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Dos visiones
por Pompeyo Márquez  
jueves, 3 abril 2008


Cuando leemos u observamos las descripciones que hace Chávez y quienes respaldan su gestión incondicionalmente nos topamos con una Venezuela color de rosas, donde todo marcha a la perfección. Esta imagen sube de tono cuando se trata de periodistas, escritores y artistas invitados que se alojan en hoteles cinco estrellas y se movilizan en lujosos vehículos. Se puede entender cómo desde estas alturas la distorsión del país resulta algo natural y los sufrimientos que padecen la inmensa mayoría de sus pobladores pueden ser atemperados, “racionalizados”.  

Escribo con propiedad. Fui visitante de la URSS y de las llamadas democracias populares. No debo dejar de repetir el impacto que produjo en mí el Informe Jruschov que en ese momento ejercía el cargo de Primer Secretario del PCUS y de Primer Ministro de la URSS, donde denunciaba los crímenes de Stalin y los fracasos de numerosos planes de gobierno. Me encontré con el hecho de la certeza de las denuncias contra el régimen y la calificación de agentes de la CIA, de antisoviéticos, de quienes las hacían. Debo confesar que los denunciantes se quedaron cortos. El caso de China fue distinto. Hubo períodos de profundas críticas a lo actuado. El desbordamiento en los crímenes y fracasos acentuados se produce durante el “salto adelante” y la “revolución cultural” cuando el fanatismo y el sectarismo dominan la acción de los comunistas chinos. La rectificación no se hizo esperar, aun cuando perduren métodos represivos como sucede en el Tibet. 

El contraste con esa visión idílica que pregonan Chávez y sus seguidores es la Venezuela real. No quiero repetir lo que significa el culto a la personalidad. Es perverso. Y lo cual hace recordar al siglo XIX  así como los totalitarismos del siglo XX, que se derrumbó  después de la segunda mitad del siglo.  

Estamos en presencia de una autocracia militarista. Las instituciones todas han sido destruidas. El autócrata no tiene contrapeso. Se reproduce que el Estado, el gobierno, la fuerza armada, el partido, las finanzas públicas y pare usted de contar se encuentran en una sola mano: la “¡del líder!” La “revolución”, “la patria”, el pueblo, es él. 

.Estas son las situaciones. No entremos a contabilizar ésta o aquella obra. Si las comparamos con el volumen de recursos que ha manejado Chávez es insignificante lo realizado. La corrupción es la principal “obra”, la que más consume recursos.

En estas condiciones es una suerte de diálogo de sordos conversar con quienes piensan a lo Chávez. Y esto debe ser superado, para encontrarnos todos los demócratas.

 
 

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