Venezuela
padece gravísimos problemas en todas las áreas en las cuales
los ciudadanos desenvuelven sus actividades. Quizás el peor
de ellos sea la permanente falta de respeto por parte del
gobierno. Hugo Chávez ha convertido al país en el reino
mundial del disimulo y la mentira, del abuso de poder, de la
arbitrariedad al margen del orden legal, de la corrupción
generalizada y, entre otras cosas, de la peor ineficiencia
de que tengamos memoria. Que siga en ejercicio de su cargo
no habla exageradamente bien de un pueblo que en medio de la
indignación no termina de reaccionar como debería para poner
punto final a esta nefasta década perdida. El problema para
él es que no puede esperar respeto quien no respeta nada ni
a nadie. El tiempo pasa y se hace cada día menos confiable
tanto para la Venezuela decente como para la
institucionalidad democrática del continente y del mundo. El
problema para la gente es, por el contrario, encontrar
caminos para salir de la pesadilla sin violencia,
conservando un mínimo de serenidad y sin añadir riesgos
adicionales a los que necesariamente tendrán que asumirse.
El país saldrá de la situación
actual sólo cuando este régimen termine. No hay forma de
resolver algo mientras continúe gobernado en los términos
actuales y por la gente que actualmente lo hace. Lo
político, lo económico, lo social, lo internacional, la
seguridad de las personas y de los bienes, la defensa de la
soberanía y la integridad territorial de la república
continuarán deteriorándose hasta el infinito, mientras que
la cosecha de odio que han sembrado seguirá siendo abundante
y retadora. Es necesario tomar conciencia de los peligros y
asumir la responsabilidad de actuar en la dirección
correcta. Todos los sectores responsables de la vida
nacional deben salir de la resignación pesimista que solo
permite ver salidas a cinco años plazo. No tiene porqué ser
necesariamente así. Es un legítimo derecho de los pueblos,
de cualquier ciudadano, pedir la renuncia o el cambio de un
gobierno de las características del que tenemos en
Venezuela. El cronograma electoral que conduce hasta
diciembre del 2012 esta abierto. Lo sabemos, como también
sabemos que el país no va a desaparecer de aquí hasta allá.
Pero nadie podrá negar el daño irreversible que para todos
significa la entronización del crimen organizado en una
sociedad ingenua y desprevenida como la nuestra. La
corrupción derivada de la impunidad cómplice con el
terrorismo, el narcotráfico y las alianzas abiertas y
encubiertas con gobiernos y organizaciones forajidos de la
más variada naturaleza, tendría que llevarnos a buscar
salidas definitivas. En esa dirección va este llamado que
pretende ser un campanazo para sacudir la conciencia
nacional. La propia Constitución vigente, violada y
pisoteada por el régimen a su antojo, ofrece caminos reales,
alternativas válidas para el cambio necesario. Pero hay que
atreverse, sin esperar demasiado a que otros hagan lo que a
cada cual le corresponde.
oalvarez@telcel.net.ve