Las recientes actuaciones de los
poderes públicos de Venezuela con relación a la libertad, la
propiedad y la independencia mediática, reafirman la
convicción existente sobre la peligrosidad del régimen que
preside Hugo Chávez. Hay suficientes diagnósticos y
denuncias que lo proyectan como el “petropirata” del Caribe.
El dinero negro que ha dispuesto en abundancia y sin
controles, ha servido para sobornar, comprar lealtades,
neutralizar políticamente a gobiernos con dificultades
financieras, financiar aventuras electorales y movimientos
subversivos. También para dejar establecidas estructuras
normalmente ilegales y perversas en casi todos los países
con los cuales mantiene relación. Es la pieza operativa más
importante de un tablero internacional que controlan otros.
El afán expansionista del socialismo del siglo XXI,
comunismo a la cubana, alarma, preocupa y empieza a ocupar a
los verdaderos demócratas que presienten la cercanía de
confrontaciones tan serias como definitivas.
Ese afán expansionista ha tenido en la institucionalidad
colombiana, ejemplarmente representada por el presidente
Álvaro Uribe, un serio obstáculo. Ha sido un formidable muro
de contención, junto a un régimen peruano cada vez más
activo en la dirección adecuada. Chávez no solo ha fracasado
en su intento de erosionar institucionalmente a Colombia e
incluso derrocar a Uribe, sino que se ha visto obligado a
fortalecer sus vínculos con los factores que allá conspiran
abiertamente en esa dirección. Ya no se trata de apoyar
desde aquí a la guerrilla terrorista de las FARC o del ELN,
ni de desarrollar discretamente el llamado Frente
Bolivariano de Liberación, FBL, venezolano, con varios años
de una actividad que cada día asume más las FARC, sino de
autorizar y apoyar que las estructuras operativas de estos
factores, y a las que sirven de instrumento al narcotráfico
y al lavado de dinero sucio, funcionen como locales en
territorio venezolano.
En este marco genérico se inscribe la denuncia hecha la
semana pasada por el socialcristiano Luis Carlos Solórzano,
secretario general de COPEI, Partido Popular. Aportó
información valiosa sobre la alianza de gobierno chavista
con la guerrilla colombiana, específicamente con la FARC y
el narcotráfico. No es la primera vez que se dice, pero ésta
ha sido oportuna y profunda. Chávez sabe donde están los
campamentos guerrilleros, donde viven y como se mueven los
jefes superiores que operan en Venezuela y dirige las
operaciones de financiamiento. Les asegura impunidad y
protección civil y militar. Está descubierto. Dominan
totalmente el estado Apure, parte de Barinas y tienen
núcleos operativos en Táchira, Zulia y, en menor cuantía, en
otros estados sin excluir la capital. El control de puertos,
aeropuertos y carreteras tiene mucho que ver. No es
fantasía. Hay que reaccionar. Me pregunto: ¿Qué será de la
vida de nuestros uniformados acomplejados ante tropas
extranjeras abanderadas por los cubanos el propio día del
ejército?
oalvarez@telcel.net.ve