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Recomponer a la oposición 
por Pompeyo Márquez  
jueves, 18 enero 2007



Chávez apoyándose en una equivocada lectura de los resultados electorales del 3 de diciembre resolvió en forma autocrática acelerar el paso de su “revolución”. Es tal este improvisado aceleramiento que ha dejado pasmada a la legión de incondicionales que lo rodea. Como el mismo lo ha confesado “no tiene claro” los alcances de determinadas medidas. Varios de sus aliados, el PPT y PODEMOS tomaron lo referente a la creación del partido único de la revolución como una forma de expresar su desconcierto. Han dicho, por ejemplo, socialismo sí, comunismo no. Han solicitado la convocatoria a un Congreso Constituyente del Partido y, al mismo tiempo, para cubrirse las espaldas no han dejado dudas acerca del “respaldo” a las medidas de nacionalizaciones y de estructuración territorial.

Chávez ha puesto en peligro al funcionamiento de la sociedad venezolana. Es una involución histórica.

La oposición democrática es una fuerza que tiene que hacerse presente, que debe hacer valer sus derechos, que debe impedir ser aplastada por una acción autocrática militarista como la que encarna un individuo carente de originalidad. Cuando termina gritando patria, socialismo o muerte, no hace sino repetir como un loro lo que viene diciendo Fidel desde hace años Es incapaz de crear algo nuevo, del siglo XXI, y no la cantinela ya gastada del siglo XX.

Hoy a diferencia de la situación creada después del Referendo Revocatorio se hace el intento porque no se diluyan los cuatro y tantos millones de votos reconocidos por el CNE. Votación obtenida en breve plazo de campaña y a pesar del obsceno ventajismo del candidato oficial que utilizó todos los recursos del Estado a su favor. Además, aparece un liderazgo que nadie se lo concedió, que fue conquistado al fragor del combate, con coraje, con firmeza. Me refiero al liderazgo de Manuel Rosales. Pero además, la compañía de Teodoro Petkoff y de Julio Borges, junto con Gerardo Blyde, Leopoldo López, Omar Barboza, entre otros.

Esto da pié para mayor en dos planos, plenamente complementarios y concurrentes. Por un lado, recomponer la unidad de la oposición. Una unidad amplia, nacional, sobre la base de una plataforma que recoja los mejores sentimientos y anhelos de una parte importante del país. Por el otro, la recomposición de los partidos. Uno y otro aspecto se unen en una misma dirección enfrentar democráticamente. A esta autocracia militarista.

Izquierda Democrática, partido al que vengo perteneciendo al comprender las dos exigencias señaladas anteriormente, resuelve disolverse e integrarse de una manera decidida en todo el país al partido Nuevo Tiempo. Fortalecer esta instancia que pregona una democracia de avanzada con contenido social es una tarea del momento. Es, en mi opinión, justa tal decisión, la acompaño plenamente, aun cuando, en mi caso, cuando estoy cercano a cumplir 85 años, estimo que mi “cuota” de partidos ya la he cubierto. Me incorporo al frente unitario, creo que allí puedo emitir mis opiniones sin que ello implique ninguna militancia partidista.

Termino afirmando que esta recomposición de la oposición y de los partidos debe ser cuanto antes y presentarle al país opciones, propuestas que salgan al encuentro de este conjunto de medidas que no vacilamos en concluir que constituirá un desastre para el país y para los sectores más deprimidos de la sociedad.

 
 

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