Como
quiera que sea que se lleven a cabo, las venideras elecciones
regionales; con o sin maquinas, con o sin conteo manual, con o sin
cazahuellas, con participación o abstención masiva; lo cierto es
que hoy le resulta difícil a la mayoría de los votantes, ver con
claridad el horizonte electoral del próximo 31 de octubre.
Dicho opaco panorama, no tiene que ver necesariamente con la
oferta electoral que la desigual campaña aporta, sino con las
interrogantes y dudas que habitan dentro de los votantes en torno
a la pericia e imparcialidad del árbitro electoral. Una
desconfianza que ha llegado a niveles tan altos, que hacen
presagiar que el desengaño expresado a través de la abstención,
podría ser la corriente predominante en las elecciones
regionales.
No hay duda que los sucesos de la madrugada y amanecer del 16 de
agosto, precipitaron por una parte la deslegitimación del actual
régimen, por otra parte puso en flagrante evidencia las carencias
tácticas y estratégicas del liderazgo de oposición, y por último
nos mostró la tendenciosa destreza de los llamados observadores
internacionales. Pero en medio de toda la confusión y las
consecuentes acusaciones de fraude, está claro para todos que
quien desencadenó los sucesos antes descritos, fue la desastrosa
actuación del CNE.
A partir de dicha conclusión, las interrogantes están a la orden
del día.
Primero: ¿por qué? el relevo de la dirigencia de oposición (López
y Lappi, entre otros) creyó días atrás que el mismo CNE, que hace
un mes hizo los desastres que todos conocemos, estaría en
capacidad de convocar, ésta vez si, a unas elecciones
transparentes; para aparecer luego en rueda de prensa dichos
dirigentes anunciándonos que descubrieron el agua tibia, al
revelarnos que en el Registro Electoral hay 1.5 millones de
inscritos irregulares.
Segundo: la renuncia de Ezequiel Zamora, hasta ahora, no ha tenido
consecuencias dentro del infranqueable tridente que dirige al CNE;
por al contrario, se ha convertido en un vía crucis, para
la incorporación de su suplente, un ascenso plagado de
incoherencias y tardanzas. ¿Se estará convirtiendo la renuncia de
Zamora en un boomerang para la oposición? ¿Quiénes desde la
oposición apoyan verdaderamente el nombramiento de Miriam
Kornblith? ¿Qué hace que Acción Democrática ante tal situación se
sienta tan cómodo; arreglos financieros-políticos de por medio?
Tercero : La tentativa paralela, llevada adelante por el fiscal
Danilo Anderson, buscando amedrentar y/o dejar fuera de
competencia a ciertos candidatos de la oposición, ¿corresponde a
una acción emprendida de oficio por la Fiscalía, o se trata de un
macabro acuerdo entre el golpista presidente y el golpista light
que personifica Arias Cárdenas? El silencio del fiscal Anderson,
respecto a un personaje, que presuntamente estuvo implicado en los
sucesos del 11 de abril, tanto como lo estuvo el propio Carmona,
deja mucho que pensar. Es mas, el escrito que acaba de consignar
el diputado Darío Vivas ante la Fiscalía, solicitándole a ésta que
igualmente impute, no solo a los firmantes, sino a los presuntos
redactores del decreto de Carmona (Brewer Carías y Cecilia Sosa,
entre otros), casualmente guarda también silencio en torno a la
figura de Arias Cárdenas. En fin, no hay duda que en éste
affaire la logia golpista del Samán de Güere tiene mucho que
ver.
Así las cosas, queda la interrogante: ¿está la oposición
democrática definitivamente atrapada sin salida, entre sus
principios inmutables y unos elementos que se erigen en su contra
y que hasta el 15 de agosto hicieron vida parasitaria dentro de la
coalición democrática?
