El
24 de noviembre de 1948 se produce el golpe militar contra
la dictadura militar de Pérez Jiménez. Comienza un
gobierno que se autodenominaba de las Fuerzas Armadas
Nacionales.
Los adecos habían anunciado
que gobernarían hasta el año 2000, y cuando se hizo
evidente que se podía producir un golpe militar
proclamaron a los cuatro vientos que no se movería un solo
taladro y que el país se paralizaría. No sucedió nada de
esto. En esos días no hubo ningún movimiento, pero comenzó
una etapa de resistencia contra dicha dictadura que tuvo
dos fases: una, de noviembre del 48 a noviembre del 52. Se
le llegó a definir como “dictablanda”. Estaba ilegalizada
solamente AD, el golpe era contra su gobierno
caracterizado por un sectarismo excluyente, que dominaba
la vida nacional entre octubre de 1945 a noviembre de
1948. Durante ese período se ejerce la censura de prensa,
continúan “legales” el PCV, URD y COPEI, aun cuando sin
actividad política, es decir sin acciones de masas de
ninguna naturaleza.
Es una represión selectiva. Se
envían presos políticos a El Dorado (El Morrocoy Azul
publicó una edición como El Morrocoy Dorado, lo que costó
que recogieran la edición) Circulaba Tribuna Popular
dirigida por Gustavo Machado y yo ejercía la Jefatura de
Redacción. Como anécdota personal es en 1949 cuando
conozco a Teodoro Petkoff en la Redacción de TP. Comienza
la preparación del PCV para el pase a la clandestinidad.
Nos encargan a Alonso Ojeda y a mí para tal tarea. Se
prepara la huelga petrolera que estalla en mayo de 1950.
Delgado Chalbaud manda un mensajero, Chicho Heredia, a
conversar con Gustavo y conmigo (Chicho había sido el
concejal del PCV por San Juan, yo era el Secretario
Político de esa zona) La huelga que era por 48 horas, se
prolongó. Fue aplastada con una brutal represión que
condujo a la ilegalización del PCV, a la clausura de
Tribuna Popular y el pase a la clandestinidad La
preparación que nos habían encomendado a Alonso y a mí
consistía en tener unas “conchas” para llegado el momento
refugiarnos en ellas. Disponer de una imprenta con
capacidad de operar. Así lo hicimos.
Clausurados inmediatamente
sale TP clandestina. José Agustín Catalá, quien puede ser
considerado el editor de la resistencia, nos “levantó” en
linotipo los primeros materiales. No atendimos las
sugerencias de Delgado Chalbaud. En noviembre de ese año
50 es asesinado. Moraleja: no despreciar ni subestimar
ninguna contradicción en el seno del grupo gobernante, así
ésta sea pequeña.
El asesinato de Delgado fue
una conmoción. Hace retroceder a Pérez Jiménez y consiguen
a un “títere” llamado Germán Suárez Flamerich. Otra
anécdota este personaje había sido concejal por Santa
Teresa apoyado por toda la izquierda. Yo soy detenido en
la esquina de Santa Teresa pegando un afiche de él. Esa
prisión se prolongó hasta un confinamiento en Puerto Páez
en la desembocadura del Meta con el Orinoco. Para calmar
la ira nacional se prepara la convocatoria a elecciones de
una Constituyente en noviembre de 1952. Participamos en
ella; Jóvito Villalba y Mario Briceño Iragorri son los
grandes líderes de este movimiento. El triunfo del 30 de
noviembre se hace espuma el 2 de diciembre con el golpe de
Estado de Pérez Jiménez que altera los resultados
electorales hasta el punto que 10 de los 15 miembros del
Consejo Electoral renuncian y algunos se van del país.
Comienza la segunda fase: una
represión feroz. Expulsada toda la directiva de URD, salvo
Rodríguez Chacín que queda encargado de la Sec. General en
la clandestinidad. A esto se agrega la realización de la X
Conferencia Panamericana en Caracas con la presencia de
Foster Dulles. Las cárceles se llenan de presos. La
tortura se pone a la orden del día. Después de las
pequeñas manifestaciones que se realizaban y que concluían
con más presos, entra un período casi de silencio, cuando
no se movía ni una hoja contra el dictador. Años de Ratas
llamamos a ese período. Pero allí estaban latentes el
descontento y el desacuerdo con la dictadura militar.
Bastó una huelga en el Liceo Fermín Toro, que fue
reprimida, la constitución de la Junta Patriótica, la
Pastoral de Monseñor Arias, la huelga universitaria de
noviembre del 57, la derrota política del plebiscito y la
insurgencia de Hugo Trejo y de Martín Parada el primero de
enero, para que todo ese potencial antidictadura se
pusiera en movimiento y se desbordara del 3 de enero hasta
el 21 de enero con la huelga de prensa y la huelga que
paraliza el área metropolitana cuando se produce el
levantamiento militar con Larrazábal a la cabeza y el
dictador que parecía inderrotable huyera la madrugada del
23 de enero de 1958 abriéndole al país una nueva era
democrática.
CONCLUSION: A veces las
fortalezas basadas en la represión física, o en el terror
que induce al miedo por represalias como la lista Tascón y
Maisanta, para dar un ejemplo, se derrumban tanto más
rápido cuanto más tiempo dure lograr la unidad nacional
contra tales métodos de gobernar y una política acertada
en correspondencia con las exigencias de libertades
públicas, amnistía, funcionamiento democrático de la
sociedad. Esas banderas fueron las del 23 de enero. Y
triunfaron.