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No reconocer nada 
por Pompeyo Márquez  
viernes, 12 octubre 2007


Una de las objeciones que algunos chavistas nos hacen es que no reconocemos nada al gobierno. En esto pueden tener algo de razón. A lo largo de mi vida he aprendido que no todo es cien por ciento malo ni cien por ciento bueno. Lo que determina si se es bueno o malo es el porcentaje que se aprecie en una determinada labor. Por ejemplo, se resalta el discurso a favor de los sectores populares y cómo éstos están recibiendo pagas a través de las misiones. Esto no se debe negar. Pero hay que colocarle en lo fundamental dos PEROS. El primero, que sería inconcebible que con el volumen de dinero que recibe Chávez y la forma como los maneja no dedicara una parte de ellos a esos sectores. Tiene un corolario de corrupción no despreciable. Lo segundo, que es un discurso que utiliza la pobreza para mantener cautiva una audiencia que debe apoyarlo, vestirse de rojo, para poder recibir la ayuda. De esta manera viola un principio universal de la solidaridad que ésta debe ser para todos.

En esa dirección comete el grave error, él y sus voceros, de desconocer, descalificar y querer destruir a cerca de la mitad de la población, a la que se le niega toda consideración, a la que se le califica de traidora a la patria, de agente del imperio. A la oposición no se le considera adversaria sino enemiga, por tanto debe ser aniquilada, como lo enfatizó Chávez en su discurso en el Fuerte Tiuna (2004) donde trazaba las grandes líneas de la Nueva Etapa.

En cuanto al cambio de Constitución que lleva implícita un cambio en nuestra forma de vida, con “su puño y letra” establece 12 nuevas funciones a la presidencia, y con ellas una aberrante concentración de poderes, alarga el período a 7 años, antes lo había extendido a 6 e introduce la reelección continua que le da la presidencia perpetua, ya que la forma como celebra elecciones es con el abuso más obsceno de los recursos del Estado .Esto me recuerda el Informe Jruschov sobre Stalin donde se señala que el dictador “con su puño y letra” escribía sus autoelogios: “el gran Stalin”, el “gran líder”, “el genio militar”.

La visión económica que práctica Chávez está condenada al fracaso que hoy encubre la masa de recursos que maneja a discreción, sin control, sin rendición de cuentas.

En definitiva, no es que no se quiera reconocer nada, es que en lo fundamental el modelo político, económico, social, la gobernabilidad de Chávez conduce por derroteros fracasados en otros lugares y en nuestro país. Es inviable.

 
 

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