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Nos acercamos al final
por Oswaldo Alvarez Paz
lunes, 3 marzo 2008


La revolución bolivariana entró en barrena. Su destino será estrellarse irremediablemente contra el suelo. Pierde altura aceleradamente, mientras su jefe se desespera al no encontrar recursos humanos, ni razones políticas disponibles para evitar o demorar por más tiempo la tragedia que se avecina. Chávez necesitaba tanto de los narcoterroristas de la FARC, como estas de él. Se estaban retroalimentando hasta el punto de incorporarse ellas a la revolución bolivariana como estamento armado y convertirse él en máximo vocero y líder político de las FARC.

Hemos sostenido que el muro de contención, la muralla más sólida, el obstáculo más formidable para las pretensiones expansionistas y los delirios de liderazgo continental de Chávez, es la institucionalidad democrática de Colombia, ejemplarmente conducida por un hombre de las dimensiones humanas y políticas de Álvaro Uribe.

El gobierno colombiano está ganando todas las batallas. Desmovilizó a las Autodefensas, el Ejercito de Liberación Nacional ha respondido favorablemente al proceso de paz negociada adelantada valientemente por el gobierno y la narcoguerrilla de la FARC acaba de recibir el más duro golpe de su existencia con la muerte de Raúl Reyes y los demás ajusticiados en la zona del Putumayo, fronteriza con Ecuador. Están derrotados militarmente. Cercados. Incomunicados los distintos frentes y en desbandada muchos cuadros. No están en condiciones de derrotar a las Fuerzas Militares, mucho menos de derrocar al gobierno de Uribe y tomar el poder. No tienen vocación ni voluntad política para fajarse en la arena democrática renunciando para siempre a las armas contra la nación que los rechaza. Solo les quedan los secuestrados como recurso y escudo para el chantaje y la sobrevivencia y por otra parte, la locura de apelar al terrorismo urbano para mantener vigencia como movimiento subversivo operativo. También fracasarán. Es el final de un proceso iniciado bajo el gobierno Pastrana con el Plan Colombia, impulsado por Clinton, y la política actual dirigida por Uribe con la solidaridad de Bush y el mundo libre.

Pero también será el final de Chávez, un Presidente que desarrolla una política radicalmente contraria a sus obligaciones y deberes constitucionales. No puede, ni debe continuar quien entrega la soberanía nacional y sus riquezas, permite la violación impune del territorio, no le importa la seguridad de las personas ni de los bienes, hace de la justicia una caricatura, desestabiliza al país, no procura el bienestar ni la felicidad de los ciudadanos. Al contrario, ahora nos coloca a las puertas de una guerra abierta o encubierta con Colombia y profundiza los problemas con Estados Unidos y sus aliados, en nombre de una causa que no es nuestra. El país rechaza esta indebida intromisión en asuntos de otras naciones. Es un delincuente internacional. El trapiche de la historia lo alcanzará. Es como la justicia divina, tardía pero segura.

oalvarez@telcel.net.ve


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