No hay secretos eternos. La
verdad tiene su hora. Más temprano que tarde los
delincuentes quedan al descubierto. No bastará con la simple
rendición de cuentas. Tendrán que pagar por el daño causado
a personas, instituciones o países independientemente de las
razones políticas, económicas o ideológicas que invoquen
para justificar los delitos. La lucha contra el terrorismo,
el narcotráfico y el lavado de dinero negro, entre otros, ha
unificado los esfuerzos de la decencia mundial para evitar
la impunidad de quienes prevalidos de excepcionales
situaciones de poder, son sospechosos de complicidad con las
estructuras del crimen organizado que les sirven de soporte.
Esas estructuras existen en
Colombia y también en Venezuela. La naturaleza de las
acciones no son idénticas en uno y otro país, pero los
delitos están enmarcados en los artículos 7 y 8 del Estatuto
de Roma, siendo crímenes de lesa humanidad y crímenes de
guerra. Ese instrumento dio nacimiento a la Corte Penal
Internacional con valor y jerarquía universales con el
objetivo de investigar, procesar y condenar a los
responsables directos y cómplices de delitos trascendentes
para la comunidad internacional. No prescriben.
Con apego a sus normas internas,
Colombia ha iniciado una investigación sobre las redes de
las FARC dentro y fuera del territorio nacional y, por
supuesto, con relación a personas e instituciones que
pertenecen, colaboran o han colaborado activamente con esas
redes. Tienen perfecto derecho a hacerlo. De allí podría
desprenderse una acción directa del gobierno colombiano para
iniciar procedimiento ante la CPI, independientemente de las
actuaciones de la justicia penal nacional.
Además de la acción directa del
país vecino, aún no concretada, el Fiscal de la CPI tiene
facultades para iniciar por iniciativa propia las
investigaciones derivadas de delitos dentro del marco de
competencia de la Corte. Esto acaba de suceder. La
iniciativa ha sido aprobada por la Sala de Cuestiones
Preliminares por considerar que hay fundamento suficiente.
Esta semana estará en Bogotá el Fiscal de la CPI, Luis
Moreno Ocampo. Sus actuaciones van más allá de lo relativo a
las FARC. También lleva en agenda lo relacionado con las
ramificaciones del paramilitarismo y el entrabamiento
institucional con relación a los dirigentes extraditados
recientemente.
En Venezuela estaremos atentos.
El país forma parte de la CPI. Fue de los primeros en
aprobar el Estatuto de Roma firmado en octubre de 1998 y
ratificado el 7 de junio de 2000 por el actual gobierno.
Existe la obligación de colaborar sin reservas en la
investigación. Las computadoras de (a) Raúl Reyes, más los
testimonios de quienes se desmovilizan o son capturados por
las fuerzas militares de Colombia y sus organismos de
seguridad, ofrecen material de primera importancia para el
establecimiento de responsabilidades. Nada debe
sorprendernos. Pero debemos estar preparados. Esto apenas
está empezando.
oalvarez@telcel.net.ve