2008 ha
sido un año terrible. Duro, negativo, con balance totalmente
contrario al bien de la nación. Venezuela está hoy mucho
peor que un año atrás cerrando dramáticamente la peor década
de nuestra historia contemporánea. El país ha retrocedido en
todos los sectores. Los bárbaros más caros del mundo han
convertido a la nación en un verdadero infierno que,
finalmente, podría estar acercándose a un final todavía
incierto pero perceptible.
En un día como hoy no vale la pena emborronar cuartillas
repitiendo diagnósticos conocidos. Corazón y mente, cuerpo y
alma están al lado de quienes permanecen secuestrados en los
calabozos de la dignidad, privados de la libertad a la cual
tienen pleno derecho, sometidos a juicios y procedimientos
judiciales vejatorios, contrarios a los derechos
fundamentales que el ordenamiento legal venezolano consagra.
Me refiero, en primer lugar, a los presos políticos y de
conciencia, víctimas de la tragicómica “justicia”
venezolana, babosamente entregada al régimen militarista y
comunistoide que encabeza Hugo Chávez. A todos ellos, a
quienes están en La Planta, en el CEPELLA, en la tenebrosa
DISIP o en el DIM, en Ramo Verde o en el INOF de Los Teques,
nuestro fraterno abrazo de Navidad y la esperanza en que muy
pronto termine el drama que los afecta. En segundo lugar,
nuestro mensaje a quienes como Nixon Moreno resiste a la
dictadura desde la Nunciatura Apostólica como asilado
político y a los centenares de compatriotas que hoy
transitan los caminos del exilio con la frente en alto y la
combatividad creciente. Civiles y militares, cualquiera que
sea la causa de la infame persecución a que han sido
sometidos, merecen nuestra consideración y respeto. En algún
momento recibirán el bien de la patria. Y tercero, también
nuestra palabra de aliento para los presos comunes,
especialmente a la mayoría con largas temporadas como
prisioneros sin sentencia judicial y procesos irregulares,
en sitios de reclusión sencillamente indignos, indecorosos y
condenatorios a un régimen que habiendo tenido todo para
hacer, carece de sentimientos de humanidad y de respeto.
2009 amanece con el cielo encapotado sobre Venezuela. Como
dice la vieja canción de los federales del siglo XIX, los
anuncios son de tempestad. Miro el año que se inicia con
optimismo realista. Llegó el año de la liberación nacional.
A las víctimas mencionadas les debemos la justicia que les
han negado. Sus verdugos son conocidos, serán ajusticiados
dentro de un estado de derecho reestablecido al precio que
tengamos que pagar. Ya no están en condiciones de seguir
engañando a quienes viven desprevenidos y confiados en que
las cosas se resolverán por si solas. Ya no podrán sobornar,
chantajear o amenazar impunemente a quienes se les resistan
porque, entre otras cosas, la ineficacia, la malversación y
las enormes corruptelas liquidaron los recursos de una
república en quiebra. Puede ser el año de la terrible
rendición de cuentas.
oalvarezpaz@gmail.com