misma.
No aspiro a detenerme en
consideraciones jurídicas porque no es mi profesión, pero
es imprescindible para el ejercicio del periodismo y de la
política conocer a fondo el texto fundamental que define y
rige a nuestro país.
Queremos destacar lo
siguiente:
1) La tentación totalitaria de quien ejerce el poder. Su
tendencia es a dominar todo, a que todo se realice según
su voluntad, Es la criminalización de la disidencia. Es la
muerte política del que se le oponga. Es reaccionar a lo
Jalisco ante cualquier revés y querer transformar derrotas
en victorias para siempre propender a “pulverizar” al
adversario que estima mejor como enemigo para intentar
destruirlo.
2) No sólo está en juego la
propuesta de una enmienda sino que aparejada a ella se
prosigue en el camino de modificar modos de vida
democráticos y republicanos por una suerte de dictadura
personalista.
3) El anuncio de utilizar
todos los recursos del poder (ministerios, gobernaciones,
alcaldías, institutos autónomos, PDVSA) para hacer aprobar
lo que en la práctica es una involución histórica: la
reelección indefinida que a veces se la presenta como
vitalicia.
En consecuencia, enfrentar tal
pretensión le corresponde a la sociedad democrática, a
quienes quieren vivir al amparo de los principios
fundamentales de la Constitución; a quienes fervientemente
desean vivir en paz, en convivencia, sin exclusiones. Se
debe sobre la marcha constituir un gran frente nacional,
lo mas amplio posible en lo político y en lo social.
Derrotar esta enmienda sólo es posible votando. Nada de
abstencionismo u otros atajos. Ese frente es capaz de
hacer respetar sus resultados. No hay otro camino.
Organizar, votar y vencer.