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Con la
misma
moneda
por Pedro Lastra
jueves, 7
agosto
2008
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Va siendo hora de pagarle al teniente coronel con su
misma moneda. Que eso de enfrentar a un malandro con la
exquisita caballerosidad de un gentleman es un absoluto
contrasentido. Por ejemplo: habría que decir que sus 26
leyes habilitantes suponen “un golpe de estado de
mierda”. Es el lenguaje con que él descalificó el 4 de
diciembre pasado la decisión soberana del pueblo ese
glorioso 2D, pueblo que según la constitución debiera
gobernar. Y que él dobla y se lo mete por el…bolsillo.
Dicho en el lenguaje de su otro yo el doctor Silva,
espejo de su alma: se lo pasa por el culo.
Es claro: las vestales de la asamblea nacional y los
eunucos del mal llamado tribunal supremo pondrían el
grito en el cielo: ¿Llamar al presidente de la república
un presidente de mierda? ¡Inaceptable! Así este teniente
coronel no sea otra cosa que una fenomenal plasta, para
seguir usando su escatológico diccionario. Y sus
secuaces y seguidores unos peones del castro-comunismo,
para mantenernos en el léxico cuartelero. Hoy tan
escuálidos, que se ven en la obligación de recurrir a un
golpe de estado constitucional.
En gran medida, los males que arrastra la república se
deben a esta guerra asimétrica: malandros, ladrones y
asesinos dirigidos por un capo di mafia enfrentados por
ciudadanos virtuosos y honestos, sin otra dirección que
sus ideales y otro liderazgo que su espontánea voluntad.
Por eso lo eligieron: porque los demócratas decidieron
ir a las elecciones del 98 sin trampas ni subterfugios,
sin maquinitas ni misiones, sin triples cedulaciones y
falsificación de los registros. Primero y gigantesco de
los errores cometidos por la sociedad de beneficencia en
que se convirtieran los partidos del establecimiento:
jugarle limpio a un psicópata golpista.
Segundo y gigantesco error, imputable a quienes
conformaban la Corte Suprema de Justicia de la IV
República: ponerse melindrosos y no atender al justo y
sensato pedido de inhabilitación a un golpista
responsable de más de dos centenas de asesinatos y la
destrucción del hilo constitucional, dizque porque al
inhabilitarlo “se violaba la constitución”. ¿Con qué
espejo se lava la cara la Dra. Cecilia Sosa después de
ese gigantesco exabrupto?
Pero cuando se llegó al colmo de la estulticia y la
pusilanimidad democrática fue cuando se aceptaron las
reformas impuestas por Don Luis, se amplió el TSJ a
gusto y medida del teniente coronel y se le pavimentó el
sendero para darle visos de juridicidad a sus afanes
dictatoriales. De esos polvos salieron esos lodos, ¿no
es así Don Luis?
La consecuencia inmediata: caer en el asombroso e
insólito 11 de abril, en donde un general en jefe de la
FAN, hijo de un pastor evangélico que repugna de la
violencia y le había prohibido a su hijito responsable
de dirigir la guerra en nombre de todos los venezolanos
“no derramara una gota de sangre” para salir de esta
pesadilla. Y en lugar de cortar por lo sano y sacar a
patadas del país a un dictador en potencia, se le
protegió cuidadosamente de cualquier exceso humillante.
¿No es así General Baduel? ¿O es que se ha olvidado de
que si usted hubiera cumplido con honor su deber de
soldado el 11 de abril hoy no estaríamos en este
siniestro trance?
Chávez, el déspota, no estaría en donde ha llegado si la
democracia venezolana hubiera jugado con otros medios.
Por ejemplo: con los que juega Álvaro Uribe contra los
socios del teniente coronel en Colombia. Sin permitirle
ni una sola violación, ni un solo crimen, ni un solo
estupro. Si al malandro se le hubiera enfrentado con
decisión, con lucidez y coraje, otro gallo nos cantaría.
Hoy arrastraría sus desgracias por Zimbabue. Y contaría
sus proezas en un bar de mala muerte de Harare, la
capital del reino del Doctor Mugabe.
Seamos francos: el malandro nos despotiza porque somos
unos pendejos. Todo lo demás es paja.
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