"Mamá,
mamá ¿mataron a Chávez?" Dijo la niñita sorprendida por la
cantidad de policías y guardias nacionales, que como hormigas
llenaban la parada de camioneticas para Catia. «! Cállate niña ¡"
Le dijo la mamá, aplicándole un pellizco. Mientras, miraba para
todos lados esperando que no la hubiera oído ningún chavista
fanático. Pero no pasó nada. Al lado una señora la oyó y le dijo:
"no mija, debe ser que hoy están raqueteando, porque es treinta".
En mi oficina, la opinión común de las empleadas, ante la
evidencia de la superpoblación de policías y GN fue que
simplemente la canoa estaba alta en septiembre y salieron más a la
calle que de costumbre. Evidentemente estaban de acuerdo con la
señora. Fue después que se enteraron, gracias a mí, que se trata
del plan de seguridad del nuevo ministro de Relaciones Interiores,
que cual escoba nueva está tratando de barrer los malandros
rápidamente. Acostumbradas a no perder las discusiones me dijeron.
"No te preocupes, todo operativo nunca dura más de dos días".
Otro comentario, esta vez del especialista en sucesos que se unió
a la conversación por la tarde, fue que esta vez si que estamos en
problemas porque malandros y policías nos acosarán juntos. "Ahora
sí que la pusimos". Siempre he pensado que es un pesimista por
deformación profesional.
Así estamos los caraqueños, de desagradecidos, desconfiando de un
ministro que sí sabe del asunto, porque sí es su especialidad,
como lo demostró en el canal ocho, un día golpista en que se le
adjudicaron varios muertos y heridos, al frente de las triunfantes
tropas de la revolución.
Según las cifras de los asesinatos del fin de semana, aunque
subfacturadas, se han producido 894 homicidios entre enero y mayo
de 2004 en Caracas y en 97 por ciento de los fallecimientos estuvo
presente el uso de armas de fuego. También en el mismo lapso
lesionaron a 2300 personas y le quitaron el carro a otras 2310 con
los mismos instrumentos. Los robos de autos se cometen en centros
comerciales, estacionamientos y lugares de esparcimiento,
especialmente en el municipio más peligroso de la gran Caracas,
Libertador. Para Navidad, se espera que superemos los dos mil
muertos. Y para comentar algo menos fúnebre, ahora el atraco en
las camionetas de pasajeros se ha hecho cosa común. Es cuestión de
elegir entre sacarse la lotería con los atracadores o salir
premiado con un motín en el Metro, cuando los empleados deciden
pararse porque no les pagan.
(1)
Hoy, Jesse Chacón piensa que la receta para acabar con nuestros
sustos cotidianos está en la saturación de la calle con la fuerza
pública, no para ayudar a los invasores de los edificios, no para
cobrar su quince y último a buhoneros y choferes, hacerles
alcabala para hacerse con una plusvalía a cuenta de los
motorizados, no para darle golpes a la oposición en las
manifestaciones, no para matar a sus mujeres a tiros cuando se
ponen celosos. No para hacerse los bolsas cuando ven que lo
atracan a uno en la bajada del metro, por una oscura calle
caminando hacia la casa. No para decirle a uno, eso no es asunto
mío, cuando otro marido ataca a su mujer a golpes en la parte baja
del edificio.
No para deshonrar su uniforme, no. Para defendernos.
Para volver a Caracas una ciudad vivible.
Especialistas en seguridad consultados insisten en que para que
resulte cualquier plan debe haber tres policías por cada mil
habitantes. Eso sí, dotados de comunicaciones, transporte y armas.
Y de ética profesional.
¿Usted cree que pase algo distinto con nuestra seguridad personal
la próxima semana? Ahora no me diga que no contesta encuestas,
cada uno de nosotros se ha vuelto una estadística andante.
Nota:
1
«Criminalidad azota la capital". Gustavo Rodríguez. El Universal.
5 de julio de 2004.
