Además
de su columna de los lunes en El Nacional, Armando Durán
acaba de presentar el tercer libro de lo que pudiera ser una
de las crónicas más interesante y reveladora de la política
contemporánea. Primero fue “Venezuela en llamas”, luego “Al
filo de la noche roja” y ahora “Diario del año de la nada”.
Estas crónicas son de obligada consulta para quienes quieran
profundizar en el análisis de cuanto sucede en esta
Venezuela infortunada, particularmente con relación a las
causas y consecuencias de una década miserablemente perdida
bajo el régimen que preside Hugo Chávez. Puede discutirse si
el actual presidente es comunista o socialista a su manera.
También si existe una verdadera revolución en marcha o se
trata solo de una enorme farsa, un militarzote tropical que
utiliza eso de “socialismo” como coartada para adornar
perversos propósitos de poder perpetuo y control total de un
país que aceleradamente toma conciencia de la tragedia. Pero
lo que a estas alturas del proceso nadie discute con
seriedad es el dramático fracaso del régimen en todos los
aspectos que importan para el ciudadano común. Fracaso que
no guarda relación con los delirios de grandeza y
pretensiones de liderazgo continental y mundial del tirano.
Estudiar cómo
llegamos a esto, el porqué de su prolongación en el tiempo y
el estoicismo o comodidad de una nación que a pesar de tener
conciencia de la magnitud del problema, no termina de
reaccionar con ánimo de resolverlo definitivamente, es
obligación para todos. Armando Durán pone en nuestras manos
instrumentos para ello. Se puede estar de acuerdo o tener
parciales desacuerdos con el autor, pero hay que reconocer
en él coraje, claridad y convicción estampados en una obra
escrita que debemos agradecer.
El balance de
la situación venezolana es aterrador. Nada está resuelto, ni
en vías de solución. Todo se agrava. Desde la inseguridad de
las personas y de los bienes hasta la acelerada destrucción
del estado de derecho pasando por las relaciones
internacionales del país y las peligrosas vinculaciones con
la narcoguerrilla de las FARC, el terrorismo y el lavado de
dinero negro que cuentan con estructuras organizadas que
operan desde Venezuela. El régimen les garantiza impunidad,
complicidad de socio importantísimo en un mundo globalizado.
Contar con un estado institucionalizado para actuar y
tenerlo como vocero, es un lujo que muy pocos se pueden dar.
Lamentablemente para ellos la ineficacia y la corrupción
generalizada hacen metástasis dejando al descubierto la
magnitud del problema y la descomposición del cuerpo
enfermo.
Cierto es que
con simples diagnósticos no alcanzaremos la solución. Pero
son indispensables para acertar. Contribuyen al proceso en
marcha de renacimiento democrático. Venezuela siempre
existirá. Saldrá adelante y trascenderá a esta rutinaria
“nada”, a la que se refiere Durán en su reciente libro. No
es una proclama voluntarista. Se trata de combatir en todos
los terrenos para alcanzar el objetivo mayor.
oalvarez@telcel.net.ve