Había
una canción que se hizo muy popular en la Cuba
revolucionaria, acababa Fidel de bajar de la Sierra
Maestra y entrar a La Habana destruyendo todas las
Instituciones comenzando por las mercenarias fuerzas
armadas del dictador Batista. Decía en una estrofa: Llegó
el Comandante y mandó a parar. Eso fue lo que sucedió el
viernes 15. Habló el comandante Chávez y mandó a parar. El
quiere dirigir a Venezuela como si fuera un cuartel:
batallones, compañías, escuadras, pelotones, soldados. El
es el comandante, ordena y el resto debe obedecer.
Pero resulta
que nuestro país no es ni Cuba, ni un cuartel. Es cierto
que vivimos una autocracia dirigida, por tanto por un
autócrata, pero aún existe una porción importante de
ciudadanos que estamos decididos a vivir en una República
como la soñó Bolívar que decía:
“¡Compadezcámonos
mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que
manda solo!”
(Ver Bolívar, el pueblo y el poder de Diego Bautista
Urbaneja).
Chávez puede
exagerar su triunfo. No voy a cometer la necedad de negar
que a través de los más diversos mecanismos del poder se
ha formado una mayoría que lleva implícito el miedo, las
presiones, las amenazas, el chantaje. El ha hecho mención
de como se derrumbó la URSS sin disparar un tiro. No tenía
que ir tan lejos. Acción Democrática del 45 al 48 otorgó
las más variadas ventajas democráticas a los venezolanos.
Llegó a tener mayoría en pueblos del interior hasta de un
95 por ciento. Venezuela era una sábana blanca. Oponerse a
los adecos en 1946 era una hazaña y ser tomado como
contrarrevolucionario. Amenazaban con gobernar hasta
finales del siglo XX. Funcionó la agresión con cabilla y
todo de los opositores. Ante las amenazas de ser
derrocados durante 1948 amenazaban con paralizar al país y
que ni un sólo taladrado se movería. El 28 de noviembre de
ese año fue derrocada por un golpe militar y no se oyó ni
un tiro. O mejor el 23 de enero con una poderosa acción
cívica los mismos militares que le juraban adhesión al
dictador le dijeron: hasta aquí te acompañamos. Y después
del golpe del 2 de diciembre de 1952 no se movía ni una
hoja. Y se celebraba la Semana de la Patria y desfilaban
obligados los empleados públicos, etc.
Moraleja:
Nadie es dueño de un país. Nadie puede gobernar a su
capricho a una nación, ni despreciar a sus opositores y,
por supuesto, a quienes lo apoyan como hace el comandante
con Podemos, PPT. PCV. Entre otros. Los votos “son de
Chávez” y no de ninguna parcialidad.