Arremetida
destructora por
Oswaldo
Alvarez
Paz
lunes, 16
marzo 2009
Parece mentira, pero todavía hay
sectores políticos de oposición que parecieran cómplices del
régimen. No quieren darse por enterados de la arremetida
hasta ahora incontenible de la destrucción de la República.
Principios y valores fundamentales ruedan por los suelos. El
Derecho desaparece como instrumento para regular la vida en
sociedad. Las relaciones entre los ciudadanos y las de ellos
con el estado-gobierno están determinadas por la violencia
física e institucional, por la arbitrariedad, el cohecho y
la corrupción espantosa que hoy existe. El pueblo está
indefenso, solo y abandonado. El ambiente es de sálvense
quien pueda y como pueda, lo cual es válido para todos los
sectores, para pobres y ricos.
Las últimas decisiones con relación a la autoridad
metropolitana de Caracas y la reforma a la ley de
descentralización, así como el desconocimiento de expresas
normas constitucionales relativas a las competencias de los
estados y municipios para reconcentrar todo el poder en este
gobierno corrompido e incompetente, son complemento de la
agresiva arremetida contra la propiedad, el aparato
productivo privado, las inversiones extranjeras y la
violación a derechos humanos primarios como sucedió con
Nixon Moreno. La inseguridad personal y jurídica desata una
guerra en las sombras que ya tiene consecuencias públicas.
Obliga a cada ciudadano a defender lo suyo con todo. Es
decir, la vida, la familia, sus propiedades, la salud y la
educación. Nadie hará por uno lo que cada quien tiene que
hacer para sí mismo. Pero todos juntos tenemos la obligación
de defender lo nuestro que está siendo destruido. Es decir,
la república, la patria, los principios básicos del sistema
democrático y la garantía de poder vivir en paz, con orden y
libertad.
Las acciones oficiales son de tan graves, que ya no podemos
seguir analizándolas al detal, ni agotarnos en diagnósticos
mil veces repetidos. No hay solución para nada mientras este
régimen exista y el señor Chávez se mantenga en la
presidencia de la república. No podemos seguir perdiendo el
tiempo pidiendo un diálogo que no se dará jamás de manera
honesta y decente con quienes carecen de esas dos
condiciones y no tienen capacidad de rectificación ni
propósito de enmienda. Venezuela no necesita de diálogo.
Necesita otro gobierno, de verdadera unidad democrática que
reformule la vida nacional, haga renacer la vida en libertad
y encabece un nuevo régimen sobre bases distintas y mejores
a las que actualmente le sirven de soporte. Queremos un país
que conserve muy poco del pasado y nada del presente. Esa es
la razón de ser de nuestra lucha insobornable contra los
bárbaros más caros y menos eficientes de la historia. No hay
tiempo que perder. El miedo se mezcla con la indignación
creciente de la gente. También la desconfianza hacia un
liderazgo que no termina de entender la verdadera naturaleza
del problema. Este país no es ni será comunista. Tampoco
socialista a la cubana.