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Subversión continental
por Oswaldo Alvarez Paz
jueves, 16 julio 2009


El continente atraviesa una de las pruebas más peligrosas de las últimas décadas. Desgraciadamente para los venezolanos, el gobierno de la patria se ha convertido en el instrumento fundamental de la política subversiva que se adelanta de manera abierta y decidida. Forma parte del juego diabólico que se dirige en un tablero que controlan otros. El socialismo del siglo XXI no es más que el pomposo título utilizado para bautizar la revolución comunista a la cubana que, bajo la coordinación práctica de Hugo Chávez con el uso del dinero negro que maneja a su antojo, la insólita indiferencia de Estados Unidos, la complicidad de los petro-chulos conocidos, la degeneración operativa de la OEA bajo la dirección de Insulza y el temor paralizante de gobiernos y organizaciones que evaden la responsabilidad de la confrontación directa, se expande por América Latina. El caso Honduras ha puesto a prueba a los verdaderos demócratas de esta parte del mundo. Lamentablemente el balance no es favorable, a pesar del enorme coraje de su pueblo y la firme actitud de sus instituciones en defensa del orden constitucional. Las estructuras que en el continente y el mundo debieron haberlas respaldado de manera incondicional, cedieron ante la audacia y el empuje de los pandilleros de la subversión. Parece mentira, pero en ese club de presidentes en que se ha convertido la OEA, parecieran ser mayoría quienes están cuidando sus cabezas de la arremetida de los financiados por el ALBA chavista o, como consecuencia de sus debilidades constitucionales, de las fuerzas armadas responsables de defender el orden legal. Podrán alcanzarse acuerdos buenos, regulares o malos pero los peligros continuarán. Las crisis se multiplicarán mientras esto no se resuelva de manera radical y definitiva.

Del enemigo no hay que temer los vicios, sino las virtudes. Ambos son ampliamente conocidos en el caso de Venezuela, víctima de un golpe de estado de ejecución progresiva en pleno desarrollo. Desaparecen principios y valores fundamentales. Mueren el constitucionalismo y el Derecho como instrumentos de regulación de la vida nacional. El asesinato institucional es una política deliberada y consciente de destrucción de la libertad. Las virtudes de Chávez abarcan desde su audacia temeraria, ambición desmedida de poder y reconocimiento mundial, hasta cierta habilidad hipócrita para el manejo indebido de los medios y del dinero, fabricantes de multiplicadores caros y baratos a su servicio. No es un demócrata. Tiene espíritu subversivo y está enfermo de tiranía. Pero no tiene regreso. No existe propósito de enmienda, ni posibilidad alguna de rectificación. Mientras el régimen venezolano se mantenga, las escaramuzas estarán a la orden del día. El gobierno ha abandonado todo sentimiento de decencia y respeto a la autodeterminación de los pueblos. No habrá paz verdadera en esta parte del mundo, mientras el cáncer venezolano, que ya ha destruido órganos vitales de la nación, sea extirpado de manera definitiva.

El mundo nos reclama una actitud de resistencia activa y desobediencia efectiva. El testimonio y el ejemplo encabezado por el Alcalde Antonio Ledezma, debería ser fuente de inspiración. La no violencia exige mayor valor que la violencia, pero no debe confundirse con comodidad u oportunismo. Los políticos estamos obligados a ejercitar la razón frente a la realidad, a batallar renunciando a los frutos de la acción en lo personal. Pensar demasiado en el resultado debilita el coraje en el cumplimiento del deber. Atención al ruido de la calle. Existe una amenaza permanente, impersonal e informe que se extiende. Es la inconformidad general, nuevo tipo de resentimiento que escapa a todo esquema partidista o política oficial.

oalvarez@telcel.net.ve


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