Combatir al
actual régimen tiránico es una obligación patriótica. El
llamado es a quienes compartimos los principios y valores de
la democracia. Cada quien puede poner los acentos de acuerdo
a sus antecedentes políticos y convicciones ideológicas.
Pero en este momento debemos apartar todo cuanto pueda
separarnos y cerrar filas para luchar por lo que nos une.
Están en peligro la verdad histórica y los hechos
contemporáneos que han condicionado negativamente la vida
nacional. El disimulo y la mentira son los instrumentos del
régimen para engañar impunemente, para encubrir las
agresiones que erosionan la vida en libertad.
En lo que va
de año se ha terminado de liquidar la democracia. Las
últimas intervenciones del Presidente, la conducta
subalterna de las distintas ramas del poder público,
especialmente del poder judicial y la vergonzosa
demostración de fuerza bruta para conmemorar los veinte años
del 4F-92 en tono y actitud retadores y amenazantes, ponen
punto final a esta trágica etapa que bajo la conducción de
Hugo Chávez ha tenido que soportar el país.
La
celebración lo retrata de cuerpo entero. Creció, se
desarrolló, actuó y sigue actuando como el golpista que fue
y sigue siendo. Ahora más peligroso que antes. Para él no
hay Constitución, ni ley, ni orden, ni respeto. Sólo atiende
o se detiene cuando la fuerza organizada se le para
enfrente. En el fondo sigue siendo el campeón mundial del
recule a la hora de las chiquitas. Pero no nos equivoquemos.
Tiene ideas fijas, desviaciones ideológicas que lo ubican a
finales del siglo XIX o a principios del XX, vocación de
poder y una falta de ética, de escrúpulos, que le borra la
frontera entre lo permisible y lo inaceptable. Siempre he
dicho que el abuso de poder es la expresión más lamentable
de la cobardía. Una persona con estas características es un
peligro para cualquier sociedad que se respete a sí misma.
Ya ha sido suficiente.
Nada podrá
resolverse mientras el régimen exista. Para desmontarlo es
indispensable el cambio de Presidente. Será apenas el primer
paso. Trasciende lo electoral. No lo descarta, pero debemos
darle una significación instrumental. Por eso llamamos a
votar, queremos contribuir de manera eficiente a la
movilización combativa de la sociedad democrática, tanto con
relación a las primarias del próximo domingo 12F como para
el 7 de octubre. Pero no basta. De aquí hasta allá pueden
pasar muchas cosas perversamente provocadas por el régimen
para alterar o impedir que esa voluntad pueda expresarse
libremente. Incluso para desconocer los resultados y
profundizar la represión y la violencia física e
institucional. Esa violencia incluye el uso discrecional de
mercenarios paramilitares, uniformados o no, al servicio del
Presidente y un hampa amparada por la impunidad convertida
en política de estado. Los métodos tradicionales no son
suficientes. El reto es enorme. No es fácil, pero el triunfo
es posible.
oalvarezpaz@gmail.com