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La
palabra pesebre ilustra muy bien un interesante caso de evolución semántica.
En Venezuela y en muchos otros países hispanoparlantes leer u oír la palabra
pesebre nos remite inmediatamente al nacimiento de Jesús. Es una connotación
que, además de amable, opera en cualquier persona, incluso en aquellos para
quienes la Navidad no significa nada, bien porque profesen otras religiones no
cristianas, bien porque no profesen ninguna.
La primera acepción que de la palabra pesebre registra el DRAE es la siguiente:
³Especie de cajón donde comen las bestias². Por extensión, esta acepción da
origen a la segunda: ³2. Sitio destinado para ese fin². Es decir, a partir del
recipiente ³especie de cajón² donde se les pone el alimento a las
bestias, por un mecanismo metonímico la palabra pesebre pasó a significar el
lugar donde está dicho recipiente, o sea, que pasó a ser sinónimo de establo
(³Lugar cubierto en que se encierra ganado para su descanso y alimentación²)
y de caballeriza (³Sitio o lugar cubierto destinado para estancia de los
caballos y bestias de carga²) (DRAE). Este mismo diccionario registra también
pesebrera: ³En las caballerizas, disposición u orden de los pesebres. || 2.
Conjunto de estos pesebres².
La 3ª acepción de pesebre es la siguiente: ³nacimiento (representación del
de Jesucristo)². Esta es, sin duda, la más conocida y la que a la mayoría de
las personas viene a la memoria en primer lugar. Se debe a la leyenda acerca del
supuesto nacimiento de Jesús en un establo, en el que le habría servido de
cuna un pesebre. La leyenda, hermosa y de gran simbolismo, como expresión de
humildad y pobreza, esencia del Cristianismo, se completa con la supuesta
presencia sólo de una mula y un buey en el momento del alumbramiento. Los
Evangelios nada dicen al respecto, salvo el de Lucas, donde se menciona que la
Virgen ³Šparió a su primogénito y lo envolvió en pañales, y acostóle en
un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón² (2,7). Dos veces más
se hace mención al pesebre. Nada más. Fue en la Edad Media cuando, con esa
base tan precaria, se construyó toda la leyenda acerca del nacimiento de Jesús,
y se instituyó la tradición de representarlo con el pesebre.
Una tradición que ha decaído bastante en nuestro país es la del pesebre,
desplazado por el inexpresivo y exótico arbolito de Navidad. De los ya lejanos
días de mi infancia y adolescencia recuerdo cuando en cada casa, además de en
las iglesias, se armaba el pesebre. Días antes se iba al campo cercano a
recoger las ramas de estoraque (Vernonia odoratissima, según Lisandro
Alvarado), o en su defecto de mastranto (Hiptys suaveolens para Pitier), ambas
plantas muy aromáticas, que servían de base para el pesebre. Estos, por
supuesto, variaban de un lugar a otro, según los recursos de que se dispusiese,
incluyendo en ellos la sensibilidad artística y la habilidad manual de los
encargados de armar el pesebre, llamado también nacimiento.
En Venezuela se usa la expresión tener el pesebre alto, ya registrada en el
DRAE como venezolanismo, para significar que alguien está en tal estado de
pobreza, que se le dificulta conseguir lo necesario para comer.
La palabra pesebre, de origen latino, viene de praesepe, que significa pesebre,
establo, caballeriza, corral, cuadra, etc. Lo que ha sido motivo de
controversia es el origen del uso de la palabra pesebre como sinónimo de
nacimiento, referido, por supuesto, al de Jesucristo. El DRAE incluye esta
acepción sólo a partir de la 20ª edición, de 1984. Algunos consideran que
este uso es de origen catalán. El profesor Ángel Rosenblat cree que es mas
bien de origen portugués.
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