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¡Despertad!
por Pedro Juan Guerrero
sábado, 17 enero 2009


¿No se dan cuenta, insensatos, que va a ganar el SÍ?

Mientras algunos de ustedes se fueron a las playas, otros a las montañas, y los más pobres, guarecidos en sus casas, el dictador ha preparado el camino de la infamia, sus grupos de choque, su propaganda, sus esbirros. ¿O ustedes imaginan que diciendo o escribiendo "NO es NO" es que van a ganar? ¿O enviando algún e- Mail con un NO a los que de por sí van a votar NO, así creen que va a ganar el NO? ¿No se dan cuenta que el 15 del 02 no es ni será el 2 del 12? ¿Ni tampoco el 23 del 11? ¿O ustedes creen que sólo citando frases sueltas de Bolívar van a ganar un plebiscito donde lo que está en juego no es una enmienda, no un SÍ o un NO, sino que el definitivo fin de la democracia venezolana?

El 2 del 12 el dictador se equivocó. Estaba golpeado por las movilizaciones estudiantiles. Había dado un paso en falso al clausurar RCTV, el canal de los horribles culebrones, tanto o más populares y ordinarios que el dictador. La gente tenía rabia, odio, o por lo menos, pasión por el NO.

El 23 del 11 el dictador buscó otro camino. De las elecciones regionales hizo un plebiscito y le quitó más de un millón de votos a una desordenada oposición que en aras de un pálido triunfo, permitió que les inhabilitaran sus líderes; sus candidatos se dejaron tratar de ladrones, desgraciados, corruptos, sinvergüenzas; fueron acusados de magnicidas y amenazados con tanques y de ser llevados presos; y como recompensa por tanta paciencia, ganaron algunas gobernaciones y alcaldías, y además, la estúpida ilusión de que habían derrotado a una dictadura.

Hoy el dictador, cambiando la táctica de su siniestro juego, no ataca a nadie personalmente. Hoy ha hecho algo peor: ha destruido la esencia misma de la Constitución. Y si un pueblo no se levanta, ahora, no "por ahora", ahora, a defender su Constitución, significa que ese pueblo, bolivariano o no, no sabe defenderse a sí mismo.

Al fin y al cabo él, el dictador conoce a su oposición mucho mejor de lo que la oposición se conoce a sí misma. Por eso se permite convocar a la enmienda anti-constitucional. Por eso se permite hacer la votación sobre la base de una pregunta que es un slogan a favor de la violación constitucional. Por eso se permite robar el derecho a voto a los más jóvenes. Por eso se permite usar a la Constitución como táctica en función de su gradual estrategia de golpe de estado.

Los alambicados expertos en encuestas le dan un 15 % de ventaja a la oposición ¿Son o se hacen? Cualquier persona que entienda algo de política sabe que una encuesta no tiene más validez que la duración del día en que se hace una encuesta. Ellos, los expertos en encuestas, han convencido a la oposición que ha de quedarse tranquila en sus casas, esperando los resultados, porque los números objetivos están de su parte. No, amigos: los números no están de parte de nadie. Hay que ganarlos, uno por uno, en la calle, todos los días, exponiendo el cuerpo y los ojos..

Nunca la oposición ha sido o estado más errática que en estos momentos. No sólo se ve cansada, sin imaginación, sin astucias, sin ideas; sin siquiera humor; además, y eso es lo peor: sin dirección política.

El 2 del 12 aparecieron los Baduel, los Garcías, las Marisabeles y otros más ¿quién ha aparecido hoy? Es un claro síntoma. Los chavistas, por el contrario, han cerrado filas alrededor del dictador y pasan al ataque sin que -con la excepción de valientes estudiantes- nadie, o casi nadie, se atreva cerrarles el paso.

Si el 2 del 12 triunfó el NO, fue porque ese NO era parte de un movimiento democrático y nacional. Fue ese movimiento el que hizo posible al NO y no fue el NO el que hizo posible al movimiento. El NO se ganó en la calle, no en las encuestas.

El peligro de ayer era el cretinismo abstencionista de aquellos que negaban al voto como medio de lucha. El peligro de hoy es el cretinismo electoral, propagado por aquellos que sostienen que el voto es el único medio de lucha democrática. El voto es importante, pero sólo lo es si es que surge de una volutad popular organizada y no de laboratorios estadísticos.

Sí de aquí al 15 del 2 no ocurre un milagro, y ruego a Dios que ocurra, ganara el SÍ. El dictador tendrá entonces lo que todo dictador más desea: una dictadura, no sólo de hecho, sino, además, por muy prostituido que sea: de derecho. Una dictadura consagrada por el voto del pueblo.

Pero si los milagros no ocurren hay que hacerlos. En los momentos más decisivos de la política, que son aquellos cuando el destino entero de un país está en juego, los milagros hay que hacerlos en las calles; y nunca jamás en otras partes. Quedan pocos días. Hay que hacer un milagro.

¡Despertad de una vez! ¡Despertad!


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