La
seguridad de que el régimen chavista llega a su final se
apodera de la inmensa mayoría de los venezolanos. Crece en
progresión geométrica en la medida en que se profundizan los
disparates del Presidente. No por disparatados dejan de ser
graves, muy peligrosos para la integridad de la República y
retadores para la sociedad democrática. Sin embargo, esta
justificada convicción de que caminamos hacia el desenlace
despierta incertidumbres en muchos de cuantos creen y
quieren llegar a él lo antes posible. En todas partes nos
plantean básicamente dos inquietudes. La primera tiene que
ver con la disposición a actuar de la gente. ¿Qué hay que
hacer? ¿Cómo y donde puedo ayudar? Son preguntas que se
repiten dentro y fuera de Venezuela. Todos pueden ser útiles
en actitud de resistencia activa organizando básicamente lo
que nos rodea. Familia, amigos íntimos, compañeros de
trabajo, vecinos agrupados en pequeños núcleos dispuestos a
actuar de acuerdo a las circunstancias e instrucciones que
irán recibiendo oportunamente, con o sin relación con grupos
similares con la misma disposición. Hablando, convenciendo
sobre la necesidad del cambio radical que se avecina e
invitando progresivamente a participar en la lucha. No deben
esperarse líderes mesiánicos acatados universalmente por
todos los sectores. El liderazgo es y será plural, unido
solo por los principios fundamentales de la democracia y el
objetivo de lograr el cambio necesario. Lo demás dependerá
de cada uno y de cada sector, organizado o no.
La segunda interrogante que nos
formulan propios y extraños se refiere a lo que viene
después. Sale Chávez y ¿qué pasará? A ellos les decimos con
propiedad que pocas veces en nuestra historia republicana
hubo tanta disponibilidad de recursos humanos como ahora.
Este régimen se ocupó de marginar criminalmente la
meritocracia en todos los sectores de la vida nacional. De
cerrarle puertas al talento y a la cultura. Pero nuestros
profesionales y técnicos, la gente competente desechada o
nunca convocada a servir por los bárbaros, existen, están
allí disponibles y ansiosos de ser útiles en la etapa del
renacimiento democrático. La inmensa mayoría ha logrado
sobrevivir con dignidad, sin humillarse y con la frente en
alto. Dentro o fuera del país continúan siendo ejemplo y
referencia de progreso y honestidad.
No hay nada que temer. Venezuela
tiene gente suficientemente capacitada para salir adelante.
Hay ideas, planes y proyectos concretos para la recuperación
del país en todas las áreas devastadas en este tiempo de
ignorancia, ineficiencia y corrupción sin límites. Se podrá
trabajar desde el primer día en materia de seguridad y
defensa, orden público, manejo del negocio petrolero,
reconstrucción de la infraestructura institucional y física,
salud, educación, relaciones internacionales, etc, etc.
Nuestra fe tiene base y sustento. Nuestras Universidades,
públicas y privadas, solo esperan el llamado. En mejores
manos, imposible.
oalvarez@telcel.net.ve