Fraude y
violencia
constitucional por
Oswaldo
Alvarez
Paz
domingo,
18 enero
2009
Hemos leído unas cuantas veces
la pregunta aprobada por la Asamblea Nacional para la
consulta sobre la reelección indefinida o vitalicia. El
problema no es que no se entienda. Todo lo contrario. Se
entiende demasiado bien. Es un fraude propio del régimen que
ha convertido a Venezuela en el reino mundial del disimulo y
la mentira. No es enmienda, ni reforma constitucional. Se
asesina el constitucionalismo venezolano mediante un golpe
de estado contra el Texto Fundamental. Se quiebra uno de los
principios fundamentales del sistema democrático como es la
alternabilidad.
Llegamos a uno de esos momentos coyunturales de la historia.
El país sufre una intensa crisis existencial, de principios
y valores que desaparecen en un país que se desmorona. La
política, la economía, la estabilidad social y familiar, las
religiones, las oportunidades para las nuevas generaciones,
el Derecho, el valor de la palabra, el respeto a los
compromisos, la república federal y descentralizada que
tanto ha costado definir, las relaciones internacionales,
para solo mencionar algunas áreas, marchan en dirección
radicalmente contraria a nuestras convicciones y a los
intereses generales del país. Esto no puede ni debe
continuar.
Se trata de algo mucho más serio que una nueva votación que
no le pondrá punto final al monotema chavista de gobernar
eternamente. La redacción de la pregunta admite cualquier
interpretación que la dictadura quiera imponerle a esta
caricatura de Tribunal Supremo de Justicia, tan babosamente
sumiso como el resto de los poderes públicos, cuando el NO
se imponga el próximo 15 de febrero. Nuestra presencia en
las mesas de votación y el llamado a toda Venezuela para que
manifieste con claridad su decisión contra la presidencia
vitalicia de Chávez no puede interpretarse como un aval a
este proceso fraudulento en el que se aplica una de las
mayores violencias institucionales de los últimos tiempos.
Son tantas y tan graves las irregularidades comprobadas que
nuestra actitud busca estimular la resistencia a la tiranía
en todos los escenarios posibles, apelando a las armas
legítimas que la democracia ofrece como alternativa para
provocar el cambio necesario.
Hay que votar NO, pero no basta con votar. No es el único
instrumento que tenemos, aunque es de importancia
fundamental. El mundo conocerá la voluntad popular. Tratarán
de burlarla apelando nuevamente al fraude, a las trampas tan
características del régimen y a la fuerza bruta de sus
esbirros, uniformados o no, que pronto tendrán también que
rendir cuenta por sus atropellos y abusos. Debemos
prepararnos para enfrentar con decisión y coraje los
intentos para silenciar y criminalizar a la creciente
disidencia nacional. En el fondo la inmensa mayoría de los
venezolanos están hartos de Chávez, fatigados de su retórica
y avergonzados de tener un presidente tan ineficiente como
corrompido y corruptor. La cuenta regresiva hay que
acelerarla.