En defensa
del
individuo por
Oswaldo
Alvarez
Paz
lunes, 23
junio 2008
Quienes
me conocen saben que jamás he sido marxista ni hecho
concesiones hacia la izquierda comunista, socialista o
alguna de sus derivaciones. Ni por convicción, ni por
oportunismo, ni por fiebres juveniles que nunca me
afectaron. También saben que he mantenido estrechas
relaciones de amistad, de solidaridad personal y hasta de
trabajo conjunto con gente de esa formación que con
distintos grados y niveles de convicción y de compromiso
político hemos librado batallas en nombre de los principios
generales del estado democrático y en defensa de unos
cuantos valores compartidos. Respetamos la dignidad de la
persona humana. De allí la tolerancia hacia el pensamiento
diferente y cierta pasión por el pluralismo. He tratado de
ser fiel a la formación recibida desde muy joven. Mantener
la coherencia entre la palabra y la acción, rectificar
cuando ha sido necesario, han sido objetivos de vida
alcanzados. Con la madurez la lucha adquiere tonos menos
dramáticos, pero es importante mantener la verticalidad de
la conducta. En cincuenta años de actividades políticas he
visto a mucha gente pasar de mi izquierda a mi derecha y de
mi derecha hacia la izquierda sin inmutarse y aunque algunas
veces hemos tenido la desgracia de cruzarnos, siempre hemos
reconocido el valor que envuelven los cambios ideológicos y
políticos honestos cuando son necesarios.
En esta década se profundiza una cultura estatista absurda.
Tiene sus raíces en el colectivismo socialistoide que hace
prevalecer a la sociedad, a la comunidad y al estado frente
al individuo. Es hora de reafirmar el valor de la persona
humana frente al estado e incluso frente a la propia
comunidad. Para esto tenemos que resolver el grave problema
cultural del individuo en un país cuyo liderazgo político ha
sido bastante estatista, incluidos los forjadores de la
democracia. Pero debemos despertar en cada ciudadano el
espíritu de superación y de responsabilidad que le dará
dignidad, lo impulsará a querer vivir mejor y a no someterse
a quien pretenda dominarlo. En síntesis, sembrar la idea de
que el futuro de cada quien está en sus únicas manos por lo
que tiene que adquirir instrumentos de superación
manteniéndose sano y bien preparado para trabajar y producir
cada vez mejor. El pueblo solo tendrá confianza en su propia
fuerza, cuando los individuos tomen conciencia de la suya y
la desarrollen. Sigo estando convencido de que el mejor
gobierno es el que gobierna menos, el que se limita a
atender los problemas prácticos de los más necesitados. En
consecuencia, la labor del estado-gobierno es esencialmente
supletoria y promotora para que pueda cumplir con sus
obligaciones fundamentales. En esta lucha contra el atraso y
la barbarie que gobierna, triunfaremos. Se acerca el final.
Se sorprenderán cuando comprueben que este pueblo se
convirtió en su peor enemigo. Han empobrecido a millones hoy
en la miseria. Es la herencia de una administración militar
y civil ineficiente y corrompida.