Manuel
Caballero “en su Gómez” formula una serie de
consideraciones bastante polémicas. Voy a tomar una que él
cita: de George Orwell (se le llama el visionario por su
obra 1984 que prevé el derrumbe del”socialismo real”, nota
mía) “no se implanta una dictadura para salvar una
revolución sino que se hace una revolución para implantar
una dictadura” (p. 341)
Tremenda conclusión surgida de
una teoría y de una práctica. Es la Historia de la
humanidad. No existe ninguna revolución ni algo que se le
parezca o que se intente que no lleve en su seno una
imposición, una dictadura. Marx habla del período de
transición como de una “dictadura del proletariado”. El caso
soviético es patético. Lenin comienza a implantar los
soviets en la Rusia de entonces y Stalin los convierte en
algo aborrecible. Rosa Luxemburgo fue execrada por advertir
a Lenin sobre este posible desarrollo. Y así fue. En las
“democracias populares” del Este de Europa se cumplió con
creces este vaticinio. Incluso en países como Checoslovaquia
con tradiciones democráticas que tuvieron su expresión en
el”socialismo con rostro humano” aplastado por los tanques
soviéticos.
En China ahora comienza un
proceso hacia algunas libertades bajo la exigencia de los
cambios producidos en la esfera económica. De las 500
grandes transnacionales 440 operan en China. Pero el dominio
es del PCCH. En Cuba se repite el mismo fenómeno. En todos
existen rasgos comunes: culto a la personalidad,
concentración del poder, fracaso en la economía,
perpetuación en el poder del líder, bajas condiciones de
vida para las grandes masas, ausencia de libertades,
fanatización de los partidarios del régimen, descalificación
de la disidencia, partido único o dominante, “elecciones
amañadas” que no permite igualdad de oportunidades para el
adversario político que es calificado de “enemigo”, de
“agente del imperio”, entre otras perversiones.
Está comprobado que una sociedad
dividida, -en el caso venezolano en dos mitades visibles -,
con todos los poderes en manos de un solo hombre conduce a
la pérdida de oportunidades de crecimiento, de desarrollo
armónico, sustentable con justicia social.
Impidamos que la profecía de
Orwell se cumpla. Y aprovechemos la oportunidad de los altos
precios petroleros, de la tributación de los ciudadanos,
para crear empleos, conquistar seguridad y un Estado de
Derecho con Justicia Social. No es un sueño. Es
conquistable. Hay fuerzas sociales para ello.