Esta semana se cumplen 63 años
de la fundación de COPEI. Nació como Comité de Organización
Política Electoral Independiente para participar en la
elección de la Asamblea Nacional Constituyente de 1947 en
plena “revolución de octubre”. Ese Comité eligió diecinueve
diputados para la historia. Combativos y brillantes. Echaron
las bases para convertirse en la alternativa frente a la
todopoderosa Acción Democrática de la época. Muy pronto
adoptó la denominación de Partido Socialcristiano COPEI,
asumiendo estatutariamente la condición Demócrata Cristiana.
El tiempo ha venido desdibujando las características de
aquel movimiento juvenil y retador.
En los diez años anteriores al 13 de enero de 1946 pasaron
cosas trascendentes. Un importante grupo de estudiantes se
separó de la Federación de Estudiantes de Venezuela, la FEV,
expresión de la generación del 28, liderizada entre otros
por Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Casi
todos de orientación marxista, leninista y hasta
estalinista. Un marcado acento laicista en un ambiente de
incomprensiones y sectarismos, cerraba posibilidades para
otras tendencias que se desarrollaban a la muerte de Juan
Vicente Gómez. Así nació la Unión Nacional Estudiantil, la
cual dio paso al movimiento político distinguido como Acción
Nacional, verdadero núcleo originario de COPEI. La oposición
fue frontal en el trienio de la Junta de Gobierno y la
resistencia muy digna en la década de la dictadura que tuvo
a Pérez Jiménez como protagonista. Lo demás es historia más
reciente, aunque ya han pasado cincuenta y un años del 23 de
enero de 1958. Esa fecha marca la llegada a la política de
la generación con la cual me identifico. Llegué a la
Juventud Revolucionaria Copeyana en la primera quincena de
febrero de ese año, hace más de medio siglo. Se dice fácil,
pero sin abandonar el combate político, me separé de la
militancia activa del partido en el año 2000. En medio siglo
largo, en el partido o al lado de él e, incluso, a la media
distancia, he sido fiel a las enseñanzas y al ejemplo de los
fundadores.
Su mérito mayor fue haber concretado en un gran partido, con
vocación real de poder, el sentimiento humanista y cristiano
de una parte importante de Venezuela que no tenía como
expresarse políticamente. Hemos visto de todo y hemos sido
protagonistas de no poco de lo bueno y de lo malo de la
Venezuela contemporánea. Hoy más que nunca creo en la
dignidad de la persona humana, en la perfectibilidad de la
sociedad civil y en la justicia social como instrumento para
alcanzar el bien común, principios pilares de la Democracia
Cristiana frente a toda pretensión autocrática, estatista y
totalitaria. Entendí el cambio de nombre de COPEI, ahora
partido popular, pero por favor, las raíces socialcristianas
identifican a mucha gente dentro y fuera de COPEI. Hay un
vacío enorme en la política. Venezuela tiene como llenarlo.
La democracia es el centro humanista y plural.
oalvarez@telcel.net.ve