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La dictadura militar de Pérez Jiménez 
por Pompeyo Márquez  
jueves, 25 enero 2007


El 24 de noviembre de 1948 se produce el golpe militar contra la dictadura militar de Pérez Jiménez. Comienza un gobierno que se autodenominaba de las Fuerzas Armadas Nacionales.

Los adecos habían anunciado que gobernarían hasta el año 2000, y cuando se hizo evidente que se podía producir un golpe militar proclamaron a los cuatro vientos que no se movería un solo taladro y que el país se paralizaría. No sucedió nada de esto. En esos días no hubo ningún movimiento, pero comenzó una etapa de resistencia contra dicha dictadura que tuvo dos fases: una, de noviembre del 48 a noviembre del 52. Se le llegó a definir como “dictablanda”. Estaba ilegalizada solamente AD, el golpe era contra su gobierno caracterizado por un sectarismo excluyente, que dominaba la vida nacional entre octubre de 1945 a noviembre de 1948. Durante ese período se ejerce la censura de prensa, continúan “legales” el PCV, URD y COPEI, aun cuando sin actividad política, es decir sin acciones de masas de ninguna naturaleza.

Es una represión selectiva. Se envían presos políticos a El Dorado (El Morrocoy Azul publicó una edición como El Morrocoy Dorado, lo que costó que recogieran la edición) Circulaba Tribuna Popular dirigida por Gustavo Machado y yo ejercía la Jefatura de Redacción. Como anécdota personal es en 1949 cuando conozco a Teodoro Petkoff en la Redacción de TP. Comienza la preparación del PCV para el pase a la clandestinidad. Nos encargan a Alonso Ojeda y a mí para tal tarea. Se prepara la huelga petrolera que estalla en mayo de 1950. Delgado Chalbaud manda un mensajero, Chicho Heredia, a conversar con Gustavo y conmigo (Chicho había sido el concejal del PCV por San Juan, yo era el Secretario Político de esa zona) La huelga que era por 48 horas, se prolongó. Fue aplastada con una brutal represión que condujo a la ilegalización del PCV, a la clausura de Tribuna Popular y el pase a la clandestinidad La preparación que nos habían encomendado a Alonso y a mí consistía en tener unas “conchas” para llegado el momento refugiarnos en ellas. Disponer de una imprenta con capacidad de operar. Así lo hicimos.

Clausurados inmediatamente sale TP clandestina. José Agustín Catalá, quien puede ser considerado el editor de la resistencia, nos “levantó” en linotipo los primeros materiales. No atendimos las sugerencias de Delgado Chalbaud. En noviembre de ese año 50 es asesinado. Moraleja: no despreciar ni subestimar ninguna contradicción en el seno del grupo gobernante, así ésta sea pequeña.

El asesinato de Delgado fue una conmoción. Hace retroceder a Pérez Jiménez y consiguen a un “títere” llamado Germán Suárez Flamerich. Otra anécdota este personaje había sido concejal por Santa Teresa apoyado por toda la izquierda. Yo soy detenido en la esquina de Santa Teresa pegando un afiche de él. Esa prisión se prolongó hasta un confinamiento en Puerto Páez en la desembocadura del Meta con el Orinoco. Para calmar la ira nacional se prepara la convocatoria a elecciones de una Constituyente en noviembre de 1952. Participamos en ella; Jóvito Villalba y Mario Briceño Iragorri son los grandes líderes de este movimiento. El triunfo del 30 de noviembre se hace espuma el 2 de diciembre con el golpe de Estado de Pérez Jiménez que altera los resultados electorales hasta el punto que 10 de los 15 miembros del Consejo Electoral renuncian y algunos se van del país.

Comienza la segunda fase: una represión feroz. Expulsada toda la directiva de URD, salvo Rodríguez Chacín que queda encargado de la Sec. General en la clandestinidad. A esto se agrega la realización de la X Conferencia Panamericana en Caracas con la presencia de Foster Dulles. Las cárceles se llenan de presos. La tortura se pone a la orden del día. Después de las pequeñas manifestaciones que se realizaban y que concluían con más presos, entra un período casi de silencio, cuando no se movía ni una hoja contra el dictador. Años de Ratas llamamos a ese período. Pero allí estaban latentes el descontento y el desacuerdo con la dictadura militar. Bastó una huelga en el Liceo Fermín Toro, que fue reprimida, la constitución de la Junta Patriótica, la Pastoral de Monseñor Arias, la huelga universitaria de noviembre del 57, la derrota política del plebiscito y la insurgencia de Hugo Trejo y de Martín Parada el primero de enero, para que todo ese potencial antidictadura se pusiera en movimiento y se desbordara del 3 de enero hasta el 21 de enero con la huelga de prensa y la huelga que paraliza el área metropolitana cuando se produce el levantamiento militar con Larrazábal a la cabeza y el dictador que parecía inderrotable huyera la madrugada del 23 de enero de 1958 abriéndole al país una nueva era democrática.

CONCLUSION: A veces las fortalezas basadas en la represión física, o en el terror que induce al miedo por represalias como la lista Tascón y Maisanta, para dar un ejemplo, se derrumban tanto más rápido cuanto más tiempo dure lograr la unidad nacional contra tales métodos de gobernar y una política acertada en correspondencia con las exigencias de libertades públicas, amnistía, funcionamiento democrático de la sociedad. Esas banderas fueron las del 23 de enero. Y triunfaron.
 

 
 

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