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América Latina en la encrucijada
por Oswaldo Alvarez Paz
sábado, 31 enero 2009


El próximo 20 de enero termina un tiempo de contradicciones e incertidumbres aún no despejadas. Especialmente en una Latinoamérica que continúa sin darle un rumbo cierto a su historia contemporánea. El mundo avanza decididamente. Incluso aquellas realidades que viven en medio de conflictos terribles como Irak, Afganistán y la Franja de Gaza, para solo mencionar algunas. Países y regiones estabilizan sus instituciones, enfrentan vigorosamente las crisis mundial con sus propias fuerzas y logran entendimientos claros y abiertos, aunque no siempre fáciles, con Estados Unidos, sobre temas de interés común: seguridad, energía, comercio, medio ambiente, terrorismo, narcotráfico y sobre todo respeto a los derechos humanos y extensión de la institucionalidad democrática.

Lamentablemente América Latina se debate entre grandes contradicciones que la dividen y paralizan. Retrocede gracias a divisiones internas, enfrentamientos entre no pocos gobiernos y una lucha sórdida entre eso que ahora llaman “las dos izquierdas”, el centro y una centro-derecha aún no cuantificada pero existente. Estos factores son protagónicos tanto en funciones de gobierno, como desde las oposiciones o en abierta actitud subversiva. Lo último es particularmente válido con relación a las dos izquierdas. Una, globalizada, sin complejos de pasado, democráticos, amiga o aliada de Estados Unidos, de acuerdo a los intereses de sus países, siendo el gobierno brasilero una de sus mejores expresiones. Y la otra, reaccionaria, estatista, comunista a la cubana, enemiga de Estados Unidos a tiempo completo. Utiliza el “socialismo del siglo XXI” como coartada para encubrir una línea expansionista, totalitaria y autocrática, bajo la dirección financiera y política del régimen que preside Hugo Chávez.

George W. Bush ya es pasado. Ha sido, en el decir de Jorge Castañeda, “menos intervencionista y agresivo con América Latina que cualquier otro Presidente de Estados Unidos en la historia reciente”. También el menos popular. Esta es la consecuencia de la agresividad de ambas izquierdas contra el “imperio” y del silencio acomplejado del centro y de la derecha. Más que rechazo existe una especie de resentimiento basado en omisiones y no en acciones específicas relativas al continente.

Barack Obama ha generado expectativas enormes, quizás superiores a lo realmente posible. Tendrá que replantearse los verdaderos intereses de su país para defenderlos y luchar por ellos sin perder el rumbo que señalan los principios y valores universales que dan vida a la gran nación del Norte. América Latina es uno de sus retos. Será cada día parte más importante de los intereses de Estados Unidos. Nuestros países, sin esperar milagros, con gobiernos ricos o pobres pero mal gobernados, tendrán en Obama y el gobierno bipartidista que pareciera estar conformando, una extraordinaria oportunidad para crecer económica e institucionalmente. Los bien gobernados no tendrán problemas. Continuarán como aliados seguros en los temas fundamentales. Hasta para Cuba se abre un tiempo de posibilidades infinitas. Para Venezuela sería oportunidad de oro, pero debe ponerle punto final a la barbarie que la gobierna.

Condoleezza Rice, en estos días finales de su ejercicio como Secretaria de Estado dijo que “los titulares de la actualidad rara vez se parecen al juicio de la historia”. Personalmente no tengo dudas al respecto. La historia reivindicará acciones y criticará omisiones de Estados Unidos en este tiempo como en el pasado. También condenará al populismo, la demagogia, la vulgar incultura, la ineficacia, la corrupción de buena parte del liderazgo y será implacable con los indiferentes que se abstienen de combatir los males que nos quejan, independientemente de las razones que los motivan.

oalvarez@telcel.net.ve


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