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Lo que siempre se combatió 
por Pompeyo Márquez  
miércoles, 14 marzo 2007



En la vida política venezolana podemos encontrar una constante: el rechazo a la formación de partidos políticos gubernamentales construidos desde el poder, con los recursos del Estado y con la preeminencia del presidente de la república, de sus ministros, en particular del ministro del interior, y bajo la presión hacia los empleados públicos.

Hoy contemplamos el mismo espectáculo elevado a la N potencia. Es el propio presidente el que traza los lineamientos del partido oficial, el que fija los plazos de su fundación. Por cierto que esta vez tuvo que alargarlos. Frenar un tanto su voluntarismo, uno de los rasgos más resaltantes de sus actuaciones, y entrar a considerar un debate donde brotan la variedad que se puede encontrar en el chavismo: elementos de derecha, autoritarismo, militarismo, dogmáticos del socialismo, creyentes en la revolución, demócratas. Al analizar a los grupos gobernantes podemos encontrar todos estos componentes. Es conveniente no dejar de tomar en consideración tal abigarramiento.

La experiencia indica lo nefasto que resulta este tipo de partido oficialista. Sólo nos vamos a referir a los contemporáneos, tomando como punto de partida 1936. Las Cívicas Bolivarianas de López Contreras; el Partido Democrático Venezolano (PDV) de Medina; el Frente Electoral Independiente (FEI) de Pérez Jiménez. Todos estos partidos desaparecen al caer los gobiernos a los cuales servían .En cuanto AD y COPEI tuvieron otros orígenes, aún cuando crecen como partidos nacionales desde posiciones de poder. Y los desgasta hasta llevarlos a la situación actual su comportamiento como gobierno.

Lo del partido único de la revolución que Chávez pretende crear sobre los restos de partidos que lo vienen apoyando, liquidando en la práctica a sus dirigentes en una molienda que no les deja opciones sino la de sucumbir a su concentración de poder.

Termino: la simbiosis gobierno-partido, más el culto a la personalidad, son experimentos totalmente fracasados en el mundo. Constituyen aberraciones dañinas para el funcionamiento democrático de la sociedad y si a eso agregamos que vivimos en una autocracia militarista ese partido único sólo servirá para aplastar cualquier disidencia que se atreva a alzar la voz para hablar, por ejemplo, de pluralismo, de “socialismo democrático”, de respeto a la minoría. El futuro de este partido se puede vaticinar desde ahora: una sola voz de mando, habló el comandante, habló el líder.

 
 

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